Rajoy es un 'tiraboleiro' especializado en embriagar de incienso a Frau Merkel

The Economist vio así en su portada a Angela Merkel / The Economist
The Economist vio así en su portada a Angela Merkel / The Economist

El botafumeiro de Santiago está preparado para purificar el insoportable hedor que desprenden las relaciones ¿diplomáticas? hispano-alemanas. Este fin de semana podría volar para mayor gloria de la 'anguelical' canciller.

Rajoy es un 'tiraboleiro' especializado en embriagar de incienso a Frau Merkel

El botafumeiro de Santiago está preparado para purificar el insoportable hedor que desprenden las relaciones ¿diplomáticas? hispano-alemanas. Este fin de semana podría volar para mayor gloria de la 'anguelical' canciller.

No es verdad que los “tiraboleiros” le estén dando lustre al Botafumeiro ante la inminente visita de Ángela Merkel. Pero tampoco sería una sorpresa que acabase volando sobre la cabeza de la canciller, a ver si me entiendes, si todo el despliegue de incienso de Estado que pretende consumir el presidente Rajoy con su ilustre invitada, ¡dale coba, Mariano!, no consigue que el humo ciegue sus ojos de Gran Hermana que todo lo ven, que todo lo controlan, que todo lo deciden, en esta vieja y secuestrada Europa que está desarrollando, con un retraso de treinta años, los peores presagios de George Orwell.

Marisco e incienso para camelar a la Merkel

Agotada la técnica de Estado de poner el culo, con perdón. Mejor dicho, de ofrecer esa parte de 47 millones de españoles donde la espalda pierde nuestro noble nombre, por decreto, por ley, por lo que haga falta, para que Europa sacie sus más bajos instintos, a Rajoy ya sólo le quedan las bazas del marisco afrodisíaco y el embriagador perfume de nuestro legendario incensario, ¡dale coba, Mariano!, para intentar que Frau Merkel se vuelva a Berlín con un anillo de compromiso con España en el mismo dedo en el que luce el dichoso anillo de los Nibelungos. Todo lo demás, está caducado, aunque el Gobierno siga, erre que erre, aplicando con los asuntos fiscales, sociales, interiores y exteriores la exótica teoría de Arias Cañete con los yogures.

Margallo, por ejemplo, hace tiempo que se ha ido al carallo, dicho sea utilizando aquella proverbial capacidad de síntesis de Manuel Fraga. Y a Montoro hace un horror que no le salen las cuentas,  y ha acabado el hombre especializándose en versiones libres del célebre cuento de la lechera. Soraya es una Santamaría, y nunca mejor dicho, condenada a no descubrir jamás un nuevo mundo. Y De Guindos ha alcanzado en tan poco tiempo su máximo nivel de incompetencia nacional que, aplicando la infalible Ley de Murphy, está en óptimas condiciones de aspirar al nivel superior internacional de la presidencia del Eurogrupo.

España: un país de humo

España es un país de humo, con un presidente de humo, con una oposición de humo, con unas autonomías de humo, con unos partidos de humo, con una prensa de humo, con un pueblo chamuscado y un futuro ahumado, cuyo último recurso, como no podía ser de otra manera, es precisamente encomendarse al humo milagroso del Botafumeiro. Sí, sí. Ése que dejó extasiado hace poco al primer ministro japonés, que seguramente lo inmortalizó en un inofensivo selfie para que sus paisanos acaben reproduciéndolo en masa. Aquel otro incienso catedralicio compostelano que incluso Manuel Fraga, a la gallega, intentó utilizar en la célebre visita de su paisano Fidel, no sé si te acuerdas, para hacerle un exorcismo a ver si expulsaba de su cuerpo el “castrismo”. Lo que pasa es que Fidel, a la gallega, claro, en aquella ocasión rehusó la amable invitación a traspasar el Pórtico de la Gloria.

