La valoración de los analistas mediáticos dedicados a la política suele ser discreta

Instalaciones de Canal Nou.
Instalaciones de Canal Nou.

Dentro del llamado “cuarto poder” se empieza a configurar, según algunos analistas, un “quinto poder” que lo constituirían los llamados “political pundits”. Una tendencia de EE UU.

La valoración de los analistas mediáticos dedicados a la política suele ser discreta

Los medios de comunicación son, en una democracia, una parte clave de la calidad de la misma. Dentro del llamado “cuarto poder” se empieza a configurar, según algunos analistas, un “quinto poder” que lo constituirían los llamados “political pundits”, al ser algo original del lenguaje político-periodístico de Estados Unidos.

El término pundit podría traducirse en nuestro idioma, aunque no tiene una traducción exacta, como “hombre instruido” o “maestro”. En el marco que nos ocupa vendría a ser el comentarista político de toda la vida, esa especie de “todólogo” que abundan en nuestros medios donde pontifican sobre cualquier tema que les pongan encima de la mesa aunque sea evidente que desconocen gran parte de lo que dicen. Más que nada porque en un periodismo como el español lo importante no es el conocimiento de lo que se trata sino la fidelidad a las consignas que convienen al partido que “representan” en las tertulias sobre política.

Según la teorización del término por pate de Nimmo y Combs (1992), existen diversas categorías de pundits: los sacerdotes, los bardos, los oráculos, los pensadores, los oradores y los críticos. Diversas clases de comentarista político cuya diferenciación no siempre está clara, aunque la distancia más nítida se encuentra entre los “sacerdotes” y todos los demás. Digamos que los “sacerdotes” son la élite de los comentaristas políticos que se mezclan con las élites políticas y escriben, además, en clave elitista y directa para este sector dominante. La pregunta que podemos hacernos es la siguiente: ¿qué tipo de “pundits” predominan en España? Y llegados a este punto me gustaría proponer una nueva categoría a añadir a la lista anterior: el “spanish pundit”.

Esto sería el resultado de un modelo periodístico que en nuestro país se encuentra en una profunda crisis por dos motivos: por la propia coyuntura económica y por la creciente dependencia que tienen los medios del poder político, ya que el grado de parcialidad de los medios podría calificarse como intenso ya que el grado máximo se reserva a la llamada “prensa de partido”, aunque en la práctica muchos medios españoles actúen al servicio de un partido determinado. Digamos que en España ningún partido financia y controla como propietario, oficialmente, ningún periódico o editorial, pero estas serían formas extremas que quedaron arcaicas en el siglo pasado y que no son necesarias para conseguir el mismo efecto en una “democracia moderna” como se considera a la española.

Desde el estallido de la crisis en el 2008, hasta nuestros días, se ha señalado de manera inmisericorde a los políticos como los responsables de todos los males que nos afligen, compartiendo dicho honor en parte con los banqueros, según la opinión pública. Pero curiosamente no se ha puesto la lupa en el papel que han jugado los medios a la hora de fiscalizar y ejercer su papel de “watchdog” ante las prácticas y abusos del poder político, del cual muchas veces no solamente han sido cómplices con su silencio sino también partícipes con mentiras elaboradas para consumo y promoción del político pertinente que con fondos públicos regaba, previamente, al medio escogido. No nos engañemos, en este sentido el PP y el PSOE tampoco han conseguido lo mismo: a la vista está que la táctica de comunicación de la derecha ha sido, hasta ahora, mucho más eficaz que la de la izquierda.

Un ejemplo determinante lo encontramos en los medios públicos, sobre todo en el caso de las televisiones que maneja el PP, como RTVE o la regional de Castilla la Mancha. Estos días hemos conocido, sin ir más lejos, los intentos de ocultar los abucheos a Wert o las quejas de los propios periodistas de instrucciones políticas que el PSOE ha llevado a los consejos de la televisión pública. Lo primero que hizo Rajoy nada más llegar al poder fue cambiar el reglamento establecido por Zapatero para nombrar, unilateralmente, al director de la cadena pública.

Ya en septiembre del 2013, periodistas de TVE denunciaron la manipulación del caso Bárcenas, concretamente el consejo de informativos expuso lo siguiente: “TVE se ha prestado a una maniobra de intoxicación y manipulación incompatible con las prácticas que la ley exige a RTVE”.

Pero estas prácticas no se limitan a la cadena pública estatal, sino que Nacho Villa, en la regional de Castilla la Mancha, ya cuenta con un largo historial de polémicas que ha llevado a los socialistas de CLM a pedir, en reiteradas ocasiones, su dimisión, sobre todo teniendo en cuenta su elevada nómina (más de 120 mil euros anuales) pagados por un ejecutivo como el de Cospedal que, por otro lado, niega financiación a los dependientes porque “no hay dinero”. Nacho Villa, además, tiene el dudoso honor de conseguir la primera condena por manipulación a la RTVCLM. Mención aparte merece la historia por todos conocida del cierre de canal 9 tras lustros de despilfarro de dinero público por parte de sus gestores y las posteriores denuncias de los periodistas valencianos que acabaron en el paro de recibir órdenes políticas por parte del gobierno de la Generalitat, del PP.

Dentro de estos medios, como es lógico, no puede darse más que el “spanish pundit”, el tertuliano que defiende sin pudor ni vergüenza alguna al partido o al político del cual, de manera directa o indirecta, come en realidad. Incluso en programas de debate político de cadenas como La Sexta o Tele5 existe una creciente percepción por parte de los usuarios de izquierdas de un claro giro conservador en la selección de los tertulianos y el peso global en el desarrollo y el tono de los temas tratados.

En Estados Unidos este colectivo de comentaristas políticos tienen tal poder, ganado en parte por su prestigio, que se les considera como un “quinto poder” dentro del sistema. En España, por el momento, la valoración de los analistas mediáticos dedicados a la política suele ser bastante discreta por no decir mediocre. Quizás uno de los cambios necesarios para transformar la política actual de nuestro país sea el ejercicio periodístico de manera responsable e imparcial respecto al seguimiento e información del poder. No podrá existir nunca una sociedad libre y crítica sin una educación de calidad pero tampoco sin un periodismo decente e insobornable.

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