Un corralito en Cataluña solo se produciría en caso de actuación irracional de las partes

Sede de Caixabank en Barcelona. / Mundiario
Sede de Caixabank en Barcelona.

Las declaraciones de Linde obedecen a una lógica política antes que a un pronóstico de naturaleza estrictamente financiera, según explica este analista económico.

Un corralito en Cataluña solo se produciría en caso de actuación irracional de las partes

Las declaraciones de Linde obedecen a una lógica política antes que a un pronóstico de naturaleza estrictamente financiera, según explica este analista económico.

 

A cinco días para la celebración de unas elecciones calificadas de plebiscitarias por los convocantes, el gobernador del Banco de España augura que una Cataluña independiente correría el riesgo de asumir un “corralito”. Recordemos que el término “corralito”, acuñado tras la restricción monetaria impuesta en Argentina en 2001, significa la retención de los fondos de clientes depositados en las entidades financieras de un país. Con ello se persigue el control de capitales y de esta manera evitar una fuga de los mismos.

Razones para un corralito

¿En qué escenario se tendría que temer una fuga de capitales de Cataluña? En caso de que el gobierno catalán declarase la independencia sin haber llegado a un acuerdo con el Estado español y con la Unión Europea, algo que nos resulta difícil de creer por dos motivos principales: el primero, la moneda de curso legal en una hipotética Cataluña independiente, y el segundo, la subordinación de la “banca catalana”, término que matizaremos más adelante, al Banco Central Europeo.

Plantear una moneda en Cataluña distinta al euro supondría un riesgo real e importante de quiebra de las finanzas del hipotético Estado catalán. El razonamiento parece bastante evidente: la Administración catalana tendría que abordar el pago de su deuda en euros mientras que sus ingresos vía impuestos se producirían en una moneda local sin valor fuera de Cataluña. Debe entenderse que un nuevo Estado necesitaría tiempo para demostrar su viabilidad; hasta ese momento, su moneda tendría difícil cotizar en los mercados de divisas. No le quedaría más recurso que intentar la refinanciación en euros para lo cual los inversores le exigirían unos tipos elevados, en el mejor de los casos, lo que incidiría en nuevas dificultades para hacer frente a los nuevos vencimientos. Lo más probable es que ni siquiera llegase a conseguir financiación hasta que el escenario no se hubiese aclarado.

Por otro lado, el BCE se constituye en el emisor único de euros y en el financiador principal de las entidades bancarias europeas a través de las operaciones de mercado abierto y de las facilidades permanentes de crédito. No hay gestión posible de liquidez en un banco sin la posibilidad de recurrir a los fondos del BCE. Así pues, o bien el gobierno de una Cataluña independiente negocia su permanencia en la Unión Monetaria o bien su sistema financiero estaría condenado a la inanición por falta de recursos.

Bancos catalanes y bancos españoles

Vistas las dos poderosas razones anteriores, entendemos que, en ningún caso, la Generalitat salida de las próximas elecciones declarará la independencia sin haber resuelto el crítico aspecto de la financiación. Un escenario distinto supondría un inconcebible suicidio o un ejercicio, a nuestro juicio demasiado arriesgado, de negociación a la desesperada bajo la hipótesis de que la Unión Europea reaccionará para evitar el posible colapso de la economía catalana. Lo cual no parece completamente realista en estos momentos.

Para hablar de corralito, no obstante, habría que incorporar un nuevo factor: la situación del “sistema financiero catalán”. Existen tres entidades bancarias con sede en Cataluña: Caixabanc, Banc Sabadell y Catalunya Banc, éste último filial del BBV. Es cierto que la viabilidad de los dos primeros depende de su permanencia bajo la disciplina del BCE. Nuevamente, ponemos en duda que puedan quedar fuera incluso en caso de que el gobierno catalán no llegase a un acuerdo con la Unión Europea pues en tal caso les bastaría con mudar su sede a una ciudad que perteneciese a la UEM. Debe recordarse que la mayor parte del negocio de ambas entidades tiene lugar fuera de Cataluña.

En términos reales, el concepto de “sistema financiero catalán” no existe hoy en día. La práctica totalidad de entidades financieras operantes en Cataluña son de origen o funcionalidad española. Ocurra lo que ocurra, estos bancos seguirán en condiciones de prestar servicios de caja a los ciudadanos catalanes. El problema no radica en la gestión del dinero “contante y sonante” sino de los flujos financieros y de la moneda en la que éstos se denominan.

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