Para montar el Belén se juntaba toda la familia, niños y mascotas incluidos

Desoración navideña.
Desoración navideña.

Estas fiestas nos ponen nostálgicos, nos recuerdan la niñez, la inocencia, y se reviven con ilusión cuando tenemos otros niños alrededor que miran las luces de colores con ojos sorprendidos.

Para montar el Belén se juntaba toda la familia, niños y mascotas incluidos

En estas fiestas es inevitable acordarse de aquellas otras fiestas atrás en el tiempo cuando todos participábamos en montar un Belén, con corchos, con harina, serrín, musgo recogido de los campos, y diseñábamos pueblitos en la lejanía con nieve que quizá nunca la hubo en Belén y luego construíamos caminos serpenteantes y colocábamos pastores, leñadores, lavanderas en ríos de plata y todo el resto del ganado aquí y allá. Resultaba difícil explicar a mi sobrino de tres años que “Mazinguer Z” no podía ir abriéndose paso hacia el Portal , “!!puños fuera!!” desbaratando al resto de los visitantes. Más difícil todavía era evitar que nuestro gato se subiese a la mesa del Belén sembrando el pánico entre las figuritas cual bestia apocalíptica que se comía el musgo y revolvía el serrín y la arena de  caminos y desiertos.

El Belén era una fiesta (quizá venga de ahí la expresión “se montó el Belén”) Y nos esforzábamos siempre en arreglarlo para que resistiera el impacto de los irracionales de la casa.  Ahora, y ya desde hace tiempo, por influencia anglosajona, ponemos el árbol, perfectamente decorado, con luces de colores y bolas brillantes. La verdad es  que ¡qué más da!  Los niños siguen buscando los bastoncillos de chocolate colgados a su alcance y mi gata se sube por las ramas y me reparte por toda la casa bolas doradas y campanillas. Cuando la veo aparecer con un trozo de espumillón en la boca, pienso, se repite la historia,    FELIZ NAVIDAD

Comentarios