Nuevas medidas anticontaminación podrían suponer el fin de los motores diésel

La alcaldesa de París persigue que esta imagen no vuelva a repetirse
La alcaldesa de París persigue que esta imagen no vuelva a repetirse.

En ciudades europeas como Londres y París ya se han anunciado medidas contundentes que, en la práctica, supondrían la casi prohibición de circular con un diésel por su interior.

Nuevas medidas anticontaminación podrían suponer el fin de los motores diésel

En ciudades europeas como Londres y París ya se han anunciado medidas contundentes que, en la práctica, supondrían la casi prohibición de circular con un diésel por su interior.

A finales de los ochenta la mayor parte de los vehículos privados en Europa utilizaban motores de gasolina. En esa época los motores diésel se utilizaban fundamentalmente en vehículos pesados, transporte público, o aquellos que realizaban una importante cantidad de kilómetros que justificasen el mayor desembolso inicial. Y es que en esa época la mayor parte de motores hacían justicia a su fama de lentos, ruidosos, pero muy robustos y económicos. Debido a esta dualidad muchos estados aflojaban el yugo de impuestos sobre el gasoil, para favorecer la competitividad del trasporte público, generando importantes diferencias de precio entre el gasoil y la gasolina.

Los fabricantes empezaron a tenerlo claro, habiendo un combustible más económico como el gasoil y un motor como el diésel que por principio genera más rendimiento, era evidente la línea de evolución. Así desde principios de los noventa empezaron a ofrecerse vehículos diésel cada vez más potentes y con menor consumo, lo que viene a ser la cuadratura del círculo. Las consecuencias eran más que evidentes, el mercado respondió con agilidad, y rápidamente los diésel se convirtieron en la principal opción de muchos compradores. Como si de una auténtica fiebre se tratase, las ventas de Diesel se disparaban como la espuma, en muchos casos sin una mínima reflexión. Y es que, a pesar de todo, los Diesel seguían siendo más caros, por lo que necesitaban un kilometraje mínimo para su amortización, que en muchos casos no se cumplía.

Despertar de un sueño

Decía un amigo economista que un negocio deja de ser un “chollo” cuando demasiada gente intenta imitarte. Algo parecido ha sucedido con el diésel, a medida que el parque ha aumentado, también lo ha hecho la demanda de combustible, aumentando el precio. Así de los 15 céntimos de diferencia de precio con la gasolina que había en España hace diez años, a día de hoy apenas llega a 4, y en algunos países de Europa el precio del gasóleo ha superado a la gasolina. Por otra parte se ha creado un problema logístico, Europa refina menos gasóleo del que consume, lo que le obliga a importarlo refinado, lo que encarece el producto. Pero el mayor escollo ha venido del lado de las emisiones, un motor diésel emite menos CO2 que un gasolina, pero mucho más óxido de nitrógeno (NOx) y partículas de hollín. Durante mucho tiempo las normas Euro hacían hincapié en el CO2, que es un gas que aumenta el efecto invernadero, lo que favorecía a los diésel. A día de hoy la normativa está mucho más pendiente de los NOx y las partículas de hollín, ya que pueden provocar enfermedades respiratorias y cáncer. Obligando a los fabricantes a desarrollar sofisticados dispositivos de control de emisiones.

Contaminación urbana

El mayor problema de la contaminación procedente de los vehículos es que se produce en el centro de las ciudades y a nivel de superficie. Unas ciudades excesivamente saturadas de fuentes de contaminación, que ya han comenzado a dar síntomas de agotamiento. A día de hoy ya es habitual ver alertas por mala calidad del aire en muchas ciudades, e incluso algunas que se ven obligadas a tomar medidas de urgencia.

Sirva como ejemplo París, donde a mediados de Marzo las autoridades se vieron obligadas a restringir el tráfico de forma urgente para reducir los niveles de contaminación. Según el informe “Clean of the air” de la UE, en Francia mueren al año 45.000 personas a causa de la contaminación por micropartículas, de lo que se responsabiliza a los motores diésel. En Londres, según su alcalde, la cifra llegaría a 4.300 fallecidos al año.

Medidas drásticas

Desde hace tiempo se vienen tomando medidas para paliar la contaminación en las ciudades asociada a los automóviles. Desde peatonalizaciones masivas, aumento de transporte público, peajes en las zonas céntricas o restricciones de paso a los vehículos más contaminantes. En Londres, el alcalde Boris Johnson, ha presentado un plan de ayudas para sustituir los vehículos diésel más contaminantes por vehículos más respetuosos con el medio ambiente. Dicho plan consta de ayudas de entre 1000 y 2000 libras, con el objetivo de desterrar entre 150.000 y 300.000 vehículos. Evidentemente este plan por si mismo parece vacío, hasta que leemos la letra pequeña, se encarecerá notablemente el impuesto de circulación, así como el peaje de acceso al centro a aquellos vehículos más contaminantes.

En París, la alcaldesa Anne Hidalgo ha presentado un plan mucho más agresivo que prevé que los diésel no circulen en Paris en 2020. Así ya han comenzado predicando con el ejemplo al eliminar todos los vehículos Diesel del parque público. Dicho plan consta de varias propuestas, desde peatonalizar gran parte del centro, fomentar el transporte público, o limitar grandes vías como los Campos Elíseos a vehículos de “ultrabajas” emisiones. Y es que las cifras apoyan las tesis de Hidalgo, los parisinos han perdido la esperanza. En 2001 un 40% no tendían coche, a día de hoy la cifra ya supera el 60%.  Por lo de pronto, y para echar una mano, el gobierno galo ha anunciado un incremento de 2 céntimos al litro de gasóleo a partir del 1 de enero.

Los diésel en España
Pese a que España es uno de los países de la Unión Europea con mayor porcentaje de vehículos diésel dentro del parque móvil, todavía no se han tomado grandes medidas al respecto. Si bien es cierto que desde hace mucho tiempo se ha incluido un impuesto en los carburantes, disfrazado como céntimo sanitario primero e impuesto ecológico después. De todas formas, desde hace bastante tiempo se han anunciado estudios para revertir esta situación. Las soluciones planteadas pasan por elevar las tasas del impuesto de circulación o crear nuevos impuestos, además de fomentar la adquisición de vehículos menos contaminantes.
Pese a la ausencia de medidas plausibles, no deberíamos perder de vista lo que hacen nuestros vecinos, vista la celeridad de nuestros políticos de llevarnos con agilidad hacia la convergencia con la “media europea”.

 

Comentarios