El Irán de la calle es un teatro donde la gente hace el papel que el gobierno le asigna

Fiesta en Irán.
Fiesta de una boda en Irán.

Detrás de las puertas de sus casas, las mujeres no suelen usar pañuelo y visten al estilo occidental. Beben alcohol, cantan y bailan todos juntos. Sueñan con las libertades. Con poder viajar...

El Irán de la calle es un teatro donde la gente hace el papel que el gobierno le asigna

Detrás de las puertas de sus casas, las mujeres no suelen usar pañuelo y visten al estilo occidental. Beben alcohol, cantan y bailan todos juntos. Sueñan con las libertades. Con poder viajar...

Uno de las primeras cosas que leí y escuché sobre este país es que hay dos Irán en uno, el oficial que ocurre en la calle y el real, pero que solo existe en las casas y lugares privados. Me resultó curioso el comentario y ya estando allí les pregunté a varios iraníes su opinión sobre esta afirmación. No podían estar más de acuerdo.

Al poco que estás allí ya lo puedes confirmar y puedes empezar a entender cuál es la realidad. En muchas guías y agencias comentan que es mejor no preguntar sobre cuestiones políticas, pues es todo lo contrario, parece que están deseosos de mostrar su indignación y rechazo hacia su gobierno, en voz alta y clara.

Pero empezaré por el principio, por el Irán oficial, el que el gobierno quiere que exista y camufla de democrático. Donde los partidos que se presentan a las elecciones son escogidos por el “gobierno mayor”, es decir, por los representantes religiosos. En ese Irán oficial las mujeres están obligadas a usar pañuelo y no mostrar ni tobillos ni codos, aunque este es el menor de sus problemas. No pueden bailar ni cantar y, hasta no hace mucho, andar en bici. La mayoría de las leyes las sitúa en peores y lamentables condiciones que los hombres. Esto y muchísimo más, es el Irán más conocido y criticado y la razón por la que muchas personas consideren este país como un destino no apetecible. Pero incluso en este Irán oficial sorprende la gran amabilidad de la gente por la calle, la curiosidad y la gentileza que hacen gala en todas partes. Ellos mismos son los primeros sorprendidos en encontrar turistas, por lo que es muy habitual la pregunta: Por qué has venido a Irán? siendo conscientes de la imagen tan negativa que hay de ellos y que el gobierno americano insiste en dar. Lo segundo que te preguntan es: Qué opinión tienes ahora de nosotros?

Jóvenes en el parque de atracciones de Isfahan, en Irán.

Ahora voy a hablar del Irán que te encuentras detrás de las puertas de las casas. En la gran mayoría de los hogares las mujeres no usan pañuelo y visten al estilo europeo. Beben alcohol, cantan y bailan todos juntos. Sueñan con libertades, sueñan con viajar, sueñan con dejar de tener un gobierno teocrático, con estudiar,… y todos usan las redes sociales, a pesar de estar prohibidas.

Recuerdo mi llegada a Isfahan. Había quedado de ir a dormir con una chica de couchsurfing de profesión diseñadora gráfica. Cuando llegué me presentó a una pareja de amigos que estaban de visita y resultaron ser dos de los cuatro integrantes del vídeo que dio la vuelta al mundo con la canción de “Happy” (que más adelante comentaré) y me comentó que esa noche tenía una fiesta en casa… En ese Irán de puertas adentro había gente que no seguía ninguna de las estúpidas normas impuestas por un gobierno musulmán, había ganas de bailar, de cantar, de hablar de política, de todo.

La mayoría de los invitados eran universitarios deseosos de un país en libertad pero que ven, como única opción, marcharse a vivir una vida digna en otro lugar.

