Hoy en día existen 2.2 millones de personas tras las rejas en Estados Unidos

Obama, el primer presidente de EE UU en visitar una prisión. / Twitter
Obama, el primer presidente de EE UU en visitar una prisión. / Twitter

Muchos de ellos no son delincuentes violentos y están sirviendo condenas innecesariamente largas, según explica el propio presidente de EE UU en este análisis.

Hoy en día existen 2.2 millones de personas tras las rejas en Estados Unidos

Muchos de ellos no son delincuentes violentos y están sirviendo condenas innecesariamente largas, según explica el propio presidente de EE UU en este análisis.

Hoy en día existen 2.2 millones de personas tras las rejas en Estados Unidos y millones más se encuentran bajo admisión condicional o libertad condicional. Cada año, gastamos $80 mil millones de dólares de los contribuyentes para mantener a la gente en la cárcel. Muchos de ellos no son delincuentes violentos y están sirviendo condenas innecesariamente largas.

Creo que podemos interrumpir el flujo de escuelas con pocos recursos a cárceles abarrotadas. Creo que podemos abordar la disparidad con la que se aplica la justicia penal de tasas de arrestos a condenas y encarcelación. Y creo que podemos ayudar a aquellos que han servido su tiempo y se han ganado una segunda oportunidad, a que consigan el apoyo que necesitan para convertirse en miembros productivos de la sociedad.

Por eso es que durante este año he estado hablando con personas en todo el país sobre la reforma del sistema de justicia penal para hacerlo más inteligente, más justo y más efectivo.

En febrero, me reuní en el Despacho Presidencial con oficiales de la policía de todo el país. En la primavera, me reuní con oficiales de la policía y jóvenes en Camden, Nueva Jersey, en donde están utilizando vigilancia policial comunitaria y datos para reducir el índice de criminalidad. Durante el verano, visité una prisión en Oklahoma para hablar con los reclusos y los oficiales penitenciarios sobre la rehabilitación de los prisioneros y la prevención, a fin de evitar que más personas terminen allí en primer lugar. Hace dos semanas visité West Virginia para reunirme con familias que luchan contra la adicción a fármacos con receta y a la heroína y con personas que están trabajando para encontrar nuevas soluciones de tratamiento y rehabilitación. La semana pasada viajé a Chicago para agradecerles a los jefes de la policía de todo el país por todo lo que sus oficiales hacen para proteger a los estadounidenses, asegurarme que cuentan con los recursos que necesitan para hacer su trabajo y para exigir reformas de sentido común en cuanto a la seguridad de las armas, que hagan que tanto los oficiales como sus comunidades se sientan más seguras.

Y ya sabemos que tener a millones de personas dentro del sistema de justicia penal, sin ninguna posibilidad de conseguir un trabajo una vez liberados, es insostenible. No es bueno para la comunidad ni es bueno para la economía.

Por eso, viajé a Newark, Nueva Jersey, a fin de resaltar los esfuerzos para ayudar a aquellos estadounidenses que han pagado su deuda con la sociedad, para que se reintegren de nuevo a sus comunidades. Cada uno tiene una función que cumplir, desde las empresas que contratan a ex delincuentes hasta las organizaciones filantrópicas que apoyan los programas de educación y capacitación. Y seguiré trabajando con las personas de ambos partidos para que traigan a mi escritorio proyectos de ley para la reforma de la justicia penal, incluso un proyecto de ley bipartidista que reduzca las condenas mínimas obligatorias para los delincuentes no violentos por delitos de drogas y recompense a los prisioneros con condenas más cortas si completan programas que hagan menos probable que vuelvan a cometer un delito. 

Existe una razón por la que las buenas personas de este país se están uniendo para reformar nuestro sistema de justicia penal. Porque no se trata de política. Se trata de ver si nosotros como país realmente honramos nuestros ideales fundadores de libertad y justicia para todos.  Y trabajando juntos, podemos asegurar que podamos lograrlo.

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