Italia y Alemania. Vidas paralelas en sus respectivos mundiales de fútbol (II)

Italia y Alemania, siempre protagonistas en los Mundiales.
Ballack y Totti pugnan por un balón en la semifinal del Mundial 2006.

Alemania, al igual que Italia en 1990, partía como clara favorita para ganar su Mundial en 2006. Pero no siempre salen las cosas como estaban previstas...

Italia y Alemania. Vidas paralelas en sus respectivos mundiales de fútbol (II)

La historia de la selección de Alemania en 2006 difiere sensiblemente de la de Italia en 1990. Lo que pasa es que como el resultado final fue el mismo, para la historia de los mundiales quedó la misma sensación: selección potente, favorita, anfitriona, que va cumpliendo los pronósticos y que se ahoga en la orilla cuando el triunfo parecía cercano. Huelga comentar que un equipo como el alemán siempre será favorito para ganar lo que sea. El día que deje de serlo es porque algo muy gordo habrá pasado. Y, de momento, parece que no es así ni hay atisbos de que lo vaya a ser.

Comenzaron los alemanes su Mundial de 2006 en un grupo bastante asequible, con Polonia, Ecuador y Costa Rica como compañeros de viaje. Y nada que ver con el estilo de juego de Italia de 1990. Ellos a lo suyo, a su estilo y a sacar el rodillo en cuanto pudieran: 4-2 a Costa Rica nada más empezar, le siguió un escueto e in extremis 1-0 a sus vecinos polacos (gol de Neuville en el minuto 91) para finalizar el grupo ante una Ecuador que se presentaba con otras dos victorias en su casillero en los partidos precedentes. Pero no hubo lugar a la sorpresa: un 3-0 dejaba bien a las claras que con Alemania y en su país no hay lugar para las bromas.

La segunda fase del campeonato se presentaba mucho más que interesante. Ninguna selección potente había sido eliminada en la primera fase y, por tanto, las eliminatorias iban a ser de lo más reñidas. Esto no era el Mundial 2002 precedente, ni mucho menos. A Alemania le tocó lidiar con Suecia, que se había clasificado sin estridencias en su grupo. Tampoco hubo sorpresas, a los 12 minutos Alemania ya había marcado dos goles y finiquitado la eliminatoria. Llegaban los cuartos, contra Argentina.

No fue una eliminatoria fácil. De hecho, no fue hasta 10 minutos antes del final cuando Klose, el pichichi del Mundial, consiguió neutralizar el tanto inicial argentino. Se llega a la tanda de penaltis y la sangre fría germana logró la clasificación al no errar ningún lanzamiento. Otro paso dado hacia la final. Ya sólo faltaban las semifinales.

Y en esas semifinales esperaba Italia. La que siempre está ahí. La que siempre hay que contar con ella por el mero hecho de ser Italia. La que siempre se dice “no están bien, pero son Italia”. Pues bien, una selección, la italiana, que pasó sin problemas la primera fase, que se clasificó a su más fiel estilo en octavos contra Australia merced a un penalti en el minuto 93, y que en cuartos se deshizo de Ucrania por un claro 3-0. Buffon, Zambrotta, Materazzi, Cannavaro, Pirlo, Gattuso, Totti, Del Piero, Inzaghi… eso es lo que se iba a encontrar la anfitriona Alemania.

Fue una semifinal realmente espectacular. Digna de un campeonato del mundo. Con jugadas de ida y vuelta, tiros al palo, intervenciones magistrales de Buffon y Lehman… pero ningún gol. Empieza la prórroga y dos tiros al palo consecutivos de Italia. Ocasiones de uno y otro bando y el balón que no entra. El estadio Westfalen de Dortmund que se preparaba para otra tanda de penaltis cuando sucede lo impensable: balón que engancha Grosso según le venía en el área, marca un golazo y silencia a toda la afición germana. Era el minuto 119. Se acababa la prórroga.

Mazazo por todo lo alto. No por lo imposible del hecho, ya que Italia había gozado de ocasiones para marcar, pero sí por el momento en que se produjo. Daba igual. Quedaba un escaso minuto, se levantaron los alemanes y decidieron que había que morir con todo en lo poco que quedaba de partido. Eso fue lo que sucedió: en una contra, Gilardino se fue con el eterno Alessandro del Piero y este último daba el estocazo definitivo a Alemania marcando el 2-0. Todo se había acabado. Italia, la que nunca se rinde, la que siempre saca recursos hasta el final  había eliminado al anfitrión que veía como en dos minutos se había quedado fuera de su mundial.

El partido de consolación fue eso, de mera consolación. Ganaron a una combativa Portugal por 3-1 y se llevaron el tercer puesto, además de proclamarse su delantero Klose como el máximo realizador del torneo. Poco consuelo para una selección que vio como se le escapó su objetivo en el último suspiro ante Italia.

Por su parte, los transalpinos lograron su cuarto entorchado mundial ante Francia de la forma que a ellos les gusta: por penaltis y sin fallar un solo lanzamiento. Fue aquella final en la que el gran Zinedine Zidane disputó su último partido como profesional y que terminó antes de tiempo tras su remate de cabeza contra el pecho de Materazzi. Curiosamente los dos goleadores de aquella final. Italia ganaría aquel mundial que se le negó al anfitrión Alemania. Justo lo contrario que había sucedido en Italia 90.

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