Total, que salvando el de los habanos, del que por lo visto se ha “desenganchado”, Rajoy es que mantiene una sórdida relación con el humo, oye. No ha sido capaz de declarar Génova, 13 y, ahora La Moncloa, espacios libres de humo. El humo de los sobres de Bárcenas, a través del cual acabaremos averiguando, más tarde o más temprano, dónde está el fuego; el humo de su programa de gobierno, que sigue ensanchando el agujero de la capa de ozono cada vez que el CIS revisa las constantes medioambientales de la sociedad española; el humo del crecimiento económico, del descenso del paro, de la descompresión fiscal, del milagro de los panes y los créditos, de la reducción al absurdo de un déficit público y notorio o de la conservación de esa especie en peligro de extinción a la que seguimos llamando pensiones, no sé yo por cuánto tiempo.  El humo, en fin, de un Consejo de Ministros vitalicio (hasta que las urnas lo separen, claro), compuesto por chicas y chicos de esos con cartera que, a mis escasas luces, una de dos: o se la fuma España y los españoles, o acuden a sus despachos más “fumados” que el añorado Bob Marley a sus conciertos. No, de verdad, hay letras de conmovedoras canciones de Enrique Urquijo y Antonio Vega, esas dos irreparables pérdidas, que dan menos pistas que muchas páginas alucinantes y alucinógenas del BOE. Lo que pasa es que, en los coches oficiales, ni siquiera nuestras audaces, diligentes y didácticas autoridades sanitarias se atreven a estampar una advertencia en aras de la salud pública física y mental: “los acuerdos de gobierno perjudican seriamente la salud”

Europa ha legalizado la prostitución y el proxenetismo de Estado

Pero bueno, a lo que íbamos. Para un verano en el que Galicia, mi tierra y la suya, señor Rajoy, se estaba librando del humo de los devastadores incendios forestales, se viene usted a Ribadumia a hacerle ininteligibles y sádicas  señales de humo a los españoles. Así no hay ecosistema natural y humano que resista, hombre. Y encima, éramos pocos, y se trae a Ángela Merkel, la pirómana política, económica y social por antonomasia de una Europa que arde por los cuatro costados, como aquella Roma que in illo témpore dejó Nerón hecha cenizas.  Por lo visto, al Presidente no le ha llegado con enviar a los españoles a la hoguera por mandato imperativo de la Santa Inquisición de Bruselas. Ca. La versión femenina de Torquemada teutónica, ¡más madera!, sigue presentando síntomas de síndrome de abstinencia de humo, y todo parece indicar que Frau Merkel quiere más vueltas de tuerca, más IVA, más despidos low cost, mayor proporción de españoles –como dice un colega de tertulia radiofónica-, más quemados que la moto de un Hippy. De manera que Rajoy, en un acto de generosidad que le honra, está dispuesto a ofrecer de propina sobredosis de incienso oficial de Estado, de gobierno, para mayor gloria del Dios Euro y su Anguelical” vicaria en la Tierra.  Vergonzoso Incienso servil para intentar que la Canciller caiga del guindo con el caprichoso asunto de De Guindos ¡Menuda perra ha cogido el señor Ministro con el dichoso asunto del Eurogrupo, macho! Vergonzante Incienso sumiso para que Berlín avale el fraudulento milagro económico español ante Dios, la historia y los españoles que navegan a la deriva atravesando un inescrutable Triángulo de las Bermudas electoral. Y, ya resignados a ponerse “mirando a Cuenca”, con perdón, incienso católico, apostólico y jacobeo, a 300 euros del ala cada vuelo sin motor del Botafumeiro, para contrarrestar el olor a podrido que impregna las impúdicas relaciones hispano-alemanas. La vieja Europa es que ha confundido la regeneración con la degeneración. Quería ser algo más que un Club como aquel de Roma, y se ha convertido en un puticlub en el que se ha legalizado la prostitución y el proxenetismo de Estado.

Del brazo incorrupto de Santa Teresa al Botafumeiro

Ya le he dicho a Segundo Pérez, flamante deán de la Catedral de Santiago, que se ande con ojo con el legendario incensario, reverendo padre. A ser posible, con más del que se anduvieron con el Códice Calixtino, que nos dio un susto de muerte. Porque lo habitual es que se confirmen siempre las proféticas sospechas de mi señor Cervantes: “con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho” Pero, chico, a veces, sobre todo cuando en España manda un gallego de esos que afirman que no han visto a las meigas pero jamás confirman que no las haiga,  es la Iglesia la que puede acabar topando con el Estado. Lejos de mi la funesta manía de establecer odiosas comparaciones, oye. Pero da la sensación de que el Botafumeiro se ha convertido en el amuleto del Marianismo, como aquel miembro en formol de Santa Teresa fue el amuleto del Franquismo. Sólo que, el ferrolano Franco, expropió el brazo incorrupto de aquella Santa para ir resolviendo Asuntos Interiores. Y no como Rajoy, mitad compostelano, mitad pontevedrés, que le ha echado el ojo al venerado incensario para intentar resolver Asuntos Exteriores.

Mira, por lo menos nos puede quedar el consuelo de que, en la triste, decrépita y conmovedora historia de la diplomacia española, podrían figurar dos inventos genuinamente gallegos como honrosas excepciones de esas que confirman la dramática regla: el añorado Conde de Gondomar y el purificador aroma del Botafumeiro.

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