Una exposición iconoclasta en Bruselas suscita una profunda reflexión política

Sede de la Comisión Europea, en Bruselas. / Cuatro
Sede de la Comisión Europea, en Bruselas / Cuatro

En vísperas de las elecciones en Alemania de septiembre y al Parlamento Europeo del año próximo es oportuno reflexionar sobre si la Europa necesaria es aún posible. ¿O no?

Una exposición iconoclasta en Bruselas suscita una profunda reflexión política

"2018: La Unión Europea (UE) explota, el euro desaparece…" Este escenario catastrófico es puesto en escena por el artista belga Thomas Bellinck en una exposición futurista e iconoclasta que tuvo lugar hasta el 14 de junio pasado en pleno barrio europeo de Bruselas.

En la “Casa de la Historia europea en exilio” el visitante es propulsado al año 2060 y, desde allí,  se le propone retroceder en el tiempo, más de medio siglo, hasta el principio del siglo XXI, para regresar a lo que fue uno de los proyectos de paz y de modernización más espectaculares de nuestra época. 

Se abre así  la puerta de la exposición “La vida en la antigua Unión Europea: los últimos años de la larga paz”, donde se explica cómo la UE creció hasta reunir 33 miembros, siendo Montenegro y Escocia los últimos paises que se adhirieron en 2017, hasta su desaparición, víctima de la “Gran Recesión “que, después de Grecia y España, se extendió a Francia y al Benelux. 

“En aquellos tiempos de incertidumbre, los males del pasado eran más contagiosos que el sueño de una Europa unida. Los movimientos euroescépticos, nacionalistas y separatistas prosperaban” se lee en un panel de la exposición “Y hacia 2018-2020, Europa se desintegró y volvió a ser lo que siempre había sido: un continente dividido políticamente".

Se exponen reliquias simbólicas de la época del “dulce sueño europeo”: el diploma del Premio Nobel de la Paz obtenido en 2012 por la UE, todo amarillento, los primeros billetes en euros, una copia del reglamento 2257/94 fijando la longitud y el grosor mínimo de un plátano en 14 cm y 27 mm, respectivamente. El visitante de 2060 descubre así cómo “en el interés de la armonización y la integración, la UE se preocupaba de los más pequeños detalles de la vida diaria de sus habitantes”. Una voluntad tal que en 2017 el acervo comunitario, que agrupaba el conjunto de textos reglamentarios, contenía 311.000 páginas y pesaba 1,5 toneladas.  

Aunque el visitante sale un poco sonado de esta exposición que se termina en la oscuridad, el joven artista flamenco de 29 años Thomas Bellinck no ha querido sumarse al pesimismo y desamor que afectan actualmente a Europa. Al contrario. Ha querido destacar que es preciso renovar el proyecto europeo, antes de que sea demasiado tarde y cada pais recaiga en sus viejos demonios.

En suma, se ha tratado de hacer un buen uso del “catastrofismo ilustrado“de Jean- Pierre Dupuy: mostrar el peligro para movilizar las energias.

En vísperas de las elecciones en Alemania y al Parlamento Europeo del año próximo es oportuno reflexionar sobre si la Europa necesaria es aún posible.

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