París, centro de un ataque contra toda la humanidad y los valores universales

Torre Eiffel en París.
Torre Eiffel en París.

Es sorprendente ver las cifras de la movilización yihadista en Europa Occidental, contribuyendo, por un lado, a la insurgencia en Siria e Irak y, por otro, elevando el terrorismo endógeno.

París, centro de un ataque contra toda la humanidad y los valores universales

Es sorprendente ver las cifras de la movilización yihadista en Europa Occidental, contribuyendo, por un lado, a la insurgencia en Siria e Irak y, por otro, elevando el terrorismo endógeno.

Nunca hasta ahora la amenaza del terrorismo yihadista había latido tan fuerte en el viejo continente. La noche del  13 de noviembre de 2015 pasará a la historia, en palabras de Barack Obama, como "un gran ataque contra toda la humanidad y los valores universales que compartimos".  Desde el nacimiento de Al Qaeda, a finales del siglo XX, los radicales se abren paso con fuerza a partir del año 2006, con la creación del Estado Islámico (EI). Esto es la plasmación en el siglo XXI del intento de crear un nuevo estado mediante la combinación de tácticas terroristas y la conquista tradicional a través de la guerra. Ataviados bajo oscuros pasamontañas y tomando como discurso la “shahada”, miles de jóvenes –muchos de ellos con pasaporte europeo- encuentran la salida a su frustración en el terrorismo islamista. Víctimas de la marginación social en algunos casos y en búsqueda de sus expectativas vitales, en otros, ven como principal propósito un Estado que les proteja del desamparo que sufren en las sociedades occidentales, en las que cada vez tienen menos oportunidades.

Es sorprendente ver las cifras de la movilización yihadista en Europa Occidental, contribuyendo, por un lado, a la insurgencia en Siria e Irak y, por otro, elevando el terrorismo endógeno, como lamentablemente hemos visto en París. Si antes, los terroristas se caracterizaban por un origen de claro activismo político antes de entrar en territorio europeo, ahora, su perfil responde al de descendientes de emigrantes, europeos por tanto, que tienen poco arraigo y mucha frustración, a cuya crisis de identidad acude el EI y los convierte en peones de su lucha.

En el terreno, el Estado Islámico avanza hacia el oeste de Siria mientras los gobiernos europeos y americanos han hecho pocos esfuerzos para poner fin a una guerra que empeora, a pesar de que la crisis de refugiados nos está advirtiendo seriamente.

No tenemos una política Europea común, sólo recientes acuerdos que tratan de coordinar las acciones de lucha antiterrorista y como finalidad frenar el flujo de combatientes europeos que se suman al EI después de haberse entrenado en Siria e Irak. Pero más allá de las acciones concretas e individuales de cada Estado, la UE ha de avanzar y reforzar la cooperación con los países de origen, para apaciguar desde ahí al EI y establecer programas de prevención  en el seno de nuestra sociedad. Este es el mayor reto al que se enfrentan los países europeos a corto plazo, lo que lleva implícito una respuesta efectiva a la crisis de los refugiados.

¿Sabrá estar Europa a la altura de este gran desafío?

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