La Moncloa propone economía, pero Merkel y la troika imponen “econosuya”

El presidente Mariano Rajoy.
El presidente Mariano Rajoy en La Moncloa.

Los dichosos informes del Fondo Monetario Internacional son la réplica, en pleno siglo XXI, de las profecías de Nostradamus o los malos augurios de los Mayas.

La Moncloa propone economía, pero Merkel y la troika imponen “econosuya”

Éramos pocos y ha vuelto a parir el FMI. Ahora es que se les llama economistas a señoras y señores a los que, in iilo témpore, dicho sea con todos los respetos, se les habría llamado simplemente brujos.

Dios los cría, las facultades universitarias los homologan y ellos se juntan en cátedras universitarias, en ensayos literarios, en Bancos Centrales, en Ministerios de Finanzas, en Ecofines, en viejos y caducos engendros como el IMF, dicho sea en inglés, a leer cartas del Tarot, jugar a las adivinanzas y bombardear a la sufrida opinión pública con funestas profecías. Luego,  como ocurre con los celebres pimientos de Padrón: unas se cumplen y otras non. Lo que pasa es que el papanatismo mediático internacional las publica bajo el rimbombante nombre de informes. Es lo que tiene, valga la redundancia, “tener buena prensa” Y no como los pobres Mayas, como Nostradamus, que se inflaron a hacer “informes” sobre el negro futuro que le aguardaba a la humanidad y, en vez conseguir que bajase la Bolsa, subiese la Prima de Riesgo y se entrase en un ataque de pánico colectivo, sólo consiguieron que al personal le diesen talmente ataques de risa.

Brujería y superstición económica

Ahora, abre la boca “nostradama” del FMI, Christine Lagarde, por ejemplo, y me río yo de los estragos del “efecto mariposa”. Hombre, que el aleteo de las alas de una mariposa se pueda sentir al otro lado del mundo, como dice el proverbio chino, todavía tiene un pase. Pero, chico, que una nueva boutade del FMI (Fondo de Mamarrachadas Internacional) consiga que el mundo entre en erupción volcánica, le sume a uno en una duda de naturaleza antropológica: ¿es el hombre el que desciende del mono o viceversa? Porque, no nos engañemos. La humanidad habrá superado el oscuro período de supercherías de la Edad Media, pero ha entrado de lleno en la era de la brujería y la superstición económica. 

Nunca como hasta ahora habíamos sido tan conscientes de que  la economía forma parte de las ciencias ocultas. Sobre todo los economistas, claro. Cinco años estudiando en la Universidad, ¡pobrecitos míos!, y al final resulta que sólo son los nuevos hechiceros de las ignorantes y supersticiosas tribus humanas del siglo XXI. Ni Krugman, ni Escuela de Chicago, ni Keynesianismo, ni Marx, ni yihadistas neoliberales, ni cuentas de la vieja del bueno de Miguel Ángel Revilla, que se apunta a un bombardeo. Resulta que a estos señores no les enseñaron a hacer cuentas, que es una cosa que nunca sale, sino a contar cuentos. Y, sobre todo, últimamente, cuentos terroríficos de ciencia ficción que no dejan dormir ni a los niños ni a los adultos. Si es que van más ciegos por la vida que un vendedor de cupones en un día de vino y rosas, lo que yo te diga. Para eso mejor habernos quedado como estábamos, con los alquimistas de la Edad Media, que por lo menos nos hacían soñar con la piedra filosofal que podía convertirlo todo en oro. Estos alquimistas de ahora, la única piedra filosofal que han obtenido en sus laboratorios lo convierte todo en déficit, deuda, dinero virtual, depresión, pobreza y mierda, con perdón.

Una saludable dieta salarial para los españoles

Pero, bueno, a lo que íbamos. Éramos pocos y parió el FMI. Alguien, allí, en Washington DC, ha descubierto la vacuna contra la destructiva “gripe española” que se ha llevado por delante al prodigioso milagro económico español. ¡Mira que era fácil, pero no éramos capaces de dar con la fórmula! Es tan sencilla, que incluso la ha entendido Olli Rehn, otro paradigma del Principio de Peter que ha alcanzado su máximo nivel de incompetencia en la Comisión Europea.

Por lo visto, los españoles padecemos obesidad mórbida salarial, y han decidido ponernos a rigurosa dieta de poder adquisitivo. Ni 27% de paro, ni anemia galopante de crecimiento, ni espeluznantes índices de umbrales pobreza, ni ñoñas disculpas de mal pagador como esas. Lo que tenemos es mucho vicio, coño. Cobramos por lo menos un 10% más de lo que necesitamos. Y digo yo que, ya metidos en una “operación bikini” nacional para lucir palmito salarial, ¿por qué un 10 y no un 20 o un 30%? Ya puestos a ganar competitividad, lo que tiene que hacer España es imponer por decreto el salario chino, a ver si me entiendes, y así espantaríamos el fantasma de la deslocalización que recorre los astilleros vacíos, se le aparece por las noches a los Amancio Ortega y, en vez de acojonar al personal, como sus antepasados, lo que hace es provocar ERES y despidos en cadena.

La demencia senil histórica del FMI

Estas cosas ocurren por mantener al FMI en activo en vez de meterlo en un geriátrico. Esta institución de 1945, es más vieja que el Tratado de Roma, la guerra fría, el Muro de Berlín y cosas de esas que ya hemos enviado al desguace de la historia. En realidad no es un Fondo Monetario propiamente dicho, sino un anticuado “fondo de armario” en el que la humanidad conserva paraguas contra el Crack del 29, pañuelos para secar lágrimas por la 2ª Guerra Mundial y modelitos basados en el patrón oro y el patrón dollar. No es que se le haya ido la mano con esa proposición de una rebaja del 10% en los salarios españoles; es que hace ya muchos años que se le ha ido la pinza. No es el mundo el que no entiende al FMI, es el FMI el que no entiende a este mundo que se ha vuelto loco, loco, loco.

Pero, chico, aprovechando que al FMI le ha dado un nuevo brote de demencia senil, se ha metido Olli Rehn en las redes y ha intentado obtener ganancia de pescadores en las aguas revueltas españolas. Aquí es que Rajoy, De Guindos, Montoros, gente de esa, está tan ocupada con nuestra depauperada economía, que no acaba de vislumbrar que las Lagarde, los Rehn, el Ecofin, los Almunia y demás lacayos de esa madriguera de zorras y zorros a la que llamamos Bruselas, dedican todo su exceso de tiempo y su déficit de talento a la “econosuya”, o sea, a la economía de Merkel y los nibelungos.

Desde luego, no somos nada. Y todavía podemos ser menos sin un 10% cada fin de mes.

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