El Gobierno español empieza a tomar en serio las amenazas del islam radical

Activistas islámicos.
Activistas islámicos.

Informes remitidos al Gobierno por el CNI, la Policía y la Guardia Civil definen España como "retaguardia", "vivero de reclutas" y "fuente de financiación constante" de Al Qaeda en el Magreb.

El Gobierno español empieza a tomar en serio las amenazas del islam radical

Informes remitidos al Gobierno por el CNI, la Policía y la Guardia Civil definen España como "retaguardia", "vivero de reclutas" y "fuente de financiación constante" de Al Qaeda en el Magreb.

Anjem Choudary, el principal rostro del islamismo radical en Reino Unido, en unas recientes declaraciones al diario El Mundo, afirmó sin inmutarse:

Al Andalus es una tierra musulmana como también lo es la Palestina ocupada por los judíos o toda la India. Todos esos lugares serán recuperados algún día. Mi opinión personal es que no se necesitará un lapso muy largo de tiempo. Tariq ibn Ziyad [el general que lideró la conquista musulmana de Hispania] se hizo con España en ocho años. Se sorprendería si supiera como de rápido serán anexionadas esas tierras”.

Estas amenazas de clérigos radicales no son simples bravatas. El ministro de Asuntos Exteriores ha revelado que el Gobierno español se las toma en serio, que le preocupa la implantación del Estado Islámico en el norte de África, que se observa con atención lo que ocurra en Libia, donde la bandera negra ya ondea en algunas ciudades del país. Según José Manuel García-Margallo, “el riesgo de contagio por todo el norte de África es muy serio, una auténtica amenaza para nuestra seguridad nacional”. ¡Cuán lejos se dibujan aquellos días en que, según la retórica del Régimen de Franco, siempre se destacaba “la tradicional amistad con los pueblos árabes”! Y en todo caso, los jefes de Estado o mandatarios de ese mundo eran los pocos que se dejaban caer por aquí.

El Reino de España no se había planteado, al contrario en Francia, Holanda, Italia o Suiza, un debate más profundo, sobre el modo de conciliar el respeto a la cultura musulmana con el acomodo a las reglas de la cultura occidental.  ¿Y qué ocurrirá –como ocurre ya en el Reino Unido- con la venidera generación de españoles de origen magrebí, pero nacidos aquí? ¿Declararán que se sienten más leales al país o a la comunidad islámica?  En el ámbito de lo cotidiano, una gran parte de los incidentes –cada vez más frecuentes- que perturban la convivencia entre la comunidad musulmana que vive en España y el entorno donde se halla instalada, sobre todo en Cataluña y el Levante, se deben a la resistencia de aquélla a aceptar someterse a las normas más comunes que ordenan la sociedad civil en los aspectos más ordinarios. Pero lo peor no es que traten de imponer no ya sus códigos morales o religiosos, sino prácticas que en el ordenamiento del mundo occidental son comportamientos no admitidos por las reglas que enmarcan la vida en sociedad (o incluso delitos), desde la higiene a los límites a la potestad de los padres, los derechos de la mujer o las libertades personales.

Giovanni Sartori dice al respecto:

"Entre los estudiosos siem­pre es obligado distinguir entre un Islam abierto y razonable y el Islam cerrado por el rechazo. Pero la realidad es que es el Islam puro y duro, el Islam fundamentalista, el que se ha reanima­do y reavivado entre las masas. El argumento fundamentalista es que la decadencia y la humillación de los pueblos musulmanes vienen del abandono del Islam auténtico. Los musulmanes han sido la me­jor nación del mundo, mientras que han ob­servado fielmente la shari'a, el camino señalado por Alá; y han perdido supremacía porque se han alejado de ella. Y por lo tanto hay que purificar al Islam de cualquier influencia y corrup­ción occidental. 

De hecho el Islam auténtico lo encarnan los grupos militantes que persiguen con la acción (violenta cuando es preciso) tres objetivos: Purificar el mun­do musulmán. Conquistar para la fe los países medio musulmanes. Volver al asalto de Occidente reabriendo la "guerra santa". Las advertencias de este prestigioso estudioso parecen irse cumpliendo con los resultados conocidos. Y destaca que mientras otras religiones confían su expansión al proselitismo misionero, El Islam nace como una "fe universal", armada y guerrera:  

 “En la visión islámica el mundo se divide entre tierra de Islam y, preci­samente, tierra de guerra santa que el creyente debe conquistar para la fe. Un primer tema es, pues, que el renacimiento del islamismo autén­tico lleva consigo un deber de conquista, de conquista de los infieles. El occidental laiciza­do no toma estas cosas en serio, y mucho me­nos las comprende. Pero se equivoca”, sentencia Sartori.

No hay escapatoria: o estás dentro de la Ummah, la comunidad de los creyentes, o estas fuera.

En España vive oficialmente en torno al millón y medio de musulmanes, de forma legal. En cuanto al número de irregulares, sencillamente no se sabe. En Francia hay cuatro millones de musulmanes, 3,4 en Alemania y 1,6 en el Reino Unido. En total, 20 millones de residentes europeos son musulmanes. El informe «Musulmanes en Europa» del Open Society Institute  -una fundación privada financiada por el multimillonario George Soros- concluye que el número de musulmanes se duplicará en Europa antes de quince años.  

Uno de los aspectos que hace al Islam una religión distinta de todas las demás es que, como señala Sartori, tiene su capacidad de penetración basada en

Su "ley sagrada" (shari'a) verdaderamente lo penetra todo. No acepta ninguna esfera extrarreligiosa, y por lo tanto no distingue entre vida laica y vida de cre­yente. Aquí todo está fundido. Y si esta fusión se recalienta, entonces adquiere, o puede ad­quirir, una fuerza de choque rompedora”.

La reconquista de Al Andalus

Las frecuentes alusiones de Al Qeda a la "Reconquista de Al Andalus", es decir,
España, son un anhelo compartido por otros musulmanes menos radicales, pero que asumen como un deber propio contribuir a la recuperación de aquellos territorios donde un día se entronizó el Islam. La experiencia en otros países europeos, como Francia o Alemania, muestra que amplios sectores de la población musulmana, ya nacidos y educados en estos países, se han impermeabilizado frente al resto de la sociedad, manteniendo su unidad interna con criterios identitarios de un fuerte carácter religioso. Y aunque sería desproporcionado asociar automáticamente estos movimientos políticos a los grupos proselitistas del integrismo islamista, tampoco sería realista ignorar los vínculos que se han detectado entre unos y otros.

En Murcia, se estima que uno de cada 15 habitantes es musulmán. En Cartagena, ya uno de cada 10 niños que van a la escuela son de esta religión. Dato curioso: el nombre Mohammed, según el INE, es uno de los 50 más frecuentes era la región.

Como ha ocurrido siempre, los conversos suelen ser los más activos propagadores de la nueva doctrina que han asumido. Sus opiniones (en diversas formas, entrevistas o declaraciones) aparecen en Webislam y en otros de los foros de Internet para la islamización de España. En este sentido, se han aprovechado conferencias y encuentros internacionales, como alguna celebrada en Bruselas, bajo el inequívico título de "La educación islámica en Occidente" para explicar los objetivos últimos que han de alcanzar los bueno musulmanes españoles. 

Veamos algunas ideas y reflexiones:

  • > Al Ándalus seguirá siendo Al Andalus para los musulmanes de todas las épocas. Eso está ahí, nosotros no lo hemos creado. Aquí tenemos nuestros muertos, que están vivos, a la espera del Día de la Resurrección.

  • > España debe recuperar su parte de identidad islámica que le toca y su puesto privilegiado entre las naciones de cultura árabe. Debe rentabilizar el hecho de tener un patrimonio islámico excepcional, un acuerdo de cooperación entre musulmanes y el estado español que es único y unas autonomías con gran población de musulmanes.

  • > El incesante paso de inmigrantes por el estrecho, la baja natalidad de los españoles, la apertura de intelectuales hispanos al Islam, la desertización progresiva de Andalucía,... sólo un gobierno de cretinos integrales o de fanáticos religiosos no prevería que Andalucía será dentro de algún tiempo un paisaje islámico bajo la férula de Marruecos. (...) Tendencia que no podrá pararse a menos que el Estado Español provoque con una medida artificial una crisis generacional en la población inmigrante, facilitando que eduquen en los institutos a las jóvenes generaciones de inmigrantes los musulmanes españoles, cuyo modelo de Islam es el único que no produce situaciones extrañas.

  • > Hay un proyecto muy bonito que se ha presentado a los libios que es financiar el establecimiento en cada pueblo de Andalucía de un profesor de árabe, un hombre bueno y culto que, con paciencia, vaya haciéndose un personaje importante en el desenvolvimiento de la vida de ese pueblo.

  • > El campo andaluz es una mina a la hora de islamizar esta tierra. Tiene un potencial revolucionario impresionante porque nunca ha acabado de ser cristianizado. La mayor parte de estos pueblos cuentan su época de máximo esplendor cuando fueron parte de Al-Andalus... Este proyecto no tendría lugar en una generación ni en dos.

Los últimos informes remitidos al Gobierno por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), la Comisaría General de Información de la Policía y la Guardia Civil definen a España como "retaguardia", "vivero de reclutas" y "fuente de financiación constante" de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).

Las teorías del profesor Sartori: pluralismo frente a Multiculturalismo

Sartori –profesor en prestigiosas universidades de los Estado Unidos y Europa- sostiene la polémica tesis de que los inmigrantes de otras culturas que no están dispuestos a integrarse a la sociedad que los recibe no deberían acceder fácilmente a los derechos de ciudadanía. El que fuera Premio de Ciencias Sociales "Príncipe de Asturias" defiende una sociedad pluralista, basada en la tolerancia, el consenso y la integración dentro de la diversidad, pero se opone al multiculturalismo, pues entiende que éste defiende una sociedad en la que las culturas minoritarias coexisten sin interrelacionarse: cuando esas subculturas rechazan el pluralismo, la sociedad abierta se pone en riesgo a sí misma.

"Los principios de las dos culturas son antagónicos -sostiene- y son ellos los que nos consideran a nosotros los infieles aunque estén aquí, no nosotros a ellos". Para el politólogo italiano, "si entras en un país que no es el tuyo y te beneficias de ello debes atenerte a los valores básicos de la sociedad que te acoge".

Sin ningún complejo, el profesor Sartori advierte de lo que puede ocurrir a medio plazo en Occidente si determinados grupos se instalan, pero no se integran, dentro de la sociedad pluralista y su sistema de valores, ya que aspiran a vivir dentro de ella. Lo menos que puede pedírseles, si quieren ser ciudadanos, es que acepten las obligaciones de tal ciudadanía. Y eso no significa que tengan que perder su propia identidad personal. Dice Sartori que conceder la ciudadanía no equivale a integrar, máxime, cuando determinados colectivos, como los musulmanes, solamente reconocen "su ciudadanía optimo iure"; es decir, únicamente a los fieles de su religión. En cambio, en el ordenamiento de la sociedad Occidental se adquiere la ciudadanía por descendencia (ius sanguinis) o por el lugar donde se nace (ius soli), o por naturalización, obviamente. “¿Podemos convertir en ciudadanos a quienes se resisten a serlo? Porque conviene no olvidar que para un occidental, mismo que religioso, un musulmán no es un infiel; pero si lo somos nosotros para los islamistas”, insiste el autor citado.

Si alguien tiene dudas, en la web de la CIE (Comunidad Islámica de España), se pueden leer cosas como ésta con relación a la Iglesia y el Islam:

Los católicos, por su rechazo a Medina al Munawwara, por su negativa a aceptar el triunfo del Islam y la victoria concedida al último de los Mensajeros y sello de los Profetas de Dios, están condenados a vivir bajo la opresión de los imperios. Y, a veces, a crear ellos mismos imperios mundanos crueles, tiránicos que establecen la opresión, el abuso y la soberbia como principios de dominio”.

Si los llegados de fuera no se integran en los valores de la sociedad que los acoge puede producir que, en algunas comunidades, y luego poco a poco en el resto, en la medida que crezca la masa crítica de huéspedes sobre los residentes (cosa fácil, dado que las familias musulmanas no se imponen el control de natalidad alguno), que los primeros traten de imponer su sistema de valores. Es previsible, según Sartori, que las comunidades islámicas puedan utilizar el voto para hacerse intocables en las aceras, para imponer sus fiestas religiosas (el viernes) e incluso (son problemas de ebullición en Francia), el "chador" a las mujeres y la poligamia. Esta última, para muchos, ya está de facto instalada en Europa.

La experiencia del Reino Unido, donde una parte significativa de los jóvenes británicos, de origen musulmán, nacidos en el país y ciudadanos plenos de Derecho, declaró no sentir deber de lealtad al país, sino a su comunidad, puede ser un buen elemento de reflexión para nosotros. En este sentido, Huntington escribe: "La estructura de lealtad política entre árabes y, más en general entre musulmanes, ha sido en general la opuesta de la del Occidente moderno". Argumenta el autor del famoso libro sobre el choque de las civilizaciones que en todo el Islam, el grupo pequeño y la gran fe, la tribu y la ummah, han sido los principales centros de lealtad y compromiso y que el concepto Estado nacional ha sido menos importante. No se habla de un gran estado musulmán, se pretende un gran califato que comprenda todo el mundo.

Y añade: "La idea de Estados nacionales soberanos es incompatible con la fe en la soberanía de Alá y la primacía de la ummah". Y todavía perfila que los mismos factores que dieron origen al Resurgimiento islámico fortalecieron también la identificación con la ummah o civilización islámica como un todo.

Nadie podrá decir que no nos avisaron.

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