Publicada en el BOE la ley de enseñanza del Islam en el Sistema Educativo de España

Niñas camino del colegio en Pozuelo. / José González
Niñas camino del colegio en Pozuelo. / José González

Todas las religiones predican y promueven la paz, la tolerancia, el respeto, la educación y la resolución pacífica de conflictos, pero sus líderes no suelen dar ejemplo de armonía.

Publicada en el BOE la ley de enseñanza del Islam en el Sistema Educativo de España

Todas las religiones predican y promueven la paz, la tolerancia, el respeto, la educación y la resolución pacífica de conflictos, pero sus líderes no suelen dar ejemplo de armonía.

Acaba de publicarse, en el BOE del 11 de diciembre, la Resolución de 26 de noviembre de 2014, que detalla maravillosamente los contenidos de los seis cursos de islamismo que se van a incluir en la enseñanza pública española. El que quiera comprender el Islam y sus objetivos religiosos no tiene más que leérsela, porque es una síntesis muy bien elaborada.

Esta Resolución menciona que todas las organizaciones religiosas pueden solicitar lo mismo que las dos principales religiones de España, todas ellas pueden ser incluidas en los centros sustentados con fondos públicos (y los concertados que quieran firmar el concierto y recibir subvención estatal). El objetivo es que los jóvenes de las distintas confesiones reciban la formación religiosa y moral a la que la constitución de 1978 le da derecho.

Menos mal que ya no tenemos aquella Constitución de 1931, redactada por librepensadores, gente descreída y hasta atea. Decía, en su artículo 3: El Estado español no tiene religión oficial. Y más adelante, en su artículo 48: La enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirará en ideas de solidaridad humana. Se reconoce a las Iglesias el derecho, sujeto a inspección del Estado, de enseñar sus respectivas doctrinas en sus propios establecimientos.

Dónde va a parar el adelanto de la Constitución de 1978, que mantiene el aserto: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal”. Pero a renglón seguido añade: “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.

Primero la Iglesia católica en las aulas que se pagan con fondos públicos, ahora el Islam. Después de los musulmanes vendrán los evangélicos, los judíos, los mormones, los budistas, los testigos de Jehová y la Iglesia ortodoxa. A continuación otras religiones legalmente registradas también podrían tener presencia en las aulas, como los sijes, cienciólogos, la Hermandad Druida, la Fuente de Luz Universal, los odinistas, el Templo de la Pureza y el Silencio, la Congregación del Olivo, la Iglesia Tenrikyo, la Iglesia cátara y la Fuente de Luz Universal. Por el momento no están registradas ni la Iglesia de Chuck Norris ni la de Maradona.

La puntilla a los librepensadores y ateos se la dio monseñor Cañizares el 26 de junio de 2007, en el telediario de la noche de TVE1, cuando dijo ante millones de españoles que impartir la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía es colaborar con “el mal” (el demonio), y que se trataba de una opinión compartida por todos los obispos españoles.

En los próximos años faltarán profesores y habrá que importarlos del extranjero, será necesario hacer varios menús en los comedores, distintos horarios para el rezo, distintas actividades, diferentes formas de cubrir la cabeza, lo que hará imposible impedir que un muchacho educado se ponga un gorro regional, porque es su convicción religiosa y sería un agravio comparativo impedírselo.

Todas las religiones predican y promueven la paz, la tolerancia, el respeto, la educación y la resolución pacífica de conflictos, pero sus líderes no suelen dar ejemplo de armonía. Para que la gente de distinta religión se relacione y llegue incluso a emparentar, para que haya más paz en el mundo, sería bueno que los líderes de distintas religiones se reunieran con más frecuencia a merendar juntos (preferiblemente sin llevarse la fiambrera), y difundieran llamamientos conjuntos a la convivencia pacífica. Cada vez se necesitarán más.

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