Cuanto más ama Nicolás Maduro al Tío Sam, más odia a la Madre Patria

Nicolás Maduro.
Nicolás Maduro.

El flechazo que ha tenido Maduro con Obama, el gran padre americano, ha sumido a la Venezuela “chavista” en un laberíntico y esperpéntico “complejo de Electra”. Ahora le hacen vudú a España.

Cuanto más ama Nicolás Maduro al Tío Sam, más odia a la Madre Patria

El flechazo que ha tenido Maduro con Obama, el gran padre americano, ha sumido a la Venezuela “chavista” en un laberíntico y esperpéntico “complejo de Electra”. Ahora le hacen vudú a España.

Ha cogido el Gobierno y ha llamado a consultas a su embajador ante la República Bolivariana de Venezuela. Hombre, yo creía que cuando se llamaba a un embajador a hacer esas cosas, era señal inequívoca de que el asunto (en este caso exterior) se estaba poniendo feo. O sea, como cuando un cónyuge hasta el moño acaba diciéndole al otro: “¡necesito un tiempo para pensar!”, y empieza esa estresante cuenta atrás que termina muchas veces en divorcio y muy pocas en reconciliación. Pero ya ha reconocido Margallo, sin esperar a evacuar consultas, que el corazón de Madrid está colgando en las manos de Caracas, ¡cuidado, cuidado!, como el corazón de Marta Sánchez estuvo colgando en las manos de Carlos Baute.

¡Si hay que ir se va! Pero ir por ir…

¡Chico!, para ese viaje no hacía falta alforjas, ni billete de avión, ni diez horas de vuelo del pobre Antonio Pérez-Hernández, expuesto a los efectos con secuelas del Jet-Lag diplomático. Si España fuese un país normal, con Ministros de Asuntos Exteriores normales, estas cosas se resolvían cruzándose unos whatsapp entre el Palacio de Santa Cruz y su embajador en Caracas:

     -“¿Cree usted necesario trasladarse a Madrid?”

      -¡Hombre, si hay que ir se va! Pero, ir por ir…

Lo que pasa es que España lleva un horror jugando sin cartas, sin barcos y sin honra en las mesas de juego de oriente y occidente. Hace ya mucho tiempo que no tenemos Ministros de asuntos extranjeros, sino conmovedores aprendices de tahúres que intentan una y otra vez jugar de farol como nunca y acaban una y otra vez perdiendo como siempre. Perdimos, por ejemplo, la guerra de Aznar en Irak, el pulso de Zapatero al Tío Sam, la silla por caridad en el G-8, el sueño de una plaza en el Consejo Permanente de la ONU, la confianza de las Agencias de Calificación, la esperanza de volver a poner una pica Flandes (o sea, un Presidente de la Comisión en Bruselas), dos vidas en el Atlas, la dignidad en el Sahara, la vergüenza en la absurda batalla naval de Gibraltar, la autoestima entre el “puré de guisantes” diplomático de Londres, la oportunidad de darle un sorbo, aunque sólo fuese uno, hombre, a un renovado, estratégico y embriagador Cuba Libre, y así.

Maduro induce en el “chavismo” el complejo de Electra

Y encima, éramos pocos y ha parido Maduro. Bueno, o nos ha puesto a parir, según se vea. Teníamos pocos problemas interiores y exteriores, y el omnipresente y grandullón Nicolás de allá, ¡halo, Presidente!, no confundir con el omnipresente pequeño Nicolás de acá, ha extendido por la geografía venezolana chavista una versión actualizada del Complejo de Electra: un repentino flechazo por el padre Obama y su correspondiente brote de alergia hacia la Madre Patria. A mí, porque no me han consultado, sino le habría dicho a Margallo que se dejase de llamar a consultas al embajador en Caracas y se pusiese a consultar las conclusiones de Jung extraídas de las antiguas y sin embargo vigentes tragedias griegas. Lo que pasa es que estos señores ya sólo me leen el Marca, a ver si me entiendes. Claro, como le dio tan buen resultado a Rajoy, y le llevó talmente del palco del Bernabéu a La Moncloa, tampoco es cuestión de ponerse a perder el tiempo leyéndose a los clásicos.

En Asuntos Exteriores, ¡hay “cantantes” y cantantes…!

Ya acaba de explicarnos José Bono, en un libro que consagra el Principio de Peter como vía de acceso habitual al cargo de Ministro, que esto de los Asuntos Exteriores no se resuelve con tipos que dan el cante de esos con coche oficial y con cartera, sino a través de cantantes de esos otros con discos de platino y con micrófono. Hombre, bien mirado, si Julio Iglesias le abrió las puertas de la Casa Blanca a Zapatero  y la música de Isabel Pantoja amansó a la fiera de Hugo Chavez, ¿para qué seguir perdiendo el tiempo con Moratinos, Trinis Jiménez y Margallos, eh? Mejor dejarlo en manos de españoles de paisano, de esos que forjan la “marca España” por donde pasan, en vez de seguir dejándolo al albur de Ministros que, yo no sé cómo se las arreglan, oye, pero siempre acaban dejando, por acción u omisión, a España marcada.

¡Anda que no nos han dado resultado por ahí fuera las Faraonas, los Pacodelucías, los Fernandoalonsos, los Nadales, los Iniestas, las paradigmáticas bolsas de Zara, la voz de Luz Casal (esa Edhit Piaf española) encandilando a los franceses, los zapato´s Manolo Blahnik, la estrella solitaria de La Roja, las Dulcineas de celuloide de Don Pedro de la Mancha, la intrépida diplomacia sobre ruedas de Márquez, un do de pecho de Plácido, un largo de la Belmonte, un corto de Estrella de Galicia, un medio como Xavi! Hay tantos españoles estrechando relaciones multilaterales por el mundo, que parece una broma que hayamos depositado la responsabilidad de nuestros Asuntos Exteriores en manos de tan pocos, tan indecisos y tan imprecisos compatriotas de esos con coche oficial y con cartera.

¡Qué calle Margallo!, ¡qué hable Simón Bolívar!

Yo no sé, la verdad, qué han hecho o qué han dejado de hacer Felipe, Aznar, Rajoy para merecerse los siniestros conjuros que les ha dedicado Nicolás Maduro. Pero, bueno, tratándose de un señor que dice que a veces ve muertos, y que todos ellos casualmente se parecen a Hugo Chavez, tampoco es cuestión de tomarse las cosas tan a pecho. Encima es que ni siquiera sabemos si el que ha dicho lo que ha dicho era el auténtico o uno de sus dobles, a ver si me entiendes, asunto que debería haber aconsejado más templanza en nuestro responsable de Asuntos Exteriores y la cosa. Al final, la precipitada y aireada llamada a consultas de Margallo a nuestro embajador en Caracas, deja en el aire la sospecha de que haya sido un patriótico gesto electoral de cara a la galería, la verdad. O sea, que el señor embajador ha venido aquí para lo mismo que se podría haber quedado allí, total, pa na, je, como diría José Mota.

Porque, no nos engañemos, en realidad no hacía falta echar mano de Margallo para defender el honor de dos expresidentes y el presidente actual, a ver por cuanto tiempo, de los exabruptos de un presidente poseso y poseído por el espíritu de Simón Bolívar. Bastaba, simplemente, con exportar a Venezuela algunas citas literales e inequívocas de su mítico y venerado Libertador:

“Huid del país donde un hombre solo ejerce  todos los poderes: es un país de esclavos”

“Los legisladores necesitan ciertamente una escuela de moral”

“Si un hombre fuese necesario para sostener el Estado, ese Estado no debería existir; y al fin no existirá”

 

Lo que pasa es que esta gente solo me lee el Marca, que os lo tengo dicho. Para mí que ni siquiera le echó un vistazo al “General en su laberinto” de Gabo. ¡Venga a dar tirones de oreja desde el Congreso de los Diputados!; ¡venga a rasgarse vestiduras en el Palacio de Santa Cruz…! Pero ¿qué mejor que la voz Bolívar, en off, naturalmente, para poner a sus compatriotas en su sitio, eh? ¿Quién mejor que su Libertador para recordarle a los venezolanos, desde la ultratumba, cómo se vuelve al buen redil de la libertad?

Epílogo
Mira, por lo menos ha quedado claro que Maduro solo estaría dispuesto a dejar de largar contra España por esa boca, si nuestro próximo Presidente del Gobierno no se llamase Mariano Rajoy, ni Pedro Sánchez ( o Susana Díaz o Carme Chacón, ¡ojo), ni siquiera Albert Rivera, sino Pablo Iglesias. Debe ser, digo yo, por el increíble parecido que este chico tiene con Obama y por la sorprendente similitud entre las ideas de Podemos y las ideas del Partido Demócrata de United States of América.

 

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