Hay señales claras de que millones de catalanes quieren decidir su futuro

Bandera independentista en Cataluña.
Bandera independentista en Cataluña.

Tiempo, pues, de dialogar para hacer posible un referendum con todas las garantías. Ni más ni menos que el que tuvieron en  Escocia hace menos de dos meses o en Quebec ya en dos ocasiones.

 

Hay señales claras de que millones de catalanes quieren decidir su futuro

Tiempo, pues, de dialogar para hacer posible un referendum con todas las garantías. Ni más ni menos que el que tuvieron en  Escocia hace menos de dos meses o en Quebec ya en dos ocasiones.

La demostración ciudadana del 9-N en Catalunya no tiene valor jurídico, pero si un evidente valor político. Millones de catalanes quieren decidir su futuro y frente a esa voluntad política no sirve el inmovilismo del Gobierno del Estado. Se trata de una voluntad política larvada a lo largo de la historia y desarrollada, basicamente, desde la sentencia del Tribunal Constitucional que anuló parcialmente el nuevo Estatuto de 2006 en el verano de 2010. Y los políticos de Madrid han mirado irresponsablemente a otro lado.

Josep, el abuelo de mis amigos Marc y Mireia, tendría ahora 97 años. En la guerra de 1936 sirvió, como afiliado al partido Estat Catalá, en la 132 brigada mixta y sufrió, después de caer prisionero a fines de 1938 en Borges Blanques, diez años de campo de concentración y destierro. L'avi Josep, como le llamaban todos, vivió años desterrado en Galicia y se casó en Ourense con Carmiña, quien enseñó a sus hijos y nietos a sentir la galleguidad como Josep les transmitió su pertenencia a Catalunya.

Sin embargo,  este domingo sí votó  su amigo Lluis, que integró la guarda del President Companys desde 1936. Y votó pensando en aquel president de la Generalitat que fue extraditado desde la Francia ocupada por Hitler y fusilado por Franco en Montjuic el 15 de octubre de 1940. El mismo Companys que salvó la vida del primado catalán, el cardenal Vidal i Barraquer.

Vemos, entonces, como el proceso iniciado en el verano del 2010 con la sentencia del Tribunal Constitucional que anuló parcialmente el nuevo Estatut del 2006 activó viejas vivencias y recuerdos que parecían olvidados. Porque 1714, 1934 o 1936 son fechas históricas a las que las nuevas generaciones dan uno u otro sentido en función de su recorrido vital. A la vista está qué millones de ciudadanos catalanes no creen que España rectificara las políticas desarrolladas con Catalunya a lo largo de la historia. Y eso que no escucharon este sábado al antiguo alcalde de A Coruña, cuando habló delante de los- pocos- nacionalistas españoles convocados por la plataforma "Libres e iguales" a favor de recurrir a la Guarda Civil o sacar los tanques a la calle.

Este domingo participaron más de dos millones en una consulta que, evidentemente, no tiene valor jurídico, pero sí un nítido valor político, reconocido en toda Europa. Madrid no puede seguir poniéndose de perfil. Hay señales claras de que millones de catalanes quieren decidir su futuro.

Tiempo, pues, de dialogar para hacer posible un referendum con todas las garantías. Ni más ni menos que el que tuvieron en  Escocia hace menos de dos meses o en Quebec ya en dos ocasiones.

Es la hora de la política.

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