Eduardo Galeano nos deja un regalo junto a la puerta antes de irse: ´Mujeres´
Nunca el poder, por tirano y cruel que fuera pudo doblegar la voluntad de estas mujeres. Por su valentía, su talento por su belleza y su dignidad, merecen ser recordadas.
Se fue Eduardo Galeano y nos dejó un regalo. Un libro, “Mujeres” se titula, y es un regalo sencillo y bonito, como los que se hacen con cariño y se reciben con una sonrisa.
“Mujeres” llegó a las librerías el mismo día de la muerte del autor. Yo no sé lo que eso significa, pero cuando pedí una de las últimas obras publicadas por Eduardo Galeano, me comentó el librero: “Este ha llegado hoy mismo”, y al ver el título supe que otras lecturas tendrían que esperar. Lo he leído saboreándolo, capítulo a capítulo si es que así pueden llamarse las diferentes historias donde cada mujer es un reflejo en el espejo del resto de las mujeres.
Comienza con Sherezade, la contadora de cuentos que inventa historias para añadir amaneceres a su vida y acaba despidiéndose a través de una mujer que deja bajo un fresco en la pared de la capilla del convento una nota enamorada. Escribe en letras delicadas y góticas:
Dile a Juan
Que no me olvide
Y cierra tras de sí el portón de la clausura iniciando un “viaje sin retorno”
No están todas. Eso sería imposible, pero en las 231 páginas va Galeano recordando lo que la Historia no ha querido recordar y, poniendo las cosas en su sitio nos muestra a las libertadoras mexicanas, a la emperatriz Teodora, a Frida Calho, a Marilyn, a Marie Curie, a Hipatia, a Teresa, a Doria, a Rita. Quizá a algunas las conocíamos ya, a otras no, pero seguimos leyendo, desgranamos sus historias y ahora ya las conocemos por la hábil escritura de Galeano.
Probablemente este libro no sea un hito en la literatura, pero sus páginas son necesarias porque sacan del injusto olvido a mujeres de la Historia con las que hay contraída una deuda nunca pagada.