Elección directa de alcaldes: ¿regeneración democrática u oportunismo electoral?

La elección directa de alcaldes implicaría cambios en el sistema electoral
La elección directa de alcaldes implicaría cambios en el sistema electoral.

El Gobierno plantea un cambio en la reforma electoral para favorecer la gobernabilidad en los ayuntamientos. La oposición denuncia un cambio de reglas de forma unilateral.

Elección directa de alcaldes: ¿regeneración democrática u oportunismo electoral?

El Gobierno plantea un cambio en la reforma electoral para favorecer la gobernabilidad en los ayuntamientos. La oposición denuncia un cambio de reglas de forma unilateral.​

Hpasado más de un mes desde las elecciones europeas pero sus resultados siguen preocupando en Génova y Ferraz. El PP y el PSOE perdieron 5,2 millones de votos respecto a los comicios del 2009. Juntos representan al 49% de los electores mientras que hace cinco años ese porcentaje llegaba al 81%. El bipartidismo fue el principal afectado por aquel terremoto político cuyas réplicas aún se sienten hoy. Mariano Rajoy acaba de proponer una reforma electoral para establecer la elección directa de los alcaldes. Para unos, la medida supone avanzar en la regeneración democrática porque camina en la dirección de la estabilidad del gobierno municipal, evita “coaliciones de perdedores” formadas contra natura y limita el poder de los independientes para influir en la vida municipal. Para otros, la propuesta no es más que un globo sonda del gobierno para favorecer el statu quo, un cambio que beneficiaría a socialistas y populares para mitigar la caída real de apoyos a menos de un año de las elecciones municipales.

Una idea antigua

En política hay pocas cosas nuevas. Casi todo está inventado y lo que parece novedoso es, en realidad, antiguo pero envuelto con un lazo rosa. La elección directa de los alcaldes es una propuesta que tanto el Partido Popular como el Partido Socialista llevaban en sus programas hace 10 años, en las elecciones de 2004. Los primeros, en el epígrafe “Reformas de la legislación electoral. Fortalecimiento de la Democracia”. Los segundos, en el apartado “Las ciudades y el nuevo Gobierno local”. En este caso, se equivocan los que critican la medida por ser una ocurrencia o por tener a los partidos mayoritarios como únicos valedores. UPyD también planteó esta misma fórmula en 2011 combinada con la doble vuelta electoral.

Evolución y consecuencias

La propuesta aún está verde, sin concretar, pero los comentarios oídos en los últimos días indican hacia dónde puede evolucionar. Por un lado, hacia una prima de concejales para el partido del candidato electo ya que podría darse la situación de que el ganador de las elecciones tuviese que gobernar con una oposición hostil y mayoritaria que paralizase la gestión municipal. Esta solución no impediría el transfugismo y mermaría la representatividad de los ciudadanos en las corporaciones, pero aseguraría la gobernabilidad. Por otro lado, varios miembros del PP han abogado por la segunda vuelta electoral. Es decir, una reforma de mayor calado que contemple esta fórmula: una nueva votación entre los dos candidatos más votados en caso de que ningún partido consiga la mayoría absoluta a la primera.

Lo que parece claro es que es poco probable que la propuesta salga adelante en el año y medio que queda de legislatura aunque Mariano Rajoy haya confirmado su pretensión de llevarla al Congreso. El Partido Popular podría aprobar la medida en solitario pero buscará el mayor consenso posible para desactivar las críticas que lo acusan de querer aprobar la medida y evitar que su formación pierda, previsiblemente, un buen número de alcaldías en los comicios de mayo del 2015. El PP argumenta que muchas coaliciones municipales pervierten la voluntad democrática de los electores y que ellos no han hecho cálculos electorales para conocer sus consecuencias... Lo cierto es que los números de la calculadora muestran que el PP ganaría 16 alcaldías en Galicia y 6 en Cantabria, y el PSOE gobernaría en 56 municipios andaluces donde es la lista más votada.

Este giro presidencialista del actual modelo parlamentario tendría efectos colaterales. Se perdería la cultura del pacto que ha dominado la vida política desde la transición (aunque estos pactos han devenido de facto en negociaciones sobre asuntos -el urbanismo- caldo de corrupción), la doble vuelta electoral elevaría los costes de las elecciones y mecanismos como la moción de censura perderían su sentido por la imposibilidad de apartar al alcalde de sus funciones (su legitimidad procedería directamente de los votantes y no de los concejales).

La elección directa de los alcaldes tendría un efecto más en el sistema de partidos. Las formaciones tenderían a unirse en dos grandes coaliciones como ocurrió en Italia en la década de los 90 o en la II República, cuando el sistema electoral casi mayoritario impulsó da creación de dos bloques de derecha e izquierda en la que los partidos pequeños estaban condenados a desaparecer o a integrarse en las grandes candidaturas.

Análisis comparado
Los sistemas electorales municipales en Europa son muy variados. En la mayoría de los países se utiliza un sistema proporcional como el español. Las diferencias aparecen con las listas. En España y Portugal son cerradas y bloqueadas y fortalecen al partido. Austria, Holanda y países escandinavos como Dinamarca, Suecia o Finlandia presentan listas flexibles. Allí el elector puede votar directamente al partido o marcar preferencias ordinales. El Reino Unido y algunos länder alemanes emplean el sistema mayoritario simple: el concejal electo es el que obtiene la mayoría de los votos en su distrito electoral (“winner takes all”). Por último, el sistema intermedio es el que se emplea en la mayoría de municipios de Francia, Italia y Grecia. Los sistemas proporcionales “mayoritarizados” o de “bonus” proporcionalizado establecen que el partido ganador obtiene la mayoría absoluta de representantes en el pleno y el resto se reparte los escaños de manera proporcional. La reforma que se quiere aplicar en la Ley Electoral española debería introducir elementos de este último bloque. Es decir, celebrar una segunda vuelta electoral si no hay una mayoría absoluta en la primera vuelta (Francia) o establecer dos votos distintos: uno al alcalde y otro a los concejales (modelo italiano). 

 

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