Ben Bradlee descansa en paz, y también aquel viejo/nuevo periodismo

Ben Bradlee. / www.theatlantic.com
Ben Bradlee. / www.theatlantic.com

La muerte de Bradlee lleva a reflexionar sobre aquel "nuevo" periodismo que pedía contar la verdad como si fuese un cuento, y que fue capaz, a través del Watergate, de hacer dimitir a Nixon.

Ben Bradlee descansa en paz, y también aquel viejo/nuevo periodismo

La muerte de Ben Bradlee, a los 93 años, el pasado día 22, nos lleva a reflexionar sobre aquel "nuevo" periodismo que pedía contar la verdad como si fuese un cuento, y que fue capaz, a través del Caso Watergate, de hacer dimitir al presidente de los EE UU. 

Fue en un mes de octubre como este pero de 1972. Acababa de estallar el caso Watergate. Publicado por The Washington Post, haría dimitir, menos de dos años después, a todo un presidente de los EE UU, Richard Nixon. El director del periódico era Ben Bradlee. El pasado 22 de octubre Bradlee moría, a los 93 años, en su domicilio de Washingon.

En 1996, el veterano periodista que había comenzado repartiendo diarios por la calle, escribió sus memorias. Las tituló A Good life, traducidas aquí como La vida de un periodista. Fue uno de los libros de cabecera de este cronista cuando el periodismo era mi principal deseo profesional. Quinientas páginas que son una lección del “viejo” periodismo. Ese “viejo” periodismo que, en los sesenta se llamaba “nuevo”, es algo que ha ido agonizando con el tiempo y que parece haber quedado sentenciado con la crisis y las nuevas tecnologías. Aquel viejo/nuevo periodismo era capaz de contar historias como relatos de ficción, pero de verdad. Y los periodistas tenían tiempo de investigarlas, de prepararlas.

Ben Bradlee apoyó, dirigió y dejó trabajar a dos periodistas a tiempo completo para investigar un caso de corrupción. Los reporteros  Bob Woodward y Carl Bernstein no se detuvieron  hasta que aquel raro presidente que fue Richard Nixon tuvo que marcharse para casa.

No sé si todos los jóvenes periodistas queríamos ser como Robert Redford y Dustin Hoffman en la versión cinematográfica de aquellos hechos. Posiblemente sí. Uno ya hace años que anda en otros lares (no muy alejados del periodismo, pero sí fuera de las redacciones). Lo que sí sé es que a los buenos periodistas, lo que le gusta es poder escribir historias como si fueran cuentos. Aquel viejo/nuevo periodismo que surgía en los años sesenta (desde Truman Capote o Gay Talese en los USA hasta un Francisco Umbral en el Madrid de los ochenta).

En una entrevista que Ben Bradlee concedía en 2009 a otro gran “escribidor”, Juan Cruz, hablaba de que agradecía haberse retirado antes de la revolución de internet, y definía el papel que deberían tener los periódicos hoy: “Internet nos obligan a centrarnos en los hechos; en si son importantes, en si influyen en la historia, en qué pasará en el mundo si se consolidan”.

En la página 282 de sus memorias aclara, hablando del periodista Ward Just, las cualidades que debe tener un buen contador de historias: “Un reportero-escritor que encuentra drama ahí donde mira, ese drama que convierte los detalles en verdad y los hechos aislados en historia”.

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