¿Trata Rosell a las amas de casa como defraudadoras asimiladas a Bárcenas?

Ama de casa.
Ama de casa.

Desde la CEOE están dedicados en cuerpo y alma a pedir al Gobierno que castigue más a las clases trabajadoras, a criminalizarlas y a hacerlas culpables de sus propios errores.

¿Trata Rosell a las amas de casa como defraudadoras asimiladas a Bárcenas?

Desde la CEOE están dedicados en cuerpo y alma a pedir al Gobierno que castigue más a las clases trabajadoras, a criminalizarlas y a hacerlas culpables de sus propios errores.

Las amas de casa, a las que la caverna  imaginaba en el salón de su casa ojeando en una revista las fotos de la última fiesta de la Presley, con bata rosa y rulos colocados con esmero bajo una redecilla, da a entender Rosell que se han organizado en un grupo “altamente peligroso”, que se han apuntado masivamente al paro, y que lo único que pretenden es cobrar un subsidio. Si, tratadas como defraudadoras y asimiladas a personajes como Bárcenas, o el expresidente de la CEOE de cuyo nombre y tropelías parece que no quieren acordarse.

El trabajo de estas mujeres es monótono, agotador e invisible, casi nadie lo reconoce, pero todos lo exigen. A las tareas domésticas se añade en muchos casos el cuidado de los hij@s, y de personas dependientes. Ellas son una de las caras más duras e injustas de esta crisis, pues cada día se dificulta más su incorporación al mercado de trabajo, y ven como este Gobierno recorta o anula las prestaciones que recibían por la Ley de Dependencia.

Con casi cinco millones de parad@s, en muchos casos se incorporan a la búsqueda activa de empleo a causa del despido de sus parejas, pues son ya dos millones los hogares que tienen a todos sus miembros en situación de desempleo. Sin derechos, sin ingresos, sin consideración ni proyección social, ellas son ahora el nuevo blanco de esa caverna faltona y machista, que ignora o hace que no ve las brechas de género que permanecen en el mercado laboral.

A la CEOE nada le importa el coste emocional, económico y productivo que supone la marcha de miles de jóvenes, el drama de cada día más familias que no llegan a final de mes, o la frustación de los pequeños empresarios honrados que tienen que cerrar sus negocios después de años de trabajo y esfuerzo. Ni un minuto les queda libre para ellos, pues están dedicados en cuerpo y alma a pedir al Gobierno que castigue más a las clases trabajadoras, a criminalizarlas y a hacerlas culpables de sus propios errores.

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