Brasil busca dotar de nuevos usos a algunos de los estadios mundialistas

Una cárcel provisional o un emplazamiento donde instalar módulos de viviendas prefabricados son opciones que se barajan para rentabilizar la inversión de construcciones y remodelaciones.

A más de 4.500 kilómetros de Río de Janeiro y en el corazón de la selva del Amazonas, la construcción del Arena da Amazonia ha sido, junto con la remodelación integral de Maracaná y obviando la seguridad, el gran reto para la organización de la Copa de Mundo de Fútbol Brasil 2014. Aislada por tierra de toda civilización, solventar los problemas logísticos para transportar el material hasta Manaos ha sido el principal escollo. Además, sin una tradición futbolística que pueda compararse a otras zonas geográficas del país carioca y sin equipo alguno en la élite del fútbol brasileño, esta singular ciudad convive ya con un gigante de más de 40.000 espectadores en el espacio donde se emplazaba el antiguo estadio, el Vivaldo Lima.

El coste de la infraestructura se ha elevado a los 270 millones de euros. En total han sido cuatro los partidos que ha acogido una nueva y flamante instalación que ahora podría convertirse en una cárcel provisional mientras se construyen nuevas cárceles que acaben con los actuales problemas de hacinamiento, según la propuesta de la Administración de Justicia de este país sudamericano.

El anterior es el ejemplo más llamativo, pero no es, no obstante, el único estadio mundialista al que se busca dotar de nuevos usos para amortizar en la medida de lo posible la inversión de las diferentes construcciones o remodelaciones.  Sin nada decidido aún, no faltan las empresas que, aprovechando el tirón temático, se han lanzado a ofrecer propuestas. Es el caso de un estudio de arquitectura francés que, mediante el programa ‘Casa Futebol’, propone la instalación de módulos de viviendas prefabricadas de 105 metros cuadrados en las fachadas de algunos de los estadios, así como la sustitución de parte del graderío por estas cajas, que también tendrían vistas al interior del recinto. Los arquitectos pretenden tocar la fibra sensible del pueblo brasileño, asegurando que, de llevarse a cabo el programa, esta medida ayudaría a paliar el déficit de viviendas existente en el país.