Los 'renglones torcidos de Dios' avivan el mito de la violencia en el fútbol

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Frente Atlético.

En el mundo ultra español, el objetivo no es ser agresivo, sino parecerlo. Lo sucedido el pasado domingo es una rareza, una escenificación que se fue de las manos.

Los 'renglones torcidos de Dios' avivan el mito de la violencia en el fútbol

En el mundo ultra español, el objetivo no es ser agresivo, sino parecerlo. Lo sucedido el pasado domingo es una rareza, una escenificación que se fue de las manos.

El movimiento ultra en España, y seguramente muy a pesar de éste, está dentro de los márgenes medianamente civilizados. Es seguro que con esta opinión no me gane la simpatía de los radicales ni tampoco de la opinión pública (unos por no llegar y otra por quedarme corto), sobre todo a raíz de los acontecimientos del pasado domingo, pero todo tiene su explicación. De hecho, el episodio acaecido a orillas del Manzanares no fue más que una rareza. Me explico...

En este tipo de organizaciones y en lo que a violencia de refiere, la apariencia manda, predominando más la teórica que la real. Esta afirmación queda demostrada con la actitud vociferante de quienes tiran la piedra, la mesa o la silla y esconden la mano. Se cuentan por centenares las ocasiones en las estos grupos se han visto involucrados en los más absurdos lanzamientos de objetos contra aficionados rivales e incluso contra la policía sin motivo aparente. El objetivo no es ser un violento real, sino parecerlo. Una oda al tan manido 'postuero'.

En la escena europea, los radicales españoles están acomplejados por unas sociedades no tan lejanas, como por ejemplo es el caso de la italiana, donde el movimiento 'tifosi' es un auténtico modo de vida predicado y compartido por muchos ciudadanos de diferentes esferas sociales. Por no hablar de otros países del este y el norte de Europa, donde la violencia sí adquiere tintes reales y se posiciona como problema social.

En España, el movimiento es tan residual y está tan poco integrado en la vida diaria de nuestras ciudades que llama la atención el alarmismo de los medios de comunicación, como si el fútbol español estuviera impregnado de una ola de violencia que realmente no es tal. Con este bombardeo informativo, los medios y, por ende, la opinión pública, avivan el mito de la violencia.

El domingo, como rareza, la puesta en escena se desbarató y la coreografía entre ultras del Deportivo de la Coruña y el Atlético de Madrid se fue de las manos. Al igual que el que juega a la máquina tragaperras puede perder su dinero, el que acude a sabiendas a una batalla campal puede perder su vida. Quienes hayan tenido experiencias cercanas a estos movimientos sabrán que no es una práctica habitual, como puede comprobarse con la escueta lista negra de sucesos.

No llamemos problema social a lo que realmente son 'renglones torcidos de Dios'... Hacer creer que todos los colectivos ultras en España practican la violencia 'a tumba abierta' es interesado y falso.

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