Cuando las barbas del PASOK veas cortar, poned las del PSOE a remojar

Pablo Iglesias.
Pablo Iglesias.

La cuestión no es si Podemos puede expulsar temporalmente al PP de La Moncloa, sino si puede acabar expulsando al PSOE de la historia. ¿Es Iglesias el “ángel exterminador” de las izquierdas convencionales?

Cuando las barbas del PASOK veas cortar, poned las del PSOE a remojar

La cuestión no es si Podemos puede expulsar temporalmente al PP de La Moncloa, sino si puede acabar expulsando al PSOE de la historia. ¿Es Pablo Iglesias el “ángel exterminador” de las izquierdas convencionales españolas?

¡Qué bonito, oye! Pablo Iglesias y Tania Sánchez acaban de convertir a Madrid en seria candidata a ciudad del amor. Coincidiendo con FITUR, la Feria Internacional de Turismo, han situado a la capital de España en ese mapa de ciudades románticas que acaparan los folletos y las web de los tour operadores.

Aquel Madrid de Sabina donde el sol era una estufa de butano, la vida un metro a punto de salir y había jeringuillas en los lavabos, ha entrado en el selecto club de París y de Roma como probable  fuente de inspiración para la próxima comedia rosa de Woody Allen.

Un “love story” ecléctico e integral

Han cogido Pablo y Tania, el príncipe de las encuestas del CIS y la nueva Cenicienta de una Izquierda Unida a punto de excomulgarla, y han decidido compartir piso ideológico, revolución pendiente y papeleta electoral para intentar tomar el palacio de invierno del Foro, ese que casualmente construyó mi paisano Palacios, que lleva un horror okupado por la casta. Hombre, no es que sea talmente una conmovedora historia de amor de aquellas del “contigo pan y cebolla”, a ver si me entiendes, sino del contigo poder y concejales, despachos y coches oficiales, acuerdos de Pleno y bandos municipales. Tampoco me imagino que se hayan conchabado para acabar trayendo al mundo muchos hijos, sino muchos votos. Pero al menos se ha forjado en íntimas alcobas en vez de siniestros despachos, entre latidos de corazón en vez de a golpes de neurona ilustrada, solitaria y pragmática como aquel de Julio Anguita: “programa, programa, programa”, o cantos de sirena del “gigoló” parlamentario al que seguimos llamando Llamazares, o cuernos por despecho de la IU extremeña, o el estéril braguetazo político andaluz de Tirano Valderas o la concupiscencia gubernamental del progresismo asturiano.

Podemos es el cilicio de una izquierda española penitente

Lo que queda de Izquierda Unida, cuya galopante desunión deshace la poca fuerza que tenía, se rasga las vestiduras ante la luna de miel personal e intransferible de los amantes de Madrid. Soñaban con un meticuloso matrimonio de conveniencia, y se han despertado con una impetuosa historia de amor físico, químico, ideológico, político y electoral en estos tiempos de cólera progresista. Porque, no nos engañemos, la izquierda sociológica europea, incluida la española, se desahoga haciéndole vudú a la derecha, ¡culo, nene!, pero en realidad está desencanta, asqueada, indignada consigo misma. Con el contraste de la ética decimonónica de sus palabras frente a la patética inmoralidad vigesimoprimera de sus hechos: tarjetas black, alcaldadas, ERES de Andalucía, Fondos de Formación, operaciones Campeón, casos Pokemon, consejos de Cajas de Ahorros, ex ministros imputados, sindicalistas bajo sospecha, instintos básicos de codicia que han dejado al descubierto el síndrome de inmunodeficiencia adquirida de miserias humanas que padecen los vigías de occidente del legado de “liberté, égalité, fraternité” de la Revolución Francesa.

Tsipras y Pablo: las katanas para el harakiri de samuráis progresistas deshonrados

Sostengo la peregrina tesis de que los Tsipras, los Pabloiglesias, no surgen como armas arrojadizas contra la casta conservadora europea, sino como katanas afiladas y mortíferas para que los trasnochados y deshonrados samuráis de las izquierdas se vayan sometiendo a sucesivos harakiris electorales. Como la derecha siempre ha sido tan zote, manipula las primas de riesgo, las Bolsas o carallo da vela de la macroeconomía en un deprimente intento de exorcismo  a los votantes poseídos por Syrizas y Podemos. Pero la lectura de Grecia, ¡siempre hay que volver a los clásicos griegos, que os lo tengo dicho!, indica claramente que la cicuta que acabó una vez con Sócrates ha fulminado en esta ocasión a Evangelos Venizelos y su PASOK, como la cicuta electoral española pende como una espada de Damocles sobre las cabezas de Pedro Sánchez o Susana Díaz y sus dos PSOES que hielan el corazón de tantos españolitos, os guarde Dios. O sea, que no es lo mismo el miedo de Rajoy y el miedo de Pedro Sánchez ante la erupción volcánica del “club de los politólogos insurrectos”. No es lo mismo el miedo de la calle Génova a perder pasajeramente La Moncloa, al miedo de la calle Ferraz a perder la historia por los siglos de las siglas. No es lo mismo el miedo de la casta popular a perder sus coches oficiales, que el miedo de la casta socialista a perder el tranvía llamado deseo que, durante décadas, ha permitido subirse a los Sagastas cuando el pueblo apeaba a los Cánovas.

Un “coco” para la derecha; un Freddy Krueger para la izquierda

Esa es la cuestión. Hay un Pablo Iglesias aspirante a arrebatarle el título a una derecha española que podrá volver a exigir revancha  cuando pasen cuatro años. Pero, hay otro, en un claro ejemplo freudiano de desdoblamiento de personalidad política, que emerge como implacable látigo de los infieles de una izquierda española socialdemócrata, filocomunista, pseudosindicalista, que se ha ido divorciando de Karl Marx y se ha echado en los brazos de Groucho: “estos son mis principios, si no les gustan tengo otros”. A Pablo, para seguir siendo Pablo durante mucho tiempo, le hace falta una derecha para poder darse de hostias, con perdón, ante el respetable público español. Pero no puede arriesgarse a compartir protagonismo con una heterogénea amalgama de izquierdas que puedan resurgir de sus cenizas como el Ave Fenix. Por eso, a mis escasas luces, está haciendo el papel del “coco” de los conservadores, je, mientras agiliza su metamorfosis para erigirse en el devastador Freddy Krueger de los sueños de los progresistas convencionales.

Los Montesco de Podemos y los Capuleto de Izquierda Unida

Así se escribe o es posible que se esté escribiendo la historia. A mí, la verdad, del romance integral entre Pablo y Tania, el Romeo de Podemos y la Julieta de Izquierda Unida, ¡oh, los funestos Montesco y Capuleto!, lo que me produce morbo es la posibilidad de que se hallan ido a hurtadillas a sellar su amor químico, físico, ideológico y electoral al Puente Reina Victoria, o sea, a la madrileña, a ver si me entiendes. Si como tantas parejas del Foro, han cerrado juntos y revueltos un candado, lo han lanzado al río Manzanares y, mirándose a los ojos el uno al otro, han susurrado: ¡para siempre! Eso es lo que muchos socialistas desearían que ocurriese ente Pedro Sánchez y Susana Díaz, oye, aunque el puente fuese el de Triana sobre las aguas turbulentas del río Guadalquivir.

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