La corrupción hay que prevenirla antes que curarla, como manda la medicina

El suplente de la mente humana.
El suplente de la mente humana.

La justicia trata de castigar a los corruptos, pero nadie parece interesado en evitar que surjan impidiendo el desvío de fondos mediante sencillos controles en vigor fuera de España.

La corrupción hay que prevenirla antes que curarla, como manda la medicina

La justicia trata de castigar a los corruptos, pero nadie parece interesado en evitar que surjan impidiendo el desvío de fondos mediante sencillos controles en vigor fuera de España.

A cada nuevo caso de corrupción, pillaje o saqueo de las arcas públicas le sigue su correspondiente coro de jeremiadas, salpicado de imprecaciones varias, un surtido de blasfemias y según dicen los sociólogos, un incremento de las ganas de arrasar con todo, directamente proporcional a la cantidad de dinero defraudada. Es decir, a lo malo se añade lo peor.

De todo ello, una vez salvadas esas reacciones psicosomáticas, se deduce nuestra incapacidad, o falta de voluntad, para encarar el tema con visos de atajarlo. Estamos viendo una y otra vez lo fácil que resulta para ciertos cargos meter la mano directamente en la caja para llevársela, bien de una vez, bien en continuadas porciones, pero siempre con montantes de alcance extraordinario, como si en la administración _ no hablamos de las mordidas _, los billetes circulasen con la misma libertad que se describe en los tratados sobre mecánica de fluidos.

En todo caso, y siempre a toro pasado, se descubren algunas rapiñas, lo que permite pensar que quedan por descubrir bastantes más. Y así hasta la consumación de los siglos, o de las arcas, que seguramente ocurrirá mucho antes.

Vamos a ver, ¿es tan difícil establecer que toda cantidad superior a los 27 euros de dinero público _ por decir una cifra razonable _, no pueda moverse de su sitio si no cuenta con el conocimiento _ no decimos aprobación, porque nos gusta la gobernabilidad _, de todos los representantes públicos? Ítem más, ya que se trata de dinero público y es nuestro, ¿no deberíamos saber euro a euro en qué nos gastamos los monises, las subvenciones o los fondos FEDER, URBAN o de Cohesión? En casa, como en tantas otras, mi madre cubría a diario unas agendas en las que se consignaban hasta los céntimos y jamás hubo un desvío.

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