La crisis económica en Latinoamérica empeora por el shock en Brasil, México y Perú

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Un contagiado de coronavirus tras ser detectado como el primer caso de Covid-19 en Brasil y en América Latina en febrero / La Vanguardia.
No hay envíos de dinero, y si los hay son pocos, que alimenten a las familias latinoamericanas cuya dependencia y subsistencia está ligada a las remesas.
La crisis económica en Latinoamérica empeora por el shock en Brasil, México y Perú

Sin salud, no hay economía. Así de simple es esa premisa con la que se explica en pocas palabras el estado de deterioro, reducción y desgaste social y humanitario en el que ha caído la región más económicamente hostil del planeta; América Latina. La norma del sistema de vida para la mayoría de la población latinoamericana es subsistir con el día a día. Hoy, las mayores economías de la región son un ancla que hundirán a sus vecinos continentales en la peor crisis económica de la historia de América.

Mientras el número de enfermos disminuye en Europa, con España e Italia lejos del foco principal en el Viejo Continente, la pandemia de coronavirus ha encontrado en Estados Unidos su caldo de cultivo para convertir a toda América en la zona más peligrosa a nivel sanitario en todo el mundo. Y es que desde Tijuana (México) hasta el sur del río Bravo en la Patagonia y en Ushuaia (Argentina), de polo a polo, la situación se les ha escapado de las manos a los Gobiernos que no solo cargan con el peso de administrar las economías más generadoras, sino también de contener los focos de Covid-19 más agresivos de la región.


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El problema no es que la región dejó de exportar, sino que China dejó de comprarle materias primas. La segunda economía mundial es el mayor demandante de commodities producidos en países como Brasil, México y Perú, que lideran el ranking de los flujos de capital que alimentan las empresas de esas naciones y los flujos de inversiones de otros países de la región en una red de relaciones comerciales que proveen empleo, alimentos, dinero y recursos energéticos a las economías periféricas al eje dominado por Brasilia, Ciudad de México y Lima.

Al abaratamiento de los productos básicos por la poca demanda debido a la caída del consumo que originó que confinamiento, se suma una fuerte salida de capitales, el hundimiento de las remesas de migrantes (que afecta en gran medida a México y Centroamérica) y el desplome de las divisas que llegan gracias al turismo (un enorme golpe para el Caribe), y la conjunción de todas esas variables ha puesto en jaque a toda el área.

Es decir, no hay envíos de dinero, y si los hay son pocos, que alimenten a las familias cuya dependencia y subsistencia está ligada a las remesas. El desempleo en Estados Unidos y otros países de la región ha congelado los mecanismos de supervivencia de la población más vulnerable (el 50% de la población latinoamericana trabaja y se desempeña en la economía informal).

No entra el mismo y voluminoso caudal de dólares que ingresaba a la región por concepto de inversiones, turismo y remesas, lo que ha aumentado los cierres de empresas, el desempleo y las demandas de subsidios a Gobiernos que se hallan entre la espada y la pared porque cada vez son más las personas que exigen ayudas económicas para comer y no ser absorbidos por la mengua de una crisis social y economía en pleno confinamiento mientras se expanden los contagios de coronavirus en Brasil, Colombia, Chile, Perú, Argentina, Venezuela, Uruguay, México, Ecuador, etc.

El resultado es, según apunta el Banco Mundial en su informe de perspectivas publicado este lunes, “una sacudida que superará con creces a la de la crisis de deuda regional de los ochenta y a la Gran Recesión de una década atrás”. Se trata de un huracán de escasez de dinero, deuda acumulada, ayudas económicas, desempleo, desinversión y pocas o nulas remesas; un cóctel altamente explosivo.

Latinoamérica depende de los flujos de capital, inversiones, empleos, exportaciones de insumos, alimentos y recursos energéticos de sus dos mayores economías, Brasil y México —las más expuestas a unas cadenas globales de valor que han quedado destrozadas por la paralización del comercio mundial ante la pandemia—, y este año el golpe será de gracia para ambas: -8% y -7,5%, según las proyecciones del multilateral.

La tercera economía en crisis (inflación, devaluación, desempleo y corrupción), Argentina, sufrirá una caída del -7,3% y encadenará tres años consecutivos de números rojos. Y Perú, que sufrirá un desplome económico del -12%, producto de un shock sanitario mucho mayor y un hundimiento de las materias primas que exporta a China. @mundiario

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