¿Qué tiene Susana Díaz que a todas horas llora que llora por los rincones?

Susana Díaz.
Susana Díaz, presidenta en funciones de la Junta de Andalucía.

Susanita, que antes tenía un ratón chiquitín al que llamábamos Izquierda Unida, ahora tiene un gran marrón al que llamamos PP, Podemos o Ciudadanos ¿Qué le vamos a hacer, Miss Díaz…?

¿Qué tiene Susana Díaz que a todas horas llora que llora por los rincones?

Susanita, que antes tenía un ratón chiquitín al que llamábamos Izquierda Unida, ahora tiene un gran marrón al que llamamos PP, Podemos o Ciudadanos ¿Qué le vamos a hacer, Miss Díaz…?

Orad a Dios, en caridad, por Susana Díaz, esa réplica andaluza de Hamlet que estos días recita una versión adaptada del inmortal monólogo de Shakespeare: “¿más tarde o más temprano?” Esa es ahora la cuestión en el Sur. No aquella otra existencial del qué, o sea, ¿ser o no ser?, que atormentaba al príncipe de Dinamarca, sino esta otra del cuándo, gracias a la abstención de quiénes, que atormenta a esta chica de Triana y olé. En tan sólo unos meses Susanita ha dejado de tener un ratón, un ratón chiquitín al que llamábamos Izquierda Unida, ¿recuerdas?, y ahora tiene un marrón, un marrón enorme, al que llamamos Podemos o Ciudadanos, según el color del cristal a través del cual contempla cada uno la cosa. Entró en una cámara parlamentaria andaluza convencida de que iba a quedar investida y bien investida, y ha salido desnuda y bien desnuda, con los pelos de punta y el corazón en vilo, como si hubiese estado talmente en una de esas cámaras de los horrores de feria.

¿Qué tiene la Zarzamora…?

Le está bien empleado, oye, por Intentar aplastar al molesto ratón chiquitín lanzándole una opa hostil electoral, ¡dejadme sola!, arrastrada por el delirio de presentarse en Madrid como gran Califa de Andalucía: ¡estos son mis poderes! Ahora, verás, se encuentra de repente entre dos aguas, como una vez su ilustre paisano Paco de Lucía. Lo que pasa es que las aguas de Paco bajaban limpias y serenas hasta desembocar en los sublimes acordes de una guitarra, y no como las aguas de Susana, míralas, que bajan turbias y revueltas como un preludio de tañidos de campanas que no se sabe por quién pueden doblar cualquier día, cualquier mes de estos. Ahí la tienes pues, compuesta y sin novio, como la viva estampa de la Zarzamora, “¿Qué tiene la Zarzamora que a todas horas llora que llora por los rincones? Ella que siempre reía y presumía de que partía los corazones…

Desde luego, no ha partido el corazoncito de Podemos y Ciudadanos y no ha ablandado el del PP andaluz. Entonces, ¿qué tiene Susana Díaz que a todas horas llora que llora por los rincones mediáticos de Andalucía, eh? Fundamentalmente, prisa. Es que no es lo mismo presentarse en las primarias de Ferraz siendo Presidenta interina que Presidenta investida. Por un lado le va a resultar muy difícil evitar que Pedro Sánchez consiga la plaza en propiedad de candidato a la Moncloa, ay, si esos chicos tan díscolos de la oposición, ¡joder que tropa!, la mantienen mucho tiempo en la cuerda floja. Y, por otro, le sería prácticamente imposible “enredar” en el ámbito nacional el 26 de julio, el día D del socialismo español, si aparece en escena en las Primarias con la espada de Damocles de nuevas elecciones allí abajo.

