Cambio climático, desastres y crisis incrementarán el riesgo político

Impacto de los Desastres en América Latina y el Caribe. / nacionesunidas.org.co
Impacto de los Desastres en América Latina y el Caribe. / nacionesunidas.org.co

Los riesgos de desastre han tomado un papel protagónico poco evidente para la mayoría de los políticos: la sociedad y sus amenazas cambian hoy con mayor rapidez.

Cambio climático, desastres y crisis incrementarán el riesgo político

Los riesgos de desastre han tomado un papel protagónico poco evidente para la mayoría de los políticos: la sociedad y sus amenazas cambian hoy con mayor rapidez.

 

Según el doctor en filosofía política Luis F. Aguilar, mexicano, gobernar no es -ni nunca ha sido- algo fácil; a esas palabras yo agregaría: menos aún en estos tiempos en los que se han multiplicado las causas que pueden desencadenar crisis y potenciar los riesgos políticos.

Para Gustavo Wilches-Chaux, miembro fundador de la Red de Estudios Sociales sobre Desastres en América Latina, la humanidad será testigo de nuevos y mayores desastres, tendencia que viene en aumento desde la última década. Esto se debe, por una parte, al incremento de la población humana en condiciones de vulnerabilidad y, por otra, a que los fenómenos de la naturaleza están incrementando su poder destructivo.

En este artículo defino al riesgo político como una posible pérdida de estabilidad, continuidad y eficacia de un proyecto político. Esa pérdida puede ocurrir como resultado de diversos eventos, entre ellos, los desastres que cada vez son mas frecuentes y que pueden ser una  moneda al aire capaz de colocar a un gobierno, ante los ojos del ciudadano, como héroe o villano. El impacto de los desastres sobre el riesgo político depende de lo que el gobierno haya hecho previamente para evitar la catástrofe y de lo que haga una vez iniciada la crisis.

El incremento del riesgo político genera efectos negativos en el clima de negocios y en el desarrollo. Hoy en día, las causas que aumentan el riesgo político fluyen a gran velocidad por las redes sociales. Por lo anterior, cualquier proyecto político exitoso necesitará herramientas adecuadas para identificar e implementar acciones coherentes que reduzcan las causas de los principales riesgos de desastre, así como políticas efectivas de actuación en escenarios de crisis.

A grandes males, pequeños remedios

En medio  del alboroto de causas de riesgos de desastre (cambio climático, exposición y vulnerabilidad ante peligros por terremotos, inundaciones, epidemias, tornados, sequías, accidentes, etcétera)  se puede caer en el espejismo de suponer que se trata de asuntos de carácter exclusivamente global y que son problemas fuera de nuestra escala de actuación. Nada más equivocado que esa idea, pues solo sirve para incrementar los riesgos, incluyendo el riesgo político de los gobiernos; para quienes será siempre más útil implementar medidas preventivas eficaces y realmente significativas a la luz de la sociedad. En este sentido, el filósofo español J. Francisco Álvarez, nos recuerda que para la gestión de riesgos globales aplica la frase: a grandes males, pequeños remedios.

Según Thomas Hobbes, la seguridad es el fin último de todo Estado; de modo tal que cuando un gobierno descuida la prevención de riesgos, una parte de la sociedad puede llegar a percibir -ese hecho- como un rompimiento del pacto social, una traición a su confianza. Hoy los riesgos de desastre, parafraseando al mismo Hobbes, son injurias que impiden que muchos puedan vivir satisfechos. Gobernar con un enfoque preventivo es, para quién ejerce el poder público, la diferencia entre evitar daños y pérdidas con el apoyo de la sociedad o la posibilidad de tropezar en un escenario de desastre víctima de la indignación pública.

Un ejemplo de lo anterior ocurrió durante el proceso de reconstrucción de la Ciudad de México, después del desastre asociado a los sismos del año 1985. En palabras de Fernando Pliego, sociólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México, la catástrofe representó un rompimiento histórico de los tradicionales procedimientos del sistema político mexicano. Fue tan deficiente la respuesta gubernamental, que después de una amplia movilización de la sociedad civil, por primera vez el Estado aceptó públicamente cambiar sus estrategias frente a movimientos civiles independientes de damnificados. La crisis socavó la confianza y trajo cambios profundos; algunos años más tarde el partido gobernante perdió las elecciones y, después de 30 años de ocurridos los sismos, no se ve cercano el día en que pueda regresar a gobernar la Ciudad.

Pero el escenario ahora es aún más complejo, hoy en día se vive una sensación generalizada de incertidumbre, una sospecha de que -en cualquier momento- algo malo va a ocurrir, nadie sabe con certeza qué va a ocurrir, lo que es un hecho es que la sensación está allí. Las barreras físicas y psicológicas que brindan seguridad a la sociedad parecen agrietarse, nuestro dominio de supervivencia se mira cada vez más estrecho. Entre las personas esa incertidumbre provoca angustia, temor, reacciones agresivas o de evasión. Y cada vez es más frecuente ver que, cuando la incertidumbre y sus emociones coinciden con la materialización de algún daño; entonces surgen las expresiones de indignación y la búsqueda de culpables que señalan –principalmente- a los representantes del Estado.

Un enfoque preventivo de riesgos y crisis 

En México, la reelección inmediata de presidentes municipales y diputados es un incentivo para que, quienes quieran mantener a flote su proyecto político, apliquen un enfoque preventivo de riesgos y  crisis. En tres años, muchos de ellos buscarán nuevamente el voto ciudadano para ser reelectos; en ese periodo, un importante número tendrá que hacer frente a sismos, sequías, huracanes, frentes fríos, deslizamientos de tierra, inundaciones, incendios y otros fenómenos peligrosos; y, a menos que tomen el asunto con seriedad, se rodeen de  verdaderos profesionales y sean capaces de liderar procesos preventivos; es muy probable que, a juicio de la sociedad, algunos no superen esas pruebas con éxito.

Gobernar con enfoque preventivo significa: implementar procesos de inteligencia de riesgos; identificar situaciones de peligro, exposición, vulnerabilidad y crisis; contar con políticas públicas transversales para reducir daños y pérdidas; abrir espacios de comunicación de riesgos mediante el diálogo y la deliberación; promover la participación y colaboración social en las acciones preventivas; implementar sistemas de alerta temprana para coordinar la respuesta en emergencias y crisis; y gestionar recursos para potenciar las acciones de prevención y reacción.

Cada vez más personas reconocen que éste es un tema urgente e importante. Sin embargo, parece que aún son pocos los que saben cómo abordarlo con eficacia. Las prácticas gubernamentales tendrán que seguir incorporando mejores procesos de gestión de riesgos de desastre, adaptación al cambio climático y gestión de crisis. Esto en virtud de que, mientras sigan incrementándose las amenazas, tengamos más bienes expuestos y sus vulnerabilidades no sean mitigadas; el riesgo político seguirá creciendo hasta niveles aún poco imaginados.

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