¿Deberían pagar por ocupación de suelo las correas flexibles?

Confundimos los modales con sumisión, con debilidad.
Confundimos los modales con sumisión, con debilidad.

¿Es normal que unas cataratas de malaeducación, que no se operan por la Seguridad Social, nos impidan tener hacia los demás el mismo respeto que exigimos?

¿Deberían pagar por ocupación de suelo las correas flexibles?

¿Es normal que unas cataratas de malaeducación, que no se operan por la Seguridad Social, nos impidan tener hacia los demás el mismo respeto que exigimos?​

¿Es normal que un perrito que no es más grande que su comedero ocupe una superficie de acera varias veces mayor que su tamaño por ir "sujeto" a una correa flexible, invento que parece salido del alma oscura de un enemigo de la Humanidad (Fú Manchú o Magneto, por ejemplo)? ¿Es normal que su dueños disfruten de más espacio urbano que el resto del género humano y, a mayores, gratis? ¿Es normal que ellos lo entiendan como normal?

¿Es normal que cada vez más turismos vengan sin intermitentes de serie y cambien de carril y abandonen la vía -o accedan a ella- sin previo aviso? ¿Es normal que los intermitentes se hayan convertido en un extra y el bluetooth, en cambio, venga de serie? Y si no es así, ¿es normal que cada vez más conductores prescindan del uso de tan necesarias luces?

¿Es normal que los ciclistas, rendidos ante la victoria de los vehículos a motor en las calzadas y calles, hayan invadido las aceras y tomen a los peatones por pivotes de gymkana?

¿Es normal que jubilados, mamás con carritos, paseadores de perros y corredores invadan los carriles-bici y expulsen de ellos a los ciclistas?

¿Es normal que, como dice Forges, haya que crear la diplomatura de "técnico superior abofeteador de padres con niños malcriados", con especial actividad en restaurantes domingueros?

¿Es normal que, viviendo tan apretujados, sin apenas espacio vital entre tanta prisa y tanto estrés, hayamos dejado de ver a los semejantes, de dar y recibir amabilidad e igualdad de trato, y que nos hayamos convertido en vociferantes concursantes de reality show?

Los modales -hoy despreciados y tomados, si acaso, por un complemento vintage- son la demostración palpable de que vemos al otro; de que somos conscientes de vivir entre congéneres; de que entendemos, en fin, que no tenemos más derechos que nadie, por mucho que un cierto e hipertrofiado infantilismo nos susurre lo contrario. Es la crisis, dirá alguien. Puede, pero una de buena educación.

Lo que sí les aseguro es que si todo lo planteado más arriba es normal, a mí píntenme de verde y pónganme antenas.

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