La ‘Operación Palace’, de Évole, piedra en el zapato de los medios conservadores

Évole, en el centro.
Évole, en el centro.

Una prensa politizada, y no necesariamente minoritaria, sigue empeñada en esquivar una reflexión más profunda sobre las causas que desataron el oscuro golpe militar de 1981.

La ‘Operación Palace’, de Évole, piedra en el zapato de los medios conservadores

Una prensa politizada, y no necesariamente minoritaria, sigue empeñada en esquivar una reflexión más profunda sobre las causas que desataron el oscuro golpe militar de 1981.

 

Parece que nos hemos acostumbrado a hablar de lo menos relevante. Tras casi dos semanas de que La Sexta emitiera el falso documental 'Operación Palace', dirigido por el periodista Jordi Évole, la mayoría de los mal llamados «analistas de prensa» siguen empeñados en enfocar el asunto desde ángulos manidos: que una completa ridiculez, que menuda falta de respeto, que cómo es posible que gente tan influyente y valiosa, tipo Iñaki Gabilondo o Joaquín Leguina, se haya prestado para semejante farsa. En periódicos, estaciones de radio, debates televisivos y hasta ciberforos se siguen alzando voces airadas que condenan el arrojo de Évole, cuyo único propósito era aportar algo distinto a ese oscuro capítulo del golpe militar del 23-F.

Argumentan que el documental es poco serio. «¡En este país no cabe un tonto más!», trinó un tertuliano en uno de los programas de la noche. Y aún no queda clara la razón de su enfado, o por lo menos la contundencia del mismo. Quizá esperaban algo más convencional, más correcto, algo que se deslizara por las habituales líneas de investigación e incluyera alguna que otra valoración, por lo general insulsa y con poco rigor histórico, de modo que el programa apenas destacara dentro de la parrilla televisiva. Es decir, un compendio de imágenes que no incomodara (el «¡Quieto todo el mundo!» de Tejero, los diputados tirándose al suelo, el discurso del Rey, los guardias civiles saliendo por una ventana, bla, bla, bla) y se agotara en la repetición de lo tantas veces dicho y redicho.

Pero esta vez, como tantas otras veces desde que está al frente del programa ‘Salvados’, Évole se ha salido con la suya: ha imaginado una de las muchísimas versiones que planean en el aire sobre las causas del 23-F, y durante algunos minutos nos la ha vendido como cierta. Sin embargo, no es su imaginación la que merece aplausos. El meollo del asunto es lo que su 'Operación Palace' ha desvelado. O sea, lo que esos «analistas de prensa» se niegan a aceptar: que luego de 33 años, España sigue sin saber lo que realmente sucedió aquel 23 de febrero de 1981. Y que lo tantas veces dicho, aunque esté dicho otra vez, no significa que haya dicho la última palabra. Como le pasa a su falso documental, que no por ser falso resulta totalmente falso. En toda mentira, como es bien sabido, siempre hay algo de verdad.

Convendría, entonces, centrar el debate en lo que nos ha dejado 'Operación Palace'. Y olvidarnos de una vez por todas de si nos pareció bien o mal, payasada o exitazo televisivo, estrategia para captar audiencia o arrojo periodístico sin precedentes. Que importa si, durante algunos minutos, llegamos a creérnoslo. Por lo menos, Évole tuvo el buen gesto de advertirnos de que no era (del todo) cierto. Que se trataba de una reflexión, una duda, una pregunta en mayúsculas sobre un suceso del que sólo hasta el año 2050 sabremos la verdad. Y en eso tendríamos que enfocarnos.

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