EE UU debe abordar con honestidad las cuestiones de raza, clase y pobreza

Ya pasó un año desde la muerte de Michael Brown.
Ya pasó un año desde la muerte de Michael Brown.

Durante el año pasado, observamos, más claramente que nunca, la frustración en muchas comunidades de minorías y la sensación de que las leyes pueden aplicarse de forma desigual.

EE UU debe abordar con honestidad las cuestiones de raza, clase y pobreza

Durante el año pasado, observamos, más claramente que nunca, la frustración en muchas comunidades de minorías y la sensación de que las leyes pueden aplicarse de forma desigual.

Ya ha pasado un año desde la trágica muerte de Michael Brown en Ferguson, Missouri. Su muerte, junto con los eventos en Cleveland, Staten Island, Baltimore, Cincinnati y otras comunidades, provocaron protestas y un profundo examen de conciencia en todo nuestro país. Durante el año pasado, observamos, más claramente que nunca, la frustración en muchas comunidades de minorías y la sensación de que las leyes pueden aplicarse de forma desigual.

Después de Ferguson, dije que teníamos que enfrentar directamente estos temas. Convoqué a un grupo de trabajo sobre policía comunitaria para buscar medidas con sentido común para poder ayudar a reducir la delincuencia y construir confianza y cooperación entre las comunidades y la policía, cuyos miembros arriesgan su vida para ayudar a mantener la seguridad. Y me he reunido personalmente con oficiales de todos los rangos para escuchar sus ideas.

En mayo, el grupo de trabajo propuso 59 recomendaciones: desde cómo podemos hacer mejor uso de los datos y la tecnología, hasta cómo capacitar a los agentes de la policía y cómo las autoridades deben intervenir en nuestras escuelas. Y hemos estado trabajando con distintas comunidades en todo Estados Unidos para poner en marcha estas ideas.

Decenas de departamentos policiales ahora están compartiendo más datos con el público, incluyendo información sobre citaciones, detención y registro, y tiroteos que involucran a las autoridades. Hemos reunido a líderes de todo el país para explorar alternativas al encarcelamiento. El Departamento de Justicia ha iniciado programas piloto para ayudar a que los agentes de policía lleven puestas cámaras para recopilar datos sobre el uso de autoridad. Este otoño, el departamento otorgará más de $160 millones en subvenciones para apoyar a las autoridades y a las organizaciones comunitarias que están trabajando para mejorar el comportamiento policial. Y en todo el país (en estados como Illinois y Ohio, y en ciudades como Philadelphia, Boston y Nashville), los líderes locales están trabajando para poner en práctica las recomendaciones del grupo de trabajo de manera que funcione para sus comunidades.

Así que hemos progresado. Y seguiremos haciéndolo. Pero dejemos algo bien claro: los temas que surgieron el último año no son nuevos y no van a ser resueltos simplemente por la policía. No podemos pedirle a nuestra policía que contenga y controle cuestiones que el resto de nosotros no estamos dispuestos a abordar como sociedad. Debemos comenzar por reformar un sistema de justicia penal que suele ser impulsado por escuelas inadecuadas y cárceles abarrotadas que causan estragos en comunidades y familias a lo largo y ancho del país. Así que necesitamos que el Congreso reforme nuestras leyes federales de condena hacia delincuentes no violentos por delitos de drogas. Debemos seguir trabajando para ayudar a que más prisioneros tomen las medidas necesarias para dar un giro en sus vidas, de manera que puedan contribuir en sus comunidades luego de cumplir su condena.

Y, en general, debemos realizar una verdadera inversión en nuestros niños y nuestras comunidades para que más gente joven vislumbre un camino mejor en sus vidas. Esto significa invertir en educación preescolar, capacitación laboral y acceso a la universidad. Significa que debemos abordar con honestidad las cuestiones de raza, clase y pobreza que hacen que muchas comunidades se sientan aisladas y segregadas, sin acceso a verdaderas oportunidades. Y significa que debemos ampliar dichas oportunidades para que todas las personas que viven en Estados Unidos y están dispuestas a trabajar puedan tener acceso a las mismas, independientemente del código postal en el que hayan nacido.

Porque, al fin y al cabo, esa ha sido siempre la promesa de Estados Unidos. Y es por lo que continuaré trabajando cada día de mi presidencia.

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