Obama y Francisco gobiernan dentro del posibilismo de sus grandes imperios

Obama y su discurso del Estado de la Unión. Dibujo de Riber Hansson
Obama y su discurso del Estado de la Unión. Dibujo de Riber Hansson

Al enfrentarse a ideas, los polemistas prefieren echar mano de la dialéctica y no de la lógica. ¿Cómo explicar, si no, la “decepción” de quienes aplaudieron a Bergoglio (Francisco I) y Obama?

Obama y Francisco gobiernan dentro del posibilismo de sus grandes imperios

Al enfrentarse a ideas, los polemistas prefieren echar mano de la dialéctica y no de la lógica. ¿Cómo explicar, si no, la “decepción” de quienes aplaudieron a Bergoglio (Francisco I) y Obama, ambos obligados a gobernar dentro del posibilismo de sus poderosos imperios?

            Lo importante de la elección y los dos mandatos de Obama es que la Casa Blanca aún no se ha convertido en la sede del Black Power,  pero ha dejado de ser la cabaña del Tío tom.

            Por su parte Bergoglio es el primer Papa latinoamericano de la historia y el primer renovador de la Iglesia Católica desde Juan XXIII.

            Roncalli tuvo la fortuna de subir al solio pontificio a edad muy avanzada – fallecía cinco años después (1958-1963) – pero le dio tiempo de poner en marcha el Concilio Vaticano II, congelado, sí, pero irreversible como rumbo.

            Quizá Francisco I acabe pareciéndose más a Pablo VI, llamado “Hamlet.”

            Tenemos años sobrados para apoyarnos en recuerdos profesionales y, por tanto, de historia de papel. En la primera entrevista que publicamos, con Eugenio Montes, el ourensano “renacentista” y director de la Casa de España en Roma, respondió así a nuestra pregunta de si Pablo VI continuaría por el camino que había abierto Roncalli: “Preveo sólo una cuestión de ritmo”

            Desgraciadamente el ritmo sigue siendo tan lento, que ha pasado ya medio siglo.

            Francisco mediante.

            Dios quiera también que en los jardines de la Casa Blanca no se sirva ningún Tea Party.

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