Europa se enfrenta a un futuro incierto, a menos de una semana de las elecciones

Parlamento Europeo.
Parlamento Europeo.

La abstención lidera la intención de voto según la encuesta de Metroscopia que publicaba 'El País' el domingo, mientras los extremismos reivindican su puesto en la UE.  

Europa se enfrenta a un futuro incierto, a menos de una semana de las elecciones

El sueño europeo está cada vez más lejos. Y eso que el sueño de una Europa unida es más antiguo que la vocación económica de los últimos decenios. Víctor Hugo soñaba con una unión de países a este lado del Atlántico, Verhofstadt hablaba de unos Estados Unidos de Europa, y Jean Monnet sentó las bases para que así se hiciera. El sueño, una pesadilla con tintes económicos para algunos, está más débil ahora que nunca.

La Unión Europea suena distante incluso en plena campaña electoral. El Viejo Continente se presenta como un conjunto de países en los que se defiende el interés nacional sobre el común, y la franja que separa el Norte del Sur parece alimentar los tópicos infundados de unos norteños fríos y trabajadores, y unos sureños vagos y aprovechados. Nunca parecieron más utópicas las palabras de Víctor Hugo, que se dirigía a los países europeos como una unión “sin perder vuestras cualidades distintivas y vuestra gloria individual, os fundiréis estrechamente en una unidad superior y constituiréis la fraternidad europea”. Proliferan los partidos extremistas, los partidos de siempre y los que quieren deseuropeizarse, los euroescépticos y también, los alternativos. Hay muchas ideologías que votar, desde el sueño de una Europa “unida en la diversidad” hasta los que aboguen por despertar.

Las debilidades de la UE

La Unión Europea tiene muchas debilidades. Como heridas tapadas con parches, acaban por volver a sangrar en tiempos difíciles. La desigualdad es más notable ahora, cuando el 20 % de los europeos más ricos gana cinco veces más que el 20% de los más pobres. Esta desigualdad alimenta otra de las grandes flaquezas de la Unión, precisamente, la “desunión”. Así vemos cómo desde los propios Estados  miembros se expulsa a ciudadanos comunitarios que no han conseguido un trabajo durante un período de tiempo, como ha sucedido en Bélgica, en Suíza o en Alemania. Otro problema de los europeos manifestado recientemente es la dependencia energética, más grave aún con la crisis de Ucrania, que maniata a las autoridades europeas en su afán por buscar coherencia entre sus acciones y sus opiniones. Y así, enlazamos con una de las mayores debilidades de la Unión, la falta de legitimidad percibida por los ciudadanos, y la distancia que los aleja de la toma de decisiones. ¿Quién toma las decisiones que afectan a Pepe, Ilse, Fabrizio, o Julliette? ¿Cómo sus opiniones pueden influír en ese proceso de toma de decisión? La falta de democracia de la UE se critica desde muchos ángulos, y la rendición de cuentas se hace difícil sin una voz europea común.

Es verdad que el Parlamento Europeo no decide todo, ni siquiera tiene un poder legislativo pleno, compartido con la Consejo por el procedimiento de codecisión. Pero sí es un actor importante en ese entramado de instituciones no tan abstractas que forman la Unión.

Eficacia de la campaña electoral

Por eso, cuando los ciudadanos oyen más de lo mismo, o incluso alguna novedad en forma de polémica sobre temas que ya parecían superados, como el machismo, sigue la mayoría aferrándose a no votar. A abstenerse, porque, total, ni se entiende qué es la UE ni para qué sirve votar, si, al final, es todo lo mismo. Y la campaña electoral debería poder cambiar ese sentimiento de desafección o futilidad. Primero, para explicar porqué la mayoría de las políticas que influyen en la vida de uno, tienen su origen, más o menos directo, en una decisión que se adopta en el seno de la Unión, ya sea sobre agricultura, impuestos, cultura o unión fiscal. Segundo, para marcar la diferencia, para que uno entienda porqué no es lo mismo votar al PP, al PSOE, a Primavera Europea, a los Verdes, a Izquiera Plural... Existe una tendencia hacia la gobernanza en la democracia occidental en general. Un término que implica una mayor participación del ciudadano en las políticas que le afectan y una política más transparente. Iniciativas desde el ciudadano, como en España Con Copia a Europa, demuestran que el debate sirve. Y las urnas son un primer paso para demostrarlo.  

Para Rifkin en 2004 el futuro pasaba por Europa. Y sin embargo, la balanza se ha reescrito desde entonces, ante una reestructuración del nuevo orden mundial. En plena crisis del Estado-Nación, cuando la contradicción entre lo local y lo global intenta encajar en un mundo cada vez más plano (o no), el papel de la UE se juega mucho en sus elecciones. Es el momento de decidir si se quiere más UE o más Estados nacionales separados y que los que protestan por el proyecto europeo, puedan hacerse oir mediante una papeleta.

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