Colombia, en búsqueda de soluciones a problemas que van más allá del paro campesino

Fotografía por Pablo Muñoz
Protestas en Colombia / Pablo Muñoz.

Tras la difícil situación social que enfrenta Colombia desde que iniciaron el paro nacional, los ciudadanos han tenido que padecer el desabastecimiento de alimentos y alzas de precios.

Colombia, en búsqueda de soluciones a problemas que van más allá del paro campesino

Desde mediados de agosto cuando inició el Paro Nacional Agrario y Campesino, Colombia ha vivido la peor de las crisis sociales de los últimos tiempos, la cual se ha visto sumamente afectada por algunos accidentes entre la fuerza pública y los ciudadanos pero también se ha agudizado tras la falta de diplomacia con la que el Estado ha respondido.

 El primer puesto de embarradas se lo lleva el mandatario colombiano, Juan Manuel Santos Calderón, quien declaró “que el tal paro agrario no existía”, lo que de inmediato desató el descontento de miles de  campesinos y nacionales que estaban movilizándose en contra de la condiciones económicas en las que se encuentra el sector agrícola frente a los Tratados de Libre comercio (TLC), entre muchos casos, por la situación que hoy enfrenta el 60% de la población colombiana que es netamente campesina, y que ha tenido que acomodarse a los requerimientos del gobierno de los EE UU, a la hora de producir alimentos tipo exportación para el mercado norteamericano tales como la inversión de insumos provenientes de ese país, los cuales valen cuatro veces más que los colombianos. El uso exclusivo de semillas certificadas por el gobierno de Obama y la no reutilización de las semillas que sobrarán de los cultivos.

El segundo lugar, corresponde a los distintos actos vandálicos que han dejado cientos de heridos y algunas víctimas fatales, los bloqueos en las vías, el desabastecimiento de alimentos, insumos y combustible,  éstas demostraciones reflejan la forma en que se ha tergiversado la dinámica y el sentido social en cuestiones de derecho a la protesta, la libertad de expresión, el derecho a la huelga y otras formas de manifestaciones.

Asimismo, abre un espacio para reflexionar sobre el momento oscuro en que se encuentra la Democracia del país: por un lado, el abuso de la fuerza pública como forma de terrorismo de Estado, por el otro, una sociedad airada y frustrada que irrumpe con violencia para dar a conocer su descontento.

El tercer lugar, se lo lleva el cambio de cartera ministerial que Santos ordenó repentinamente en medio de la crisis, donde paradójicamente, nombró personajes de la vida pública y privada que en anteriores situaciones habían contrarrestado sus políticas presidenciales. Lo que podría ser un juego estratégico a la hora de ganar más sectores que apoyen su ambición reeleccionista o lo que el mismo Presidente define como “siempre he promulgado un Gobierno incluyente. Por eso desde el principio invité a mis antiguos rivales a que fueran parte de mi Gobierno”.

El tiempo confirmará la veracidad de sus intenciones, por ahora esperamos que el nuevo ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Francisco Estupiñán, quien por varios años se desempeñó como presidente del Banco Agrario, logré superar la crisis actual, mejore las garantías para nuestros campesinos, nos evite grandes pérdidas económicas, restituya apropiadamente las tierras despojadas por los grupos armados y ayude a responder las demandas productivas acordadas en los tratados de libre comercio, todo esto, si se puede y se quiere, bajo la creación de una reforma agrícola.

Por el momento, ninguna de estas expresiones conlleva a una solución de la problemática interna, ninguna de ellas traza el curso hacia el diálogo tripartito entre el Estado, las organizaciones sindicales, los gremios y trabajadores, y las empresas privadas, ninguna logrará “echar para atrás” los acuerdos de libre comercio, en fin, ninguna de ellas da una respuesta positiva ni propositiva sino que agudiza la crisis social. Y esto es un precio que como país no podemos pagar, ahora menos que nunca, cuando se debate el sueño tan anhelado de la paz.

 

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