Las secuelas explican el pesimismo de los españoles que detecta el sondeo del CIS

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.

La bonanza económica española que predica el Gobierno de Mariano Rajoy no es percibida por la gente de forma tan clara como percibió los ajustes y recortes.

Las secuelas explican el pesimismo de los españoles que detecta el sondeo del CIS

La bonanza económica española que predica el Gobierno de Mariano Rajoy no es percibida por la gente de forma tan clara como percibió los ajustes y recortes.

 

El Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas ya es un clásico en la vida política y social española y volvió a aparecer con puntualidad veraniega en este agosto festivo. Los análisis que hicieron los exegetas de esta radiografía de la sociedad destacan que el bipartidismo se recupera, aunque la recuperación es tan débil que no garantiza la gobernabilidad y estabilidad del país. Mientras, los partidos emergentes, que en sondeos anteriores amenazaban con “asaltar el cielo del poder”, van perdiendo fuelle. Tampoco es novedad que el paro y la corrupción sigan preocupando a los españoles.

Pero sí que entrañan cierta sorpresa que el 67 por cien califique de mala o muy mala la situación económica y que al 59,9 le merezca la misma calificación la actuación del Gobierno. ¿Cuál es la razón de tanto pesimismo, ahora que empieza a salir el sol del crecimiento y la recuperación después de siete años de ajustes y recortes? ¿Por qué la sociedad española tiene una visión tan negativa de la evolución de la economía y por qué es tan poco valorada la labor de este Gobierno que logró reflotar al país?   

La encuesta del CIS refleja el estado de ánimo de la sociedad y si la mayoría de los españoles no perciben el cambio de ciclo en el que ha entrado la economía es señal de que la bonanza no les llega o al menos no es percibida de forma tan clara como fueron percibidos los muchos ajustes y recortes de estos últimos años.  

La crisis dejó tantas secuelas -el paro, la devaluación salarial y de servicios, la pérdida de derechos, la radical incertidumbre ante el futuro, la desprotección social, la desigualdad creciente…- que pesan más en el estado de ánimo de las personas de lo que por ahora pesa la recuperación que predica el Gobierno que, por otra parte, es un mal comunicador y no sobresale por su simpatía.

En estos últimos años casi todos hemos dejado por el camino muchas conquistas económico-laborales y servicios del estado de bienestar y ahora estamos muy tocados, sabiendo como sabemos que nada volverá a ser igual que antes en  ninguno de esos ámbitos. Es decir, que el futuro que nos espera será peor que éste presente, que tampoco está para echar cohetes.

Todo este cúmulo de factores más algunos otros que sembrarán más incertidumbre, como las dos próximas citas electorales, explican ese pesimismo que invadía a la sociedad española en los primeros días de julio cuando se hizo el sondeo del CIS.

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