La centuria de la historia general de Bolivia

Historia general de Bolivia. / 
Alcides Arguedas
Historia general de Bolivia. / Alcides Arguedas
¿Puede acusársele a un hombre de antipatriota cuando éste se encierra por casi diez años de su vida para investigar —bien o mal— el pasado de su país?
La centuria de la historia general de Bolivia

Arguedas es como esa pareja tóxica y secreta a la que siempre, a hurtadillas pero sin fallar, se regresa: casi nadie lo lee a ojos vistas, sino a escondidas y tal vez incluso con un poco de vergüenza. Y es que interiorizarse mucho en él puede causar repulsión, pero no se puede negar que su prosa, ya sea por los adjetivos de los que está preñada o por los hechos que describe, tiene un no sé qué de atractivo.

A Arguedas no se lo estudia como historiador sino como ensayista. Al menos los académicos de la carrera de Historia aquí en La Paz no toman sus trabajos históricos con seriedad, y quizás tengan razón para relegarlo del estudio sistemático y metodológico de la ciencia histórica. Pero también es cierto que muchos lo desdeñan por el simple hecho de que la voz oficial lo hace…, porque a Arguedas hay que menospreciarlo por antipatriota, porque el boliviano es propenso a plegarse a las corrientes predominantes, sin pensar críticamente por sí mismo para un eventual disenso…

Para mí, Arguedas fue ante todo un ensayista crítico. Sin embargo, creo que no puede desconocérsele su vena de historiador. Sería, pues, una injusticia afirmar que no hizo historia, que no la meditó, que no la sistematizó y, mucho más, que no la escribió. Aunque deficiente desde el punto de vista metodológico, su historia no es, como apostrofó en uno de sus scherzos Franz Tamayo, un “cuenta cuentos”, sino una historia. Hace cien años, en 1922, se publicaba su Historia general de Bolivia: El proceso de la nacionalidad, 1809-1921. Editado por Arnó Hermanos y reeditado luego por Gisbert (la edición de 1935 estaría prologada por Porfirio Díaz Machicao), el libro es una suerte de extracto o sinopsis de sus cinco voluminosos tomos (cada uno con un título diferente), los cuales conforman todos juntos su gran Historia de Bolivia (en total iban a ser ocho volúmenes, pero el autor no pudo concluirlos). Según el autor cuenta en sus memorias y en algunas cartas, para conformar la obra histórica que lo posicionó como historiador —quizás la de mayor aliento hasta entonces en su género por el arco temporal que abarca y por el análisis que hace— se encerró en un cuarto con pilas de legajos amarillentos: documentos vetustos y principalmente periódicos antiguos que algunos amigos le confiaron para su custodia.

Arguedas trabajó su monumental obra en el transcurso de ocho años, entre 1920 y 1928, en diferentes lugares. Casi una década entregado a la investigación y la reconstrucción del pasado boliviano… Estuvo financiada por Simón I. Patiño, pero esto no quiere decir que el autor se prestó como sicario comunicacional: Arguedas realmente creía en las ideas del librecambio (posteriormente sería ministro en el Gobierno derechista de Peñaranda). Infiero que, dado que la Historia general es solo un resumen de la Historia de Bolivia, aquélla no debió suponerle un trabajo extra, sino solo un proceso de síntesis de esta última. Inspirado en la mirada histórica del inglés Carlyle, el francés Hanotaux y el rumano Xénopol, creyó que la historia estaba —o debía estar— capitaneada por los santos, los escritores, los estadistas y los mártires; en cierta forma, su historia es moralista, catoniana. Diseccionó el siglo XIX boliviano con un filoso escalpelo, nos mostró las vísceras corrompidas y los tumores que nunca quisimos admitir que llevábamos dentro y puso sobre la mesa del debate la factibilidad de la nacionalidad.

¿Puede acusársele a un hombre de antipatriota cuando éste se encierra por casi diez años de su vida para investigar —bien o mal— el pasado de su país? Alguna vez, ya hacia el final de su vida y con un tono de despecho o amargura, Arguedas se defendió de sus calumniadores diciendo que jamás en toda su vida, habiendo estado dentro del país o fuera, había escrito una sola línea que no tuviera que ver con Bolivia.

A un siglo exacto de la publicación de la Historia general de Bolivia, un libro que es en gran parte ensayístico pero no por ello no histórico, me parece necesario recordar el hecho con alegría, sabiendo que el disidente, el crítico, el divergente, es probablemente más valioso para el progreso y la civilización que los zalameros y adulones. Como éstos hay muchos; como aquél, pocos. @mundiario

 

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