Si la Botella ve 'sans culottes' en Madrid será porque hay tiranos en palacio

Sans-culotte
Sans-culotte... ¿O universitario madrileño?

Fuera máscaras. Con 50 universitarios detenidos, es hora de vestir a la policía de gris y de llamar a Cristina Cifuentes gobernadora civil. ¿Para cuándo los Tribunales de Orden Público?

Si la Botella ve 'sans culottes' en Madrid será porque hay tiranos en palacio

Fuera máscaras. Con 50 universitarios detenidos, es hora de vestir a la policía de gris y de llamar a Cristina Cifuentes gobernadora civil. ¿Para cuándo los Tribunales de Orden Público?

Dice la mujer de Aznar, la alcaldesa que los madrileños no eligieron, que no va a consentir que Madrid parezca el París de la Revolución Francesa. Con cincuenta universitarios recién detenidos -se dice pronto- en la capital de esta presunta democracia europea, bien podemos seguir con el juego de las comparaciones. Madrid no huele a la Bastilla; huele a Caracas.

Su correligionaria, la gobernadora civil Cristina Cifuentes, detiene a estudiantes en la Ciudad Universitaria como los grises a caballo de Franco en los años yeyés y como la Guardia Nacional Bolivariana de Maduro hoy mismo. El resultado es que cuando leo titulares sobre represión estudiantil ya no sé si estoy en las páginas nacionales o en las internacionales. Y con las fotos es aún peor. Me he vuelto daltónico: no distingo a los bolivarianos de Rajoy de los nacionales de Maduro… ¿O era al revés?

Como si tanta confusión no bastara, los antidisturbios que brean a bolazos y a porrazos a los ciudadanos indignados que luchan por su dignidad van y se manifiestan en pro de la suya: "¡Don Jorge, don Jorge, que nos han pegao!", van a llorar a las puertas de su ministerio, que hace tiempo que dejó de ser nuestro para convertirse en cuartel de guardias pretorianos. Y ese ministro que condecoró a la Virgen les responde: "¡Virgencita, virgencita, que os quedéis como estáis!". Y con toda la razón.

Porque los policías heridos en la Marcha de la Dignidad son, a todos los efectos, funcionarios públicos accidentados en el desarrollo de su función. Es decir, que lo suyo no viene de una confabulación antisistema, sino de un accidente laboral. No son mártires: están de baja. Así que esos policías disfrutan de una cobertura del Estado del Bienestar (¿se acuerdan?) obtenida gracias a la lucha de ciudadanos que se enfrentaron a otros represores como ellos.

Y mientras esos funcionarios gozan de su baja remunerada, los trabajadores de FNAC Coruña van a la huelga en estos días porque, entre otras perrerías, cuando están enfermos o se accidentan no ven un duro. La culpa es de los españoles que no compran libros, no de la multinacional gabacha. Hay que agradecérselo a las reformas del consejo de ministros sobarrosarios que padecemos, que tienen de todo menos compasión cristiana. Así que sí, daos con un canto en los dientes, funcionarios antidisturbios, que por proteger a los privilegiados aún tenéis derechos que antes eran de todos.

Pérdida de estima policial

Esa rama del funcionariado público agrupada bajo el título de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado está perdiendo, a pasos agigantados, la estima de la ciudadanía. Sus sindicatos deberían preocuparse más de eso que de convocar manifestaciones que dan risa. Después de haber salido a la calle en contra del enemigo común, de apoyarlos en los funerales cuando los mataban o de hacer cadenas alrededor de las casas-cuartel atacadas, ya no los reconocemos. Nos aporrean, nos revientan a gomazos, nos arrinconan a culatazos y vienen a pedirnos comprensión. ¡Tarde piaste, pollito azul! ¿Qué quieres, más impunidad para salir a tumbar ciudadanos como si fuéramos pimpapums de barraca de feria? Como si no tuviérais bastante.

No se me van de la cabeza unas imágenes que evidenciaron cuál iba a ser la política de Interior del Partido Popular. ¡Con qué pulcritud embistieron aquellos funcionarios vestiditos de azul, con su porrita y su canesú, contra bachilleres valencianos "fuertemente armados" con libros de texto! Fue hace dos años. ¿También hubo entonces un Cojo Manteca con una muleta como la que nos habéis querido colar estos días? ¿En aquella operación tampoco os sentisteis respaldados por vuestros mandos?

Hablando de bachilleres. Entiendo que un adolescente sienta la vocación de luchar contra la corrupción, de perseguir pederastas, de detener a mafiosos en la Costa del Sol, de interceptar alijos de droga… Pero no me imagino –y no me falta imaginación– por qué un chaval decide que, de mayor, quiere empuñar una porra y embrazar un escudo. ¿Rencor? ¿Rabia? ¿Ganas de machacar a todos los pitagorines que juntan doce palabras en una frase? ¿Necesidad? Cuando atacáis a estudiantes, un poco de todo eso se os nota en los porrazos…

A vuestros abuelos, los del capote gris y la gorra de plato, no se les hubiera ocurrido jamás ir a chivarse a Fraga: "¡Don Manuel, don Manuel, que unos rojos nos han pegao!". Y, por descontado, los mandaría fusilar por sedición si le montaban una 'manifa', derecho que consiguieron, para sí y para vosotros, ciudadanos que lucharon contra aquellos grises y sus ministros. No os reconocemos. Y ahora os quejáis de que tampoco os reconocen vuestros mandos. ¡Qué solos estáis!

En fin, que quizá la Botella tenga razón al preocuparse. Cuando los soldados reales atravesaron las verjas doradas de Versalles para pisar las calles sin calar las bayonetas, los 'sans culottes' empezaron a tejer las cestas en las que caerían las cabezas de los tiranos. Quizá la Ciudad Universitaria huela a Caracas y a la Bastilla. Por las fechas, huele a primavera.

Comentarios