#EsUnaVergüenza: el hashtag urbi et orbi que no se convirtió en trending topic

El Papa Francisco / Twitter.
El Papa Francisco / Twitter.

El incendio y hundimiento de un barco con 500 personas a bordo deja ya más de 200 muertos y 150 desaparecidos. Varios pesqueros negaron la ayuda a los inmigrantes en Lampedusa.

#EsUnaVergüenza: el hashtag urbi et orbi que no se convirtió en trending topic

El largo y tortuoso camino desde el infierno del Tercer Mundo al bluf del Primer Mundo. Megapateras, cascarones de nuez y pateras cotidianas que navegan desde la quimera de las clases medias hasta las playas de arenas movedizas de la pobreza.

 

Con las palabras del Papa Francisco, deberían empezar todos los días todas las cosas.

Las primeras páginas de los periódicos, los trepidantes titulares de los telediarios, los Consejos de Ministros, las solemnes sesiones de los parlamentos, las miles de ruedas de prensa simultáneas, las influyentes comparecencias de los Obamas, ¡tantos Obamas!, las aperturas de sesiones de los tribunales, las próximas novedades literarias, las pelis a punto de irrumpir en las pantallas, el primer saludo de los millones de hombres y mujeres que nos cruzamos cada mañana en un ascensor, en una calle, en un autobús, en un lugar de trabajo, y nos susurramos “buenos días” en todos los idiomas que conforman el universo autómata de la comunicación humana.

Yo, mis circunstancias y el resto del personal

¡Es una vergüenza que hayamos perdido la vergüenza!. El rubor personal e intransferible y el rubor colectivo. La sensación de náusea que debería invadirnos cada día del resto de nuestras vidas en los que aumenta la cotización de nuestro yo, la autocompasión por nuestras circunstancias y el desdén por el “yo y las circunstancias” ajenas, esa parte de la existencia humana que se le olvidó o no le dio tiempo de desarrollar a Ortega. Impregnados, impactados, “twitterizados” por las imágenes de trescientos colegas de especie abrasados o ahogados a pocas millas de Lampedusa, ese espejismo de Tierra Prometida que emerge en el Mediterráneo, miradla, como la punta del iceberg de la decadencia económica, social, ética y moral de occidente, ya tenemos algo de qué hablar esta mañana, otra más en la que doblan en masa las campanas por tipos anónimos que, por ahora, ¡lagarto, lagarto!, no somos nosotros.

Hemos subido a los trasteros nuestras conciencias individuales, y hemos delegado en los medios de comunicación el trámite de ejercer de conciencia colectiva; el papel de plañideros derramando lágrimas de tinta al peso, a tantos módulos de publicidad y de subvenciones el gramo de drama; la sublime decisión de clasificar las tragedias según la calidad, la cantidad y la distancia geográfica y cultural que separa las catástrofes de las periferias de los epicentros de eso a lo que llamamos Primer Mundo. Por eso los disparos que resonaron en Washington eclipsaron, durante varios minutos mediáticos, los irreversibles gritos del silencio que hicieron alcanzar al Mare Nostrum el punto de ebullición de la vergüenza.

Catálogo de pateras

Tiene razón el Papa: ¡Es una vergüenza! Que se hunda ante nuestras narices una megapatera de esas que hacen caer en la tentación a las Primeras Páginas de los periódicos y los titulares de los teleinformativos, o que se vayan a pique, todos los días, insignificantes pateras con derecho a reseña o pateras anónimas, unipersonales, de esas que acuden en el más absoluto silencio a las colas del paro, a los comedores sociales, a los bancos de alimentos, a los contenedores, en la siniestra travesía desde la quimera dorada de la prosperidad de las clases medias, ¿recuerdas?, hasta la orilla de arenas movedizas de la pobreza.  Es terrible que hoy, día uno después de Lampedusa, el hashtag #EsUnaVergúenza que resonó en el Vaticano, no se haya convertido en trending topic, o como se llame ese nuevo modelo que se ha introducido en sociedad para ordenar jerárquicamente los asuntos que ocupan y preocupan urbi et orbi.

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