A propósito de la Cámara de los Errores mediática…

Pero, bueno, algo está quedando claro en Andalucía. El pueblo creía que había elegido una cámara de representantes andaluces, pero en realidad ha elegido una cámara de representación de Pablo Iglesias, de Albert Rivera y de Génova, 13. Susana Díaz creía que había ganado, pero ha empezado a caer de la burra y digiere, como un axioma de matemáticas parlamentarias, que lo mismo va y, si eso, lo que no gana es para disgustos. Y los chicos de la prensa, tertulianos de radio y televisión y sesudos columnistas, han llegado a la infalible conclusión de que el Parlamento andaluz se ha convertido en una Cámara de los Errores. Para muchos de mis colegas puristas, ha errado el PP andaluz aferrándose al derecho al pataleo de la venganza; o están metiendo la pata los de Podemos, practicando el oportunismo y el “tacticismo” (¡toma ya nuevo palabro para el vocabulario político!); o se está yendo por la tangente Ciudadanos, mientras desteje por las noches ese peculiar velo de Penélope de la abstención, sí, no, sí, no, que parecía que había estado tejiendo durante el día.

Hombre, si ha fallado alguien, será el pueblo, digo yo. Los andaluces y andaluzas que han propuesto en las urnas esa ecuación parlamentaria de tercer grado. Lo que pasa es que en democracia, al contrario que en los grandes almacenes, por lo visto el cliente no siempre tiene razón. Susana Díaz, por ejemplo, solo se la da, como a los locos, a la mayoría simple de ciudadanos que le han votado. Pero es que hay una mayoría absoluta de habitantes del sur que, separados pero revueltos, a ver si nos entendemos, suman una mayoría absoluta que no acepta al PSOE como gobierno de compañía. ¡Coño!, a lo mejor es que al pueblo le preocupa mucho menos ese dogma de fe de la gobernabilidad que a Susana Díaz y tantos y tan variados colegas puritanos, ras, ras, ras, que estos días se rasgan farisaicamente las vestiduras. A lo mejor el pueblo, ahí en Andalucía, en el País Valenciano, en la Comunidad de Madrid, en Castilla-La Mancha, en Cataluña, en sitios así, está hasta los huevos de tantos y tan largos períodos de gobernabilidad, de estabilidad, de placenteras placentas de esas en las que ha nacido, se ha desarrollado y se ha extendido, en metástasis geográficas e ideológicas, el cáncer galopante de la corrupción.

¡Lo que los andaluces han separado, que no lo unan mesas de negociaciones clandestinas!

Lejos de mí la funesta manía de hacer de intérprete de la voluntad de un pueblo. Pero lo que los ciudadanos del sur han separado en las urnas, no pueden unirlo ahora los políticos contrarreloj, a su manera, en una opaca habitación donde se oculta una de esas mesas de negociaciones clandestinas en las que, unos cuantos yonquis del poder, se juegan al póquer la voluntad de millones de mujeres y hombres. Andalucía, una zona de España que durante 32 años ha disfrutado de estabilidad gubernamental, con las consecuencias por todos conocidas: clientelismo, nepotismo, atracos a mano armada de los fondos para formación, fraudes EREditarios y cosa así, ha votado lo que ha votado, como respuesta espontánea a tres décadas en las que le han gobernado como le han gobernado, oye. Otra traducción por parte del PSOE (Partido Susanista Obrero Español), que estos días se rasga teatralmente las vestiduras, sería una patente de corso extrapolable a la Comunidad Valencia y su Gürtel, a la Comunidad de Madrid y su Púnica, a Cataluña y sus Pujol, a cualquier Comunidad Autónoma en la que convivan listas electorales con listas de imputados (ahora llamados investigados, je) por las siglas de las siglas.

Creo, como una oración, que si en el Sur han sobrevivido 32 años a gobiernos del pueblo, por el pueblo, pero sin el pueblo, pueden sobrevivir perfectamente a 20 semanas de desgobierno en funciones del pueblo, con el pueblo y por expresa voluntad del pueblo. El problema en Andalucía, como en Valencia, como en Madrid, como en Cataluña (cuando llegue su hora, claro), no es el vacío de Poder, sino un Poder vacío de contenido, de principios, de dimisiones en serie, con más prisa y menos pausa, de manzanas podridas.

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