Sobre la pareja del vídeo de Happy, decir que en aquel entonces todavía estaban esperando sentencia y que a día de hoy ya sabemos que han sido condenados a seis meses de cárcel y 91 latigazos (condena que ha afortunadamente sido suspendida si durante un tiempo no se meten en más problemas). Cuando les pregunté qué querían demostrar con ese vídeo, la respuesta fue simple: “que en Irán puedes ser feliz”; en definitiva, que son gente feliz y no esa oscura sombra que se muestra de una mujer cubierta con un Hiyab (manto negro que cubre todo el cuerpo). No tenían ni idea de la repercusión que iba a tener, de hecho, tienen muchos más vídeos pero que no se les ocurrió subir a Youtube, este fue el primero… y el último. A la pregunta de si son musulmanes, la respuesta es “sí, claro”, igual que los católicos en España. No la practican nunca, pero está ahí, porque el Corán tiene muchas lecturas y no es necesario ser radical para ser un buen musulmán, según ellos, se lleva en el corazón.

Esta pareja no se quieren marchar de Irán, me decía ella (que ha viajado por muchísimos países y que es modelo en la clandestinidad, aparte de profesora de inglés) que le daba mucha rabia no poder vivir en su maravilloso país, hablar su idioma y estar con su gente, que le encolerizaba que para poder vivir en libertad tener que renunciar a todo eso. Que su meta no era huir, sino seguir rompiendo las reglas. Eso me lo dijo en agosto de 2014, ahora mismo no puede romper una pequeña regla (como enseñar los tobillos), pues la pena se haría efectiva. La única salida, sino quiere vivir con el temor de ser nuevamente detenida o multada por alguna pequeña tontería, era marcharse… por suerte ella es de una familia de clase alta y se puede permitir cambiar de país, aunque para hacerlo de forma legal tiene que hacer los trámites, que pueden llegar a durar dos años, que hace todo el mundo. Pero qué pasa con todas personas que quieren esa libertad pero que saben que nunca la podrán alcanzar?

En todos los días que estuve en Isfahan, tuve la oportunidad de conocer a varios iraníes y disfrutar de largas conversaciones, de escuchar sus ansias, sus sueños rotos, su resignación, su furia,… Pero incluso cuando estuve con otras familias mucho más convencionales y tradicionales (en Shiraz y Kerman), el discurso era el mismo. Una de las mujeres que conocí me decía que ella siempre usa el pañuelo cuando viaja al extranjero, que es su decisión por razones religiosas, pero que no está de acuerdo en absoluto con ninguna de las acciones y leyes del gobierno. Hice la pregunta a muchísima gente de condición social diferente, si estaban de acuerdo con el gobierno, y en el 100% de los casos la respuesta fue no.

Tuve la oportunidad de vivir una boda iraní que, como no, en realidad son dos… como la vida misma en Irán. En primer lugar fuimos a un restaurante donde las mujeres y los hombres estábamos separados mientras había música y bailábamos. A la hora de cenar entraron los hombres y todas las mujeres se cubrieron con el manto y el pañuelo.

Después de cenar, cuando pensé que nos íbamos para casa, resulta que nos íbamos a la “boda real”, según me dijeron, la otra era la “boda oficial y permitida”. Al llegar a un local en el medio de la nada, sin luces ni apariencia de discoteca, entramos por una pequeña puerta y allí nos estaba esperando un cantante con sus músicos y un Dj. La gente empezó a bailar y cantar todos juntos y en un lateral había una zona donde había alcohol. Esa fue la boda real y la que se disfruta.

Cuando volví a Teherán a casa de la chica que también me había acogido en su casa (couchsurfing) tuvimos largas conversaciones sobre mi descubrimiento de Irán, de la gran diferencia entre los iraníes y el gobierno iraní, de cómo coexistían esas dos realidades y la dificultad y riesgos que tenína. Al final, en vez de irme de museos, nos quedamos hablando y hablando dos días enteros (con casi sus noches!). Me resultaba muy interesante descubrir a una mujer con aquella, con ganas de vivir, pero sin fuerzas para luchar. Que sigue las reglas para no tener problemas y poder conseguir su visado para marcharse a vivir su libertad en Canadá. Una mujer fuerte, decidida y muy inteligente. Una mujer que tendré el placer de recibir en mi casa en su viaje de dos meses por Europa sin su marido, porque fuera de Irán, es una mujer libre con todo el apoyo de su maravilloso marido.

Con este artículo, solo pretendo mostrar el Irán que existe tras bastidores, porque el Irán de la calle es un teatro donde cada uno hace el papel que el gobierno le obliga a interpretar.

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