Las economías nacionales están desapareciendo a favor de grandes 'barrios' ricos

Sede del Banco Central Europeo, en Frankfurt (Alemania), uno de los centros financieros del país y de Europa.
Sede del Banco Central Europeo, en Frankfurt (Alemania), uno de los centros financieros del país y de Europa.

A medio y largo plazo, las regiones con más peso económico serán más autónomas y supondrán una seria amenaza para la supervivencia de los Estados que conocemos hoy.

Las economías nacionales están desapareciendo a favor de grandes 'barrios' ricos

A medio y largo plazo, las regiones con más peso económico serán más autónomas y supondrán una seria amenaza para la supervivencia de los Estados que conocemos hoy.

Si nada lo remedia, en unas décadas ( o quizás pocos años) no existirán lo que hoy conocemos como una economía nacional, es decir, España, Francia o Alemania...e incluso Estados Unidos. Esos grandes "seres vivos" desaparecerán definitivamente a favor de "barrios" o pequeñas regiones metropolitanas muy competitivas y potentes económicamente. 

De hecho, según los propios datos que facilita Eurostat y los institutos de estadística de los países miembros de la Unión Europea, la riqueza está distribuida de una forma muy irregular y, en un mismo país, puede haber diferencias enormes. Por ejemplo, Madrid tiene un nivel de competitividad similar al de Hamburgo (Alemania) pero Andalucía se encuentra en una situación similar a la de muchas regiones de Polonia. 

Índice de competitividad en Europa  / Fuente: Eurostat

Por tanto, a menos que se pongan en marcha medidas que lo remedien, de poco sirve hablar de Estados como un todo cuando las diferencias económicas son tan acentuadas dentro de las mismas fronteras. Es el caso, por ejemplo, de España, donde la movilidad laboral es toda una odisea debido a las menores oportunidades laborales existentes en las regiones menos desarrolladas. Lo mismo pasa en Francia, Italia e Irlanda. Sin embargo, países como Alemania, el Benelux, Austria, Grecia o Rumanía son más homogéneos, tanto para bien como para mal. 

Y es que con solo mirar el mapa europeo que colorea las zonas más ricas y más pobres, se puede averiguar perfectamente la ubicación de las regiones "capitalinas", aquellas que se corresponden con el área de influencia de grandes urbes y centros económicos, como Madrid, Lisboa, Londres y París. En esta etiqueta no entrarían Berlín o Roma, porque en su respectivos países no son, ni mucho menos, los verdaderos epicentros del poder. 

La secesión catalana o la desaparición de las cajas, las consecuencias

En esta tesitura, es difícil obviar movimientos secesionistas como los que protagoniza Catalunya, dado que las regiones son cada vez más poderosas que los Estados y sus gobernantes locales son muy conscientes de ello. En este sentido, a pesar de la pertenencia a un ente mayor, tendrán más posibilidades de ser autónomas (e independientes) aquellas zonas que tengan más peso económico. 

Y, por muy crudo que parezca, Reino Unido es, sobre todo, Londres; Francia es París; Italia es Milán y el norte; Portugal es Lisboa e Irlanda es Dublín. En España, por su parte, Madrid aún tiene contestación de Barcelona y, en menor medida, de Bilbao, pero el Gobierno central lleva años encaminado a una política de concentración económica a favor de la capital precisamente para competir con los grandes "barrios" europeos y mundiales. 

En el marco de esta política se ha llevado a cabo todo el proceso de concentración del sector bancario, haciendo desaparecer las cajas de ahorros a través de diversas fórmulas (fusiones tradicionales, SIP) que han dejado el poder financiero bipolarizado entre Madrid y Barcelona. 

Sin embargo, este es un enorme error para un Ejecutivo que se llena la boca hablando de integración y mayor igualdad entre comunidades autónomas. No hay igualdad si la riqueza y las oportunidades no están repartidas por todo el país. No se puede querer un país unido cuando hay una línea tan marcada entre el norte y el sur. Es por este motivo que la globalización supondrá la desintegración de los Estados tal y como los conocemos si la economía y la productividad se concentran en pocas regiones. Porque no es un modelo sostenible y porque la gente no solo plantea su vida como las empresas, midiendo continuamente el coste/beneficio. Las oportunidades deben esparcirse para que los países sean más robustos o, de lo contrario, morirán.

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