Rubalcaba y el rey Juan Carlos: el hombre que precipitó el anuncio real de abdicar

Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, en el Congreso.
Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, en el Congreso.

En una próxima legislatura, aún manteniéndose el actual reparto de escaños, el resultado podría ser todavía peor, propiciado por el futuro PSOE, advierte esta autora.

Rubalcaba y el rey Juan Carlos: el hombre que precipitó el anuncio real de abdicar

En una próxima legislatura, aún manteniéndose el actual reparto de escaños, el resultado podría ser todavía peor, propiciado por el futuro PSOE.

Apenas habíamos digerido que el sistema bipartidista quizá no fuera intocable y que otras fuerzas de vocación ciudadana sí “podían”, cuando don Juan Carlos anunciaba su renuncia. “Podemos ha echado al Rey”, se precipitaron en sentenciar casi todos. Grupúsculos del 15-M, que están en la génesis del partido-revelación, daban incluso otro giro de tuerca en las redes sociales: “La abdicación es una cortina de humo para tapar el éxito de Podemos”. Pero es precisamente el líder de ese partido, Pablo Iglesias, el que da hoy en la verdadera clave: “El PSOE no se atreve ni a reunir a su grupo parlamentario. Se toman las decisiones (sobre el relevo en Zarzuela) en reuniones secretas”. Porque es un PSOE en proceso de renovación y en dilema monárquico, con su “tradición cultural y política republicana” -refrendada hace sólo siete meses en su Conferencia Política-  el auténtico peligro de la Monarquía, no un puñado de votantes cabreados con “la casta”.

Cuando, supuestamente en enero, Juan Carlos decide retirarse, encarga a la Casa del Rey un informe político, jurídico y “práctico”. El reparto de escaños parlamentarios garantiza que una ley de abdicación prospere. Sólo el Partido Popular tiene 186 diputados y para la aprobación de una Ley Orgánica bastan 176 votos. Pero, además, las riendas del PSOE las lleva Alfredo Pérez Rubalcaba, miembro de aquella generación de socialistas que tan “cómoda” se sintió en la Transición con el monarca “campechano”. Así que la coronación de Felipe VI no sólo estaría atada, también legitimada con el apoyo del 90 por ciento del Parlamento.

Pero los resultados del 25-M supusieron toda una advertencia al éxito de la operación. Si los extrapolamos a los de unas generales, el PP, con 137 hipotéticos escaños, ya no garantizaría la sucesión. Y el fiasco en las elecciones ha puesto fecha a la salida de Rubalcaba. La renovación en Ferraz augura un regreso a su cauce republicano de las aguas del PSOE. De hecho, uno de los candidatos a las primarias, Eduardo Madina, ya se ha declarado abiertamente en ese sentido.

Urgía actuar. Hacer el anuncio cuanto antes, aún en medio de una digestión post-electoral, con una crisis económica y social sin resolver y exponiéndose el monarca a un impasse sin inmunidad jurídica. “Un mes más de espera hubiera sido un mes de óxido”, asegura Pilar Urbano.

Ahora es seguro que la Ley de Abdicación saldrá adelante. Pero que el día 11 en el Congreso la victoria del sistema monárquico sea aplastante, ya no lo es tanto. Aunque Rubalcaba pospuso su marcha, según cuenta eldiario.es, para controlar a su partido en el proceso de abdicación, las urnas le han arrebatado la autoridad. “Un secretario general dimitido no puede decidir por todos los militantes”, me decía hoy un diputado socialista. Las voces que piden un referéndum se multiplican, desde la Federación Socialista gallega hasta la balear, pasando por el PSC. Aparecen las que critican que cuestionar la monarquía sea tabú, como Odón Elorza. Otros reivindican el “alma republicana” del socialismo, como López Aguilar. Y son muchos los que piden, al menos, libertad de voto. 

Volvamos a hacer cuentas. Esa rebelión interna podría costar los 23 votos de las federaciones díscolas. Sumados a los posibles diputados desobedientes, más las abstenciones de CiU y PNV y los votos en contra de Izquierda Plural, saldría un apoyo parlamentario a la continuidad de la Monarquía de un 70 por ciento. Ya no es del 90. Y en una próxima legislatura, aún manteniéndose el actual reparto de escaños, el resultado podría ser todavía peor, propiciado por el futuro PSOE.

A esa rebelión interna se refiere Pablo Iglesias cuando dice que Ferraz está actuando a escondidas de sus militantes y cargos electos. Porque muchos de ellos advierten: “Sin el PSOE no se puede consumar el fraude democrático. Debemos elegir entre democracia o régimen y los ciudadanos nos juzgarán por ello”. Esa revuelta es la que aparece como variable peligrosa en el informe que le entregaron al Rey, en esa parte “práctica”, de las cuentas de la vieja, que le animó a dar, justo ahora, el paso de abdicar.

Comentarios