El porqué AEDE debería entrar en modo pánico por el cierre de Google News

La realidad digital configura y cobija la forma de ser de una nueva sociedad.
La realidad digital configura y cobija la forma de ser de una nueva sociedad.

El problema de los editores no es ya la falta de previsión sobre las consecuencias del canon, es la pérdida del liderazgo visionario que responde a las revoluciones sociales.

El porqué AEDE debería entrar en modo pánico por el cierre de Google News

El problema de los editores no es ya la falta de previsión sobre las consecuencias del canon, es la pérdida del liderazgo visionario que responde a las revoluciones sociales.

 

A la AEDE, el lobby de los editores de medios en papel, le ha salido el tiro por la culata. Hace años que las cuentas no les salen, tantos como los que lloran echándole la culpa a Internet de todos sus males convencidos de que los lectores no se gastan sus cuartos en el quiosco porque en la red todo es gratis, y si cae el número de compradores cae el número de anunciantes. Por si fuese poco, una vez que acostumbras al ciudadano a no pagar por la información, la vuelta atrás es compleja. Y sí, algo de eso hay, claro, pero el análisis es demasiado simplista, autocomplaciente y ciego, y hasta cierto punto sorprendente cuando hablamos en muchos casos de diarios centenarios y que, por lo tanto, han sabido acompasar sus tiempos al de las revoluciones sociales.

Los mejores editores, como los mejores políticos, han sido los visionarios, los que supieron radiografiar y entender las necesidades de los ciudadanos antes incluso que la propia ciudadanía, y actuaron en consecuencia, varios pasos por delante, abriendo caminos periodísticos y políticos a los que la sociedad se sumó porque vio en ellos no solo el presente, sino también el futuro. Uno de los mejores ejemplos de ese liderazgo e influencia fue la transición, y la carencia de todo eso, la actualidad. Durante años, prensa y política, que se alimentan mutuamente, han vivido de esas rentas y pese al progresivo deterioro informativo y de reputación han ido sobreviviendo gracias a inercias establecidas y hasta asumidas con escasas voces críticas.

Cuando Internet hizo su aparición, la prensa supo que tenía que estar ahí, pero se quedó corta ante este desafío mientras la sociedad corrió más e hizo suyos los nuevos espacios digitales, acaparándolos a medida que se percataba de que gracias a ellos dejaba de ser masa y adquiría personalidad propia. Los ciudadanos ya no son simples lectores y votantes en genérico, ahora se manifiestan como individuos que saben lo que quieren, lo buscan y lo manifiestan, quieren estar, participar y compartir, y el modelo del papel solo representa ya un regreso a ser, de nuevo, parte de una multitud.

El cierre de Google News explica hasta qué punto los grandes editores en España no han sabido aún interpretar los nuevos escenarios porque ante esta transformación social han apostado más por seguir atrincherados en las rotativas que en innovar, y las pérdidas de éstas las han intentado paliar primero con más cercanía al poder, degradando el producto en vez de buscar su máximo valor para el lector, y recortando profesionales, es decir, su alma, y ahora intentando cobrar un canon al indexador dominante en el mercado. Ese agregador es el que recoge sus informaciones y ayuda a darles visibilidad, las muestra ordenadas al mundo entero y redirige el numeroso tráfico de internet a sus respectivas webs, con los consiguientes ingresos por publicidad.

Hay un proverbio estadounidense que dice que “si quieres miel, no des patadas sobre la colmena”, y eso es lo que ha hecho AEDE, patear a los que debieran ser sus aliados: los lectores y los nuevos canales que están configurando y cobijando la forma de ser de una nueva sociedad.

Liderazgo visionario

La mayor miopía del lobby de los grandes no es desconocer el valor de Google, ya que ellos mismos lo definen como la verdadera puerta de entrada a Internet, ni enfrentarse a una de las más influyentes multinacionales privadas, que evidentemente toma las decisiones empresariales que mejor le convienen, como si fuesen capaces de doblegarla. No es ni siquiera haber empujado a un Gobierno, el de Rajoy, preocupado en contentarles y que comprende aún menos que ellos los nuevos entornos digitales, a que apruebe un articulado en una ley en la que nadie gana, y pierden todos, es decir, que si la calidad de un Gobierno se midiese por la eficacia de sus decisiones, la de éste sería a todos luces baja. No, la gran ceguera es ignorar que el momento actual no permite poner límites a Internet, que necesita espacio para crecer e investigar al abrir expectativas inéditas y maravillosas para observar, escuchar y acompañar al ciudadano, básico para reconquistar de nuevo el liderazgo visionario necesario para acortar las distancias con los lectores y alejarlas, por lo tanto, del control político.

Hace 18 años, Gabriel García Márquez, en el discurso pronunciado ante la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa en Los Ángeles, alertó de que los periodistas se habían extraviado “en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro”. Frente a las numerosas iniciativas periodísticas, fuera de España pero también aquí, que luchan por encontrarse en este laberinto que no es futuro sino presente, AEDE sigue perdida y sin valorar que ahora, más que nunca, tiene en su mano una herramienta única para conseguir crear, no solo nuevos lectores, sino cómplices necesarios.

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