La economía venezolana se desplomó un 25% más por la pandemia

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La gran mayoría de los venezolanos no pueden cumplir la cuarentena y salen a buscar ingresos que les permitan sobrevivir a la crisis económica y a la pandemia. En la imagen, ciudadanos en las calles de la capital, Caracas / Reuters.
El llamado ‘efecto dólar’ generó una leve recuperación de la actividad económica en el país petrolero, pero precisamente, el volátil factor del petróleo terminó de hundir el avance que la economía nacional había ganado.
La economía venezolana se desplomó un 25% más por la pandemia

La economía mundial se ha trastocado y derrumbado como si se tratara de un efecto dominó debido al actual estado de retracción en el que la pandemia de coronavirus la tiene sumida. Precisamente, en medio del cataclismo económico global, uno de los países que peor desempeño en el desarrollo de la vida socioeconómica  ha tenido, incluso en la era pre-pandemia, ha entrado en la fase más aguda de su crisis en cuanto a indicadores. 

El desorden económico que ha generado la crisis del coronavirus en todo el sistem mundo y en su complejo sistema capitalista postmoderno, se traduce en la crisis petrolera mundial, el agravamiento de las condiciones socioeconómicas de los migrantes venezolanos en América Latina y el golpe de gracia que el confinamiento asestó sobre una población venezolana que antes de la pandemia ya estaba acostumbrada a subsistir el día a día por la destrucción de la moneda y del valor del trabajo en el país a causa de las políticas del régimen de Nicolás Maduro.


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Y a pesar de que la economía y la sociedad venezolana se dinamizaron, paradójicamente, en una espiral de desigualdad exacerbada por el fenómeno de la dolarización de facto, el consumo interno empezó a avivarse a medida que los flujos de dólares en efectivo crearon una masa monetaria en el país (aproximadamente de US$2.500 millones) por el origen de esas rentas en actividades comerciales, servicios profesionales y remesas, así como de actividades ilícitas basadas en el contrabando de gasolina, alimentos y oro a través de la porosa y anárquica frontera de Venezuela con Colombia. 

El llamado ‘efecto dólar’ generó una leve recuperación de la actividad económica en el país petrolero, pero precisamente, el volátil factor del petróleo terminó de hundir el avance que la economía nacional había ganado. La crisis energética global detonada por la caída de la demanda debido al confinamiento y los cierres masivos de las economías de los grandes países industrializados, redujo el precio del petróleo y desplomó la única demanda que a la sancionada Venezuela le quedaba para exportar sus mermados flujos de crudo: la de la estatal petrolera rusa Rosneft a través de la alianza geopolítica y militar que el régimen de Nicolás Maduro ha tejido con el gobierno de Vladimir Putin, presidente de Rusia, como el soporte vital de su estructura de poder, es decir, a través de las rentas que el chavismo captaba de las compras rusas de petróleo venezolano.

La recuperación de los intercambios económicos en bienes, mercancías de alto valor, productos básicos y servicios se vio afectada debido a que, al caer los ingresos petroleros por la crisis global y las sanciones de Estados Unidos, que forzaron a Rosneft a salir de Venezuela, se redujeron drásticamente los flujos de euros y, en menor medida, de dólares que entraban al país y se anexaron al torrente financiero en circulación dentro de todo el tejido empresarial, comercial y de consumo. 

“La actividad económica en el país había mejorado en enero de un 8% con respecto a diciembre de 2019”, según un monitoreo de la Asamblea Nacional (Parlamento), que realiza desde hace tres años para compensar la censura y el presunto maquillaje de cifras reales por parte del gobierno de Maduro.

Durante enero y parte de febrero, Venezuela vendió más petróleo por la vía de las exportaciones al mercado internacional que durante el último trimestre de 2019. Sin embargo, el colapso de la industria contrajo ese nivel y el breve periodo de rentabilidad e ingresos de alto volumen se desvanecieron. Sin embargo, el 96% de los hogares venezolanos aún continúa en un alarmante estado de pobreza de ingresos, mientras que el fenómeno de la dolarización y el consumo dinámico.

“Al cierre del primer trimestre, la actividad económica cayó un 25,38% frente al mismo período de 2019”, indicó el estudio del Parlamento venezolano. El país lleva seis años sumido en la recesión y en hiperinflación. El producto interno bruto (PIB) de Venezuela, es decir, el tamaño de su economía, se ha contraído un 70% desde que Nicolás Maduro llegó al poder en 2013. Es decir, el país podría estar a punto de entrar en una fase de destrucción de la rentabilidad de sus actividades industriales, empresariales y comerciales, o al menos, los pocos sectores dedicados a esas actividades que aún quedan de pie en medio de una crisis que la pandemia agravó, pero que en realidad fue causada por la administración y la mala praxis económica del Gobierno. @mundiario


 

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