El trabajador que plantó cara al imperio de Amancio Ortega, homenajeado en Suiza

Xosé Abelenda y Juan Carlos Garabal. / Mundiario
Xosé Abelenda y Juan Carlos Garabal. / Mundiario

Sucedió con ocasión del Primero de Mayo, una vez que sus denuncias sirvieron para forzar a Inditex a importantes compensaciones económicas, gestionadas por un sindicato suizo.

El trabajador que plantó cara al imperio de Amancio Ortega, homenajeado en Suiza

El trabajador que le plantó cara al gigante textil Inditex en Suiza ha sido homenajeado por la clase obrera. Juan Carlos Garabal, originario de Mazaricos (A Coruña) pero afincado en Santa Comba, en la misma provincia, fue de este modo el verdadero protagonista del Primero de Mayo de la ciudad suiza de Biel, en el cantón de Berna. Primero tocó manifestación y después homenaje de reconocimiento por denunciar las condiciones laborales que estaba imponiendo una filial de Inditex, el imperio de Amancio Ortega, el hombre más rico de España y de Europa, la tercera fortuna del planeta.

Gracias a su valentía y a sus valiosas informaciones, se le concedió el premio del trabajo y la solidaridad", explicaron a MUNDIARIO fuentes sindicales suizas.

Debido a su denuncia, Inditex tuvo que pagar unos 450.000 francos suizos en concepto de correcciones de nóminas, ya que tenía trabajadores a través de subcontratas en Zürich a los cuales les pagaba 900 euros, cuatro o cinco veces menos de lo establecido en los convenios de la construcción y de otros ramos del sector, además de imponerles más de 60 horas semanales.

Desde Bienne se empezaron a mover los hilos de esta causa, dado que Juan Carlos Carabal conocía a Xosé Abelenda, secretario sindical en esa ciudad, quien alertó de lo sucedido con pruebas en la mano a sus compañeros de Zurich, como ya informó en su día MUNDIARIO en exclusiva, en España.

Puso freno a un abuso y demostró que nadie es intocable

Si hay una persona que se lo merece, ese es Juan Carlos", comenta ahora el sindicalista Xosé Abelenda, convencido de que, "sin su ayuda", sería imposible "frenar semejante abuso y demostrar que nada ni nadie es intocable".

Abelenda tiene clara la conclusión: "La crisis no puede ser la excusa para la explotación laboral".

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