Hoy se repite el flujo migratorio de jóvenes a muchos países latinoamericanos

Latinoamerica hoy recibe mucho talento español.
Latinoamerica hoy recibe mucho talento español.

A diferencia con lo que ocurría hace ahora un siglo son profesionales cualificados, altamente especializados que encuentran allí sus oportunidades, observa este analista. 

Hoy se repite el flujo migratorio de jóvenes a muchos países latinoamericanos

Hace ya demasiados años, el que era entonces presidente del Parlamento Gallego, Victorino Núñez, me regaló un libro cargado de soidades: “Galegos, as mans de América”, de Gonzalo Allegue Otero. Ese libro me ha dado mucho que pensar desde entonces, y muchas veces más por su título que por su contenido, que en ningún caso quiero menospreciar. Lo he recordado cuando oía a lo largo estos muchos años pasados como alguien hablaba sin respeto de otros inmigrantes que, en sentido contrario a aquellos gallegos, hacían la ruta inversa del Atlántico. Recordé aquella metáfora tan real de los muchos barcos que partían con solo billete de ida desde Vigo o Coruña hacia Argentina llevando a lo mejor de Galicia cuando pasado casi un siglo otros desde Latinoamérica intentaban lo mismo en una aventura casi idéntica llegando a los aeropuertos españoles. Los unos y los otros solo llevaban encima la necesidad de trabajo, sus fuerzas, su talento y sus manos. Y los unos y los otros encontraron casi siempre incomprensión y en ocasiones falta de respeto, a las que anteponían su orgullo y el recuerdo de su familia.

Hoy las cosas han vuelto a cambiar y cualquiera de los que tenemos oportunidad de cruzar el océano nuevamente y aterrizar en aquellos países de economías florecientes podemos ver cómo, otra vez, los gallegos volvemos a tomar las maletas dispuestos a iniciar la aventura. Hace no mucho, en el aeropuerto de El Dorado, en Bogotá, coincidía con un grupo de jóvenes profesionales, licenciados e ingenieros, muchos de ellos salidos de las universidades de Galicia. Expertos en Marketing, informática, telecomunicaciones y arquitectura especialmente. No era un grupo organizado. Es más, muchos se conocieron a bordo de aquel avión de Avianca y pronto comenzaron a intercambiar su análisis sobre aquel viaje.

Y es que en América todos ellos vuelven a encontrar una oportunidad como mano de obra cualificada. Además muchas empresas españolas estamos estableciéndonos allí, lejos del pesimismo de la crisis e intentando la aventura americana en países necesitados de inversiones pero, sobre todo, de conocimiento y de apoyos. Hoy los gallegos repetimos la historia pero con un perfil profesional afortunadamente distinto al de aquellos de hace un siglo. Aunque hoy el viaje tiene una vuelta más sencilla lo cierto es que muchos de los mejores están dejando nuestro país para aportar su sabiduría y su tiempo en otras tierras. Es una descapitalización clara que tiene dos lecturas negativas. La primera llega tras analizar la inversión pública realizada para formar en nuestras instituciones académicas a todos esos jóvenes que ahora producirán sus réditos lejos de aquí. La segunda, y más dura, es la oportunidad perdida por nuestras empresas de contar con todo ese capital humano en un momento en el que el conocimiento es más importante que nunca. Las compañías tienen auténtica necesidad de innovar, buscar la especialización y la diferenciación de una competencia que se ha internacionalizado cada vez más. Una competencia que paradójicamente ahora vendrá también desde aquellos países a los que se han ido nuestros profesionales para poder subsistir.

Es una ecuación difícil de solventar y cuya solución nunca debe verse desde una óptica proteccionista; pero que sí obliga a nuestros gobernantes a buscar fórmulas adecuadas para que el talento humano que hoy se sube en esos aviones trasatlánticos tenga sus oportunidades aquí. El emprendimiento es un modelo válido pero sólo se si acompaña de políticas reales de apoyo a ideas, profesionales y productos innovadores. No vale solo con gestionar ayudas económicas que pueden ser interesantes en el arranque; es preciso sobre todo hacer que esos proyectos de empresas sean viables y que desemboquen en pequeños motores económicos y sirvan para crear empleos de calidad.

Galicia es hoy otra vez tierra de inmigración, pero de una inmigración cualificada y tecnificada. El reto pasa por crear oportunidades para la vuelta de tanto profesional que se está estableciendo al otro lado del Atlántico y también para aquellos que tengan ideas y fuerza para lanzar su proyecto empresarial propio. No es tarea fácil. Pero no podemos ser espectadores impasibles de esta nueva riada de profesionales.

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