La crisis española aconseja prudencia en la gestión de la hucha de las pensiones

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.
El Fondo de Reserva de la Seguridad Social tiene casi todo invertido en deuda pública española, mientras que en 2007 la mitad estaba en deuda española y la otra mitad en deuda de otros países.
La crisis española aconseja prudencia en la gestión de la hucha de las pensiones

Las pensiones siempre son un asunto delicado, y ahora mismo en España un poco más. Tras la crisis, la única renta que se mantiene a duras penas es la de los pensionistas, más de ocho millones de personas, de quienes dependen a menudo hijos y nietos, de ahí que los jubilados adelantasen en 2012 a los jóvenes en nivel de gasto. Nada de lo que pasa es muy normal, la verdad, por lo que solo cabe pensar en que vendrán tiempos de cambio.

El Fondo de Reserva de la Seguridad Social –en términos coloquiales, la hucha de las pensiones- tenía al comienzo de la crisis menos recursos que ahora pero los tenía invertidos de manera más diversificada. Hoy está casi todo en deuda pública española, mientras que en 2007, por ejemplo, la mitad estaba invertida en deuda española y la otra mitad en deuda de otros países.

Una decisión así contraría los principios generales del mercado, ya que habitualmente todos los grandes fondos optan por diversificar el riesgo de sus inversiones, pero también tiene alguna ventaja: como España paga mucho por su deuda, al menos una parte de esos intereses repercute en la hucha de la Seguridad Social, cada día más necesitada de ingresos financieros, debido a las retiradas del fondo de reserva que hizo el Ejecutivo para afrontar el pago de los jubilados.

El Gobierno de Rajoy ya abrió esa hucha en 2012 y hasta diciembre había sacado 6.500 millones de euros, casi un 10% de lo acumulado en más de una década. Y sigue haciéndolo, ya que no le cuadran las cuentas al tener menos cotizantes y más pensionistas. El asunto es delicado, pero de momento no ha pasado nada.

La confianza que España tiene en España contrasta, obviamente, con la de otros inversores guiados por las agencias de rating, cuyos diagnósticos suelen inspiran a sus directivos para decidir invertir o no, y vender o no. ¿Problema? Cuando un país pierde la triple AAA los fondos de pensiones abandonan literalmente sus posiciones de deuda. Esto genera muchos títulos de deuda soberana en el mercado, que pierden valor, y reclaman más intereses para justificar su compra. Cuando un país entra en bono basura pierde, literalmente, el acceso al mercado de capitales. Resumiendo: la Seguridad Social española ha ido comprando estos últimos años deuda de España despreciada por fondos internacionales.

Lo normal es que con el tiempo se recupere la senda de la diversificación, pero por ahora parece difícil que pueda escogerse ese camino. ¿Qué sería lo peor? Sin duda, el escenario más adverso vendría dado por una quita de la deuda de España, ya que la hucha de las pensiones tendría que asumir una parte. Ese riesgo sigue ahí, y seguirá mientras no se recupere la confianza en la eurozona y baje la prima de riesgo a un nivel razonable; por ejemplo de 200 puntos.

En teoría un rescate es una ayuda financiera que le permite al Banco Central Europeo desplegar el programa de compra de deuda para rebajar de forma significativa la prima de riesgo y mejorar la liquidez de la banca. ¿Gratis? No. Y ahí está el problema para España, cuyo Tesoro afronta en 2013 renovaciones de crédito por 230.000 millones de euros. Como se exigirán garantías y no hay mucho que ofrecer, en un escenario extremo los acreedores le echarían el ojo a las pensiones de los españoles. Es evidente que el rescate le interesa a los acreedores de España, pero no es seguro que sea bueno para sus ciudadanos. @J_L_Gomez

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