Decreto 3+2 del ministro Wert: en este caso, el resultado de la suma es negativo

La nueva reforma educativa llega no exenta de controversia al ámbito universitario.
La nueva reforma educativa llega no exenta de controversia al ámbito universitario.

El ministro plantea la nueva reforma como necesaria para converger con Europa y de un ahorro representativo para estudiantes. Mientras, en el ámbito educativo no se ve tan claro.

 

Decreto 3+2 del ministro Wert: en este caso, el resultado de la suma es negativo

El ministro plantea la nueva reforma como necesaria para converger con Europa y de un ahorro representativo para estudiantes. Mientras, en el ámbito educativo no se ve tan claro.

 

Una reforma educativa para conseguir la convergencia con el resto de Europa. Ésta es la idea principal que sustenta la defensa de aquellos que apoyan este decreto. Sin embargo, los aspectos fundamentales bajo los que se establece dicha reforma invitan a pensar que en ella no hay una solución válida y positiva para todos.Muchas carreras pasarían a ser de tres años (básicamente en ello consiste la reforma), y a simple vista, este hecho no parece tan terrible. Pero, hemos de tener en cuenta que esta reducción trae consigo una devaluación del grado. Carreras que duran menos, en las que, por tanto, también se aprende menos. Por otro lado, un hecho que también implicaría la reducción de plantilla en el profesorado universitario; pues se acortan las horas lectivas de éste.

Necesidad de realización de algún máster (de dos años de duración). La devaluación del grado conlleva la necesidad de realizar, en muchos ámbitos profesionales, el estudio de másteres para poder ejercer en determinadas profesiones (como abogacía o periodismo, por ejemplo). Si un año de máster de por sí ya es bastante caro, ahora se plantean dos. Esto implica que pocos estudiantes accedan a esta opción, aumentando con ello la segregación en relación a las capacidades económicas de cada individuo.

No se trata de rechazar o criticar toda propuesta del ministro de educación. Hay que resaltar que se trata de una reforma con aspectos positivos, pero también negativos. Seguramente hay muchos más de estos últimos, que de los primeros. Cabría plantearse si resulta beneficioso “facilitar” unos estudios mínimos a costa de alejar una mejor cualificación no alcanzable para todos. La educación pública, al fin y al cabo, debería ser eso: pública.

En todo caso, cabe destacar que la última decisión respecto a este tema la toman las universidades. Cada una será libre de decidir sobre la aplicación o no de este decreto, y en caso positivo, también sobre el cómo lo pondrían en práctica; carreras a las que afectará y másteres que se impartirán.

 

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