España se asoma a la ruptura del pacto político de la Transición democrática

Adolfo Suárez con Felipe González.
Adolfo Suárez con Felipe González.

Hoy el llamado gran pacto de la Transición ha roto porque las Instituciones y partidos españoles no fueron capaces de mantener el pequeño Estado del bienestar que lo hacía posible.

España se asoma a la ruptura del pacto político de la Transición democrática

Hoy el pacto de la transición ha roto, porque las Instituciones y partidos españoles no fueron capaces de mantener el pequeño Estado del bienestar que lo hacía posible. 

Los que vivieron aquellas fechas saben que en 1975 y 1976, después de la muerte de Franco, existía una grave crisis económica, derivada de la del petróleo de 1973 que golpeaba -también gravemente- a las clases medias y trabajadoras, mientras los níveles de protección social eran muy bajos. Solo la educación estaba en  camino de convertirse en un servicio universal, al amparo de la Ley de educación de 1970.

La falta de libertades y de servicios sociales, la crisis económica y el atraso relativo de la sociedad española hacían un "cóctel" explosivo, teniendo en cuenta que existía también una extrema derecha franquista muy minoritaria, pero bien enraizada en los puestos de mando de la organización sindical franquista, en la burocracia y en las Fuerzas Armadas. En el mundo de la izquierda y de los nacionalismos vasco, catalán y gallego se constataba la voluntad de construir una democracia desde la ruptura con el franquismo, que reconociera el derecho a la autodeterminación de las naciones-nacionalidades, en el lenguaje de la época- que integran el Estado español.

En este sentido, el pacto político y social de la transición (que comienza con los acuerdos económico-sociales de los Pactos de la Moncloa, sigue con la Constitución y los Estatutos y termina con la crisis del 23-F, el triunfo de Felipe González en las elecciones de 1982 y su primera legislatura) va a atender al ensanchamiento de las clases medias, la generalización de la cobertura del desempleo y la universalización de la sanidad y de la educación públicas, garantizando un "complemento social" a los bajos salarios y una cierta movilidad social. A cambio, la ruptura se hizo reforma, se archivó la memoria histórica, se garantizó la impunidad del franquismo y se alejó a la ciudadanía de un sistema político representativo en seguida derivado al bipartidismo de turno, a la proscripción "de facto" de la democracia participativa y la negación del derecho a la autodeterminación de las nacionalidades, diluyendo su  autogobierno en el café para todos que tanta úlcera nos dio.

Hoy el llamado pacto de la Transición ha roto porque las Instituciones y partidos españoles no fueron capaces de mantener el pequeño Estado del bienestar que lo hacía posible. Por ello, al dejar de garantizarse rentas mínimas ni servicios públicos esenciales, la ciudadanía reclama el derecho a construir lo público por sí misma.

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