Han tenido que pasar más de diez años para comprender bien lo que vale un euro

La devaluación interna afecta a los ingresos de mucha gente.
La devaluación interna afecta a los ingresos de mucha gente.

Este artículo, según explica la propia autora, no pretende determinar ni causas ni consecuencias, solo exponer el impacto que supuso el cambio de pesetas a euros a nivel personal.

Han tenido que pasar más de diez años para comprender bien lo que vale un euro

Este artículo, según explica la propia autora, no pretende determinar ni causas ni consecuencias, solo exponer el impacto que supuso el cambio de pesetas a euros a nivel personal.

Mi independencia económica arrancó cuando empecé a trabajar y a percibir mis primeros salarios en pesetas. Aunque ya lo hacía con la paga semanal, fue a partir de entonces cuando tuve que aprender a administrarme, es decir, compensar mis ingresos con mis gastos, y a poder ser de modo que los segundos no superaran a los primeros. En poco tiempo esas pesetas se transformaron en euros y recuerdo que aquellas seis cifras de mi nómina se redujeron a cuatro, e incluso a tres. 

El impacto fue brutal, pero como una servidora aprendió a administrarse con las pesetas en su adolescencia pues también se propuso hacerlo con los euros en su juventud. La cosa no tendría por qué haberse complicado si no fuera porque todas las generaciones tuvimos que hacerlo al mismo tiempo y mi percepción con el paso de los años es que lo hicimos mal.  

Equiparar 50 euros a 5.000 pesetas fue parte de nuestra perdición porque cada vez que nos gastábamos 50 euros nos estábamos olvidando de las tres mil pesetas de más que dejábamos por el camino. Nuestros ingresos equivalían en euros a las antiguas pesetas, pero nuestros gastos se incrementaban sin nosotros saberlo. Se unieron el aprendizaje, la picaresca, las ganas de familiarizarnos con la nueva moneda y la añoranza por la vieja. Y ese cóctel que solo tomábamos en los viajes al extranjero nos los tuvimos que tragar en casa mientras comprobábamos que los euros se nos escapaban de las carteras y que no había regreso posible.  

A día de hoy, no sin tiempo, creo que esos 50 euros por fin han cobrado ya el valor que verdaderamente tienen, primero porque no queda más remedio y segundo porque no sólo el vendedor se ha dado cuenta, sino que el consumidor también lo ha hecho. 

Se me antoja pensar que si el valor del euro hubiese sido 100 pesetas y no 166,383, el golpe habría sido menos duro porque creo que en esas 66,383 pesetas ha estado, en muchas ocasiones, el secreto y hemos considerado calderilla lo que no era tal. Sé que el análisis es sencillo -tal vez incluso simple-pero ahora pónganse a sumar, o a restar.

Comentarios