¿Si inhabilitan al maquinista, libre con cargos, ya nos quedamos tranquilos?
¿O mejor que sigan investigando para saber si, además de una posible imprudencia del conductor, hay más carencias? ¿Qué tal si revisamos a fondo todos los sistemas de seguridad?
Francisco José Garzón, de 52 años, 30 de ellos en Renfe, el maquinista del tren siniestrado en Santiago, ya admitió en sede judicial que pudo haber cometido una imprudencia. Pero, con independencia de su declaración de casi dos horas ante el juez Luis Aláez, del Juzgado de Instrucción número 3 de Santiago, ¿hay que seguir investigando? ¿O ya nos quedamos tranquilos? Sobre la mesa tenemos 79 homicidios.
De entrada, el magistrado Aláez le ha retirado el pasaporte a Francisco José Garzón, que tendrá la obligación de presentarse cada semana en el juzgado santiagués. Además, el instructor lo ha inhabilitado para seguir pilotando ferrrocarriles. Por el libro.
¿Y ahora qué? El sentido común indica que, confirmado lo ya sabido, que el maquinista fue imprudente -lo reconoce él mismo-, procede revisar a fondo la seguridad de la vía, la señalización de los tramos y los sistemas de seguridad y de comunicación. Los que había y los que podía haber y no había.
Esto no ha hecho otra cosa que empezar y seguramente queda mucho para que se sepa la verdad. Entre otras cosas, porque el Estado tiene la obligación de investigar las causas del siniestro con el objeto principal de evitar, en la medida de lo humanamente posible, que otro accidente similar pudiera volver a producirse.
Las víctimas, los heridos y sus familias no se merecen menos. Del mismo modo que los ciudadanos que quieren subirse al tren sin ninguna clase de temor.
