El presupuesto público es ya un poderoso instrumento para redistribuir rentas al revés

Deuda pública.
Deuda pública. / X.A.C.

Galeano ya advertía de que el sistema necesita, para su reproducción, un doble lenguaje, una doble contabilidad y una doble moral. O sea, un sistema mentiroso y sofisticado.

El presupuesto público es ya un poderoso instrumento para redistribuir rentas al revés

Galeano ya advertía de que el sistema necesita, para su reproducción, un doble lenguaje, una doble contabilidad y una doble moral. O sea, un sistema mentiroso y sofisticado.

La deuda pública es un instrumento financiero, de carácter extraordinario, destinado en principio a corregir desequilibrios presupuestarios que afectan a las operaciones de capital (inversiones). Pero la deuda compensa también el saldo negativo de los activos financieros y las amortizaciones devengadas en el ejercicio por deuda acumulada. Y eso necesita análisis y explicación pormenorizada. Porque la deuda pública es también un impuesto desplazado en el tiempo. Financiar inversiones con deuda mejora la equidad. Construir un hospital con deuda pública, obliga a que las personas beneficiadas por la inversión (generación actual y futuras) sean también sus financiadores. Pagar la carga de la deuda (intereses y amortizaciones) con más deuda, es ya otra cosa. 

Veamos un caso concreto en Galicia. ¿Qué cuantía tienen hoy los ingresos por deuda registrados en los presupuestos de la Comunidad Autónoma de Galicia en 2015? ¿A quiénes benefician? La respuesta ofrecida en los presupuestos iniciales es la siguiente (gráfico 1): a) los ingresos por deuda son 1.700 millones de euros; b) la carga financiera de la deuda acumulada (intereses y amortizaciones), asciende a 1.544 millones, lo que equivale al 91% de los ingresos por deuda; c) el resto cubre el saldo negativo por activos financieros (8%) y 23 millones en operaciones de capital (1%). O sea, para financiar 23 millones de inversión, la deuda pública debe sumar ya 1.700 millones.

La deuda exige reducir gastos, aumentar impuestos o hacer ambas cosas a la vez

 

Todo ello es así porque el 91% de los ingresos que proceden de los mercados financieros para atender (teóricamente) necesidades sociales, se tienen que devolver a los señores del dinero (prestamistas), garantizando así la estabilidad del negocio (la deuda crece cada año), la prioridad en el pago (reforma constitucional) y obtener beneficios crecientes (intereses), circunstancia que exige reducir gastos, aumentar impuestos o hacer ambas cosas a la vez.  

En España, los ingresos por deuda en el Estado operan con lógica similar y cifras diferentes (gráfico 2). En este ejercicio (2015) los ingresos por deuda suman 141.502 millones de euros, pero la carga financiera supone 127.517 millones (90% de la deuda), donde los intereses son 35.519 millones y las amortizaciones 91.998 millones. El saldo resultante (13.985 millones) financia también activos financieros y operaciones de capital. Como es fácil advertir, los porcentajes ofrecidos por la Administración General del Estado son similares a los registrados en la Comunidad gallega. Y eso no es una casualidad. El presupuesto público es ya un poderoso instrumento utilizado para redistribuir rentas al revés.

El escritor Eduardo Galeano.
El hambre de abrazos...
A Eduardo Galeano le preocupaba el sistema. Y nos advertía de que el sistema necesita, para su reproducción, un doble lenguaje, una doble contabilidad y una doble moral. O sea, que vivimos en un sistema mentiroso y sofisticado. Hablamos del sistema económico, político e institucional que organiza nuestra convivencia. Para que la realidad no sea irreal -añade Galeano- la moral ha de ser inmoral. Porque los políticos hablan pero no dicen y el dinero es más libre que la gente. Una gente que cuanto más paga más debe. Y esto hay que explicarlo porque desmoraliza y arruina. Es decir, sufrimos un sistema distante y explotador. Pero si el sistema no da de comer y además dificulta el amor, estamos ante un sistema que precisa cambios urgentes. El hambre de abrazos es siempre más dolorosa que el hambre de pan, insistía Galeano con enorme inteligencia y convicción.

 

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