Qué productos deberían estar menos presentes en la alimentación de los niños

Bebé comiendo sandía.
Bebé comiendo sandía.

La sal es una de las sustancias de las que más se abusa en la alimentación de los más pequeños. Usar productos frescos y de temporada, y no abusar de precocinados, salsas y aperitivos es la solución.

Qué productos deberían estar menos presentes en la alimentación de los niños

La sal es una de las sustancias de las que más se abusa en la alimentación de los más pequeños. Usar productos frescos y de temporada, y no abusar de precocinados, salsas y aperitivos es la solución.

Cada vez me preocupa más la alimentación de los niños, no sólo por las cifras que indican que somos uno de los países con más obesidad infantil, sino porque lo compruebo por mí misma, testigo de distintas situaciones. Por ejemplo, el otro día en el autobús, delante de mí iba una madre con sus dos hijos. Por deformación profesional, no pude evitar escuchar la conversación cuando oí al niño preguntar por la cena de esa noche, a lo que la madre contestó que había pescado. “¡Figuritas!”, exclamó el niño con los ojos muy abiertos y esperanzados. Automáticamente su hermana replicó con indignación: “¡No!, yo quiero pescado, pescado”. En ese momento me dieron ganas de plantarla un beso, especialmente cuando su madre le preguntó a la niña que por qué no le gustaban las figuritas y las varitas de pescado. La niña insistía que ella prefería el pescado, pescado, y me faltó poco para salir en su defensa.

Me encantó la manera inocente en que la niña dejó claro que esas figuritas no son pescado realmente. Y es que si miramos la composición nutricional de una marca al azar de este tipo de preparados de pescado, merluza normalmente, vemos que ésta está presente en una proporción alrededor del 50-60%  Por lo tanto, una ración de pescado fresco no equivale a una ración de varitas. Además, contiene otros ingredientes que no son lo más idóneo para la alimentación del niño (ni del adulto). Y aunque intenten embaucarnos anunciando que están enriquecidas en vitaminas y minerales, no son mejores; con una merluza fresca rebozada en casa con un poco de harina y huevo, acompañada de una ensalada, tenemos un gran aporte de vitaminas y minerales, y no aportamos aditivos ni calorías superfluas.

Además, es increíble el alto aporte de sodio de este tipo de productos precocinados, a pesar de ser el infantil su principal público. Solamente una ración de 3 varitas de una de las marcas consultadas, tiene más de medio gramo de sal, cuando la OMS recomienda un consumo máximo de 5gr al día en adultos.

Respecto al valor calórico de estos platos, ya sean varitas de pescado, croquetas, empanadillas o similares, puede aumentar considerablemente según si se cocinan al horno, a la plancha  o fritas. Y no quiero ser malinterpretada; no soy de las que abogan por suprimir los fritos, y menos en niños, pues pueden ser un aliado para que coman ciertos alimentos. Pero lo ideal es que aquello que friamos sea un producto fresco, como carne o pescado, o algo elaborado en casa, como pueden ser unos buñuelos de bacalao o croquetas de huevo y jamón.  


La mayoría de la sal de nuestra dieta no proviene de aquella que usamos como aliño o durante el cocinado, sino de los alimentos procesados. Por un lado están todos los aperitivos  tipo patatas chips, gusanitos y otros snacks, que tanto vemos en las manos de los niños, muchas veces, antes de saber coger una cuchara.


 

Volviendo a la sal, su consumo en niños es bastante preocupante. Y no sólo por el consumo de alimentos ricos en sodio, sino por la adición de sal de mesa a los platos ya cocinados. Otra anécdota respecto a esto ocurrió en un restaurante donde vi a una madre que, según dejaban el plato de menú infantil a su hijo, de no más de 3 años, le añadía sal en las patatas fritas que, puedo asegurar, no eran caseras. Por tanto, ya tienen sal de fábrica, más la que añaden en cocina…y las que añadió la madre porque a ella no le debían de parecer suficientemente aliñadas. ¿Y cuál es el problema de un acto así, que puede parecer un hecho puntual? Pues que la educación del paladar a estas edades es fundamental, y si un niño se acostumbra a sabores salados desde pequeño, se establece un umbral alto en su paladar para este sabor, de manera que tendrá más tendencia a utilizar productos con mayor contenido en sal en el futuro. Y el abuso de ésta de manera habitual puede tener un efecto directo sobre el aumento de la presión arterial que, a su vez, es un factor de riesgo en las enfermedades cardiovasculares.

Con el ejemplo de las varitas de pescado y de las patatas fritas congeladas, vemos que en nuestra dieta, no sólo cuenta la sal que añadimos a los alimentos durante el cocinado o como aliño, en una ensalada, por ejemplo. De hecho, la mayoría de la sal de nuestra dieta no proviene de ahí, sino de los alimentos procesados. Por un lado están todos los aperitivos  tipo patatas chips, gusanitos y otros snacks, que tanto vemos en las manos de los niños, muchas veces, antes de saber coger una cuchara. Antes se veía más los domingos, ahora sin embargo se ve durante los recreos, de camino a casa a la hora de comer, después del cole por la tarde… ¡a todas horas! Una de las consecuencias, por ejemplo, es que, cuando comen algo de esto a mediodía, el niño llega a casa sin mucho apetito. Pero además, el sabor que ha dejado ese snack hace difícil apreciar el sabor del plato que tenga de comer.

Si seguimos con la interminable lista de alimentos que aportan demasiada sal a nuestra alimentación, y a la de los niños en una gran medida, encontramos todo tipo de precocinados como las mencionadas figuritas de pescado, nuggets de pollo; pizzas y lasañas listas para hornear; croquetas, san jacobos y empanadillas listas para freír; platos que solo necesitan calentarse como guisos de legumbre, tortillas de patata, platos de pasta y arroz; o las sopas de sobre o pastillas para añadir a los guisos. Todos estos productos son precocinados, es decir, alimentos que ya han sufrido un proceso de cocinado, completo o no, de manera que se puede consumir directamente o tras un leve tratamiento por calor (horno, fritura, microondas…).

No olvidemos también que las salsas, muy utilizadas por los niños, como el ketchup, también contienen gran cantidad de sal. Su uso en algún plato, como acompañamiento (y no el alimento acompañando a la salsa), está bien, pero no debería ser algo que esté por rutina presente en la mesa para hacer uso libre de este tipo de salsas.

Y me gustaría resaltar por último otro grupo de alimentos que los niños consumen mucho, y que podríamos pensar que no contienen sal, porque son dulces…me refiero a los cereales de desayuno; en una ración de 30gr, podemos encontrar más de medio gramo de sal.

Con todo esto pretendo transmitir la importancia de educar a los niños en una buena alimentación, basada en productos frescos y de temporada, y sin abusar de alimentos precocinados, aperitivos, salsas y otros productos envasados. Además, cocinar en casa y dejar que ellos se impliquen en la elaboración de las comidas es muy positivo a la hora de que prueben nuevos sabores, coman mejor y se interesen por su alimentación.

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