El 'estilo Varoufakis': cómo romper con una economía que sodomiza la política

Varoufakis y Tsipras.
Varoufakis y Tsipras.

La economía es poder y tiene la última palabra en el Eurogrupo. El ex ministro griego de Finanzas Yanis Varoufakis ha roto con ese esquema, creando un estilo propio.

El 'estilo Varoufakis': cómo romper con una economía que sodomiza la política

La economía es poder y tiene la última palabra en el Eurogrupo. El ex ministro griego de Finanzas Yanis Varoufakis ha roto con ese esquema, creando un estilo propio.

Siempre me he considerado una persona sencilla a pesar de que a veces me cuesta no pensar en grande. Es quizás por este motivo que me enganchan las personalidades “grandes” que tienen un lenguaje y unas formas sencillas. Hay pocas personas así, sobre todo en lo más alto de la pirámide, en las élites que dominan la sociedad.

A partir de lo que he leído de él y a través de sus actos, me ha sorprendido para bien la figura del ex ministro griego Yanis Varoufakis. No solo es un economista brillante, sino también un político carismático, voraz, valiente, sexy y, por encima de todo, sencillo, cercano, directo. Basta con fijarse en estas palabras con las que acaba esta entrevista: “No estoy dispuesto a aceptarlo (un nuevo rescate a Grecia). Que no cuenten conmigo”.

Para mí, él se ha convertido en un símbolo de hacia dónde debe caminar la economía y cómo la economía debe inmiscuirse y combinarse con el ejercicio de la política. Y es que la economía no son solo números, son personas, son decisiones y es poder. Mucho poder. Ahí está la imagen de la todopoderosa Merkel haciendo llorar a una niña palestina porque acoger a más jóvenes como ella significa una cuestión difícil de asumir económicamente. ¡Ah, la economía! ¿Pero no es Merkel tan poderosa? No más que el dinero. He ahí ya la primera ruptura que Varoufakis denunció últimamente.

Más ricos, pero más dóciles que nunca

A día de hoy somos más ricos que nunca. Debemos saber esto: nunca hubo tanto dinero. Nunca. Pero nunca hemos tenido tantos problemas para repartirlo, para que se distribuya de forma eficientemente justa (incluso siguiendo los parámetros capitalistas, porque yo soy capitalista, que quede claro). ¿Qué pasa entonces? Pues muy sencillo (como la personalidad y lengua de Varoufakis): los supuestamente poderosos como Merkel se neutralizan ante el dinero. ¿Nadie se pregunta cómo Alemania ha vuelto a renacer de sus cenizas tras la Segunda Guerra Mundial y volver a dominar (económicamente) Europa? Incluso digo más (aunque sea polémico): ¿Nadie se pregunta cómo Alemania conquistó (militarmente) toda Europa durante esa misma contienda bélica? Con decisiones políticas que iban de la mano de metas y propósitos económicos pero, sobre todo, políticos y sociales. Había una idea de lo que se quería ser y hacia dónde se quería ir, aunque en algunas ocasiones fueran verdaderas monstruosidades.

Ahora todo eso se ha ido. El dinero pinta todo los escenarios posibles, incluso, como dice Varoufakis, pasando por encima de verdades sobre las que todos coinciden unánimemente. “Tienes razón, pero os vamos a aplastar”. Ese es el planteamiento. Ahora bien, ¿de qué sirve pagar una hipoteca tirando de una tarjeta de crédito vinculada a una cuenta en números rojos? ¿De qué sirve huir hacia adelante con parches que sabemos que no son la solución y aun así nos empeñamos en cumplirlos a rajatabla y a costa de un posible colapso general?

La economía se ha sofisticado tanto con productos financieros irreales y especulativos que pensamos que las soluciones a grandes desafíos económicos como el de Grecia también requieren de una sofisticación que nadie puede entender. Pero ahí Varoufakis se ha plantado con una sencillez asombrosa a pesar de que muchos representantes políticos y periodistas solo se fijaron en su bufanda. Y no es una solución compleja. No hay que dárselas de guay fingiendo que esto es un Galimatías. La solución es tan sencilla como el símil de la hipoteca: no se puede pagar una deuda si no se cobra un salario.

No era el 2%, era algo más

Y, sobre todo, en economía, no valen las hipocresías y los lavados de memoria. No puede ser que haya economías que pueden (y deben) ser salvadas de su propia ruina y otras que son prescindibles porque apenas suponen el 2% del PIB europeo. ¿Entonces por qué de repente Grecia se convierte en semejante paliza? Porque no solo eran números lo que estaba en juego. No era necesario ser jefe del Eurogrupo y haber trepado durante años para alcanzar ese puesto para darse cuenta de algo tan sencillo.

Esta vez, estúpidos, vuelve a ser la economía la que manda, pero puede acabar por destrozarlo todo otra vez (crisis del 29, Gran Recesión, etc.) y será entonces cuando requerirá de hombres sencillos como Varoufakis que digan obviedades que ningún titulado con cinco masters entiende: que la riqueza y el dinero es algo que creamos, que no nos viene dado. Lo que necesitaba es poder para crearla y distribuirla correctamente. Solo así se pueden pagar salarios. Solo así se pueden amortizar deudas